31. Me gustas

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31. Me gustas

Armé la tienda por quinta vez y por quinta vez se desplomó. Gruñí, frustrada y lancé las instrucciones al lago. Se supone que Harper debía ayudarme pero no, ella estaba haciendo cochinadas con su novio sexualmente confundido al otro lado del lago.

Los días pasaron y por fin había llegado el tan esperado campamento, me entusiasmaba la idea de la fogata y de los juegos, pero la parte de la tienda, para nada. Aparentemente, el campamento era la actividad más esperada de todo el año por los estudiantes del internado. Era el único evento que implicaba adolescentes de diecisiete y dieciocho años durmiendo juntos bajo poca supervisión adulta.

—¿Necesitas ayuda? —escuché la voz de Alex.

Cerré mis ojos con fuerza y maldije para mis adentros. No quería aceptar su ayuda pero tampoco quería dormir en una de las canoas así que con mi orgullo por el suelo, asentí, provocando una enorme sonrisa en el gemelo malvado. Le entregué las instrucciones de mi tienda de campaña mientras podía sentir la mirada atenta de Peter, a unos cuantos metros.

Entonces caí en cuenta que mi vida era similar a un campo minado, cualquier paso erróneo podía destruirme y a todos los que estaban a mi alrededor. Alex levantó mi tienda en cinco minutos, algo impresionante considerando que yo llevaba una hora intentándolo.

—¿Qué tal las cosas con Peter? —preguntó.

Negué con la cabeza —No es que sea de tu incumbencia, pero nada bien, la verdad. ¿Qué tal Blake?

—He conseguido que venga —admitió mientras aseguraba los cimientos de la tienda— Aunque no le he visto desde que armó su tienda, probablemente esté en el lago —Alex se levantó del suelo y se sacudió las manos. Musité un gracias y justo cuando iba a entrar, el gemelo me detuvo— Escucha, no se si sirva de mucho pero lo siento. Si hice algo que te molestó antes, estaba confundido y creo que compliqué las cosas para todos.

Mostré una sonrisa ladina —Todos nos confundimos en cierto punto.

Yo aún lo estaba, siendo totalmente honesta.

—Si necesitas ayuda con algo, sólo dímelo, ¿si? —ofreció a lo que yo asentí con una sonrisa, Alex me imitó— Genial.

El castaño se fue con su grupo de campaña después de eso. Si bien nada había funcionado entre nosotros, notaba algo distinto en él. Quizás no había cambiado por mi, pero había cambiado por el mismo y a fin de cuentas, eso es todo lo que importa. Alex ya no era ese chico egocéntrico y prepotente que conocí cuando llegué a estudiar. Probablemente no había cambiado su costumbre de coger con todo lo que tuviese piernas, pero al menos sabía reconocer cuando estaba equivocado.

—¿Nuevo amigo? —preguntó Lucas, sobresaltándome.

—Púdrete, Brooks —me quejé mientras tomaba mi celular y veía la hora. Genial, Harper me había abandonado hace más de dos horas.

¿Cuánto se demora en llegar a un jodido orgasmo?

—Escuché que el agua está fantástica, ¿vienes? —preguntó y negué con mi cabeza— ¿Por qué?

Porque me asustaba que hubiera un monstruo en el fondo de lago.

—Me llegó la regla —respondí con una sonrisa. Esa excusa funcionaba en múltiples ocaciones

Lucas negó con una sonrisa y se largó al lago. Desde lejos podía ver a Peter que armaba su tienda con complicaciones. Pensé en ir a ayudar pero no aportaría mucho. Fue entonces que Abby llegó a su lado y comenzaron a armar la tienda juntos.

Peter rió con ella. Golpe bajo.

Con la autoestima por los suelos, fui al lago. Todos nadaban, se lanzaban agua y reían, excepto por una persona: un castaño en el borde del lago, alejado de todos con la vista perdida en su teléfono. Me sentí mal por un momento, pero no podía olvidar así de fácil lo que le hizo a Peter.

Twins© Donde viven las historias. Descúbrelo ahora