21. Labios rotos, narices sangrantes y ojos morados

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21. Labios rotos, narices sangrantes y ojos morados

La habitación estaba en completo silencio. Los chicos habían salido hace un rato para darnos privacidad sin importar las muchas señas que les hice para que no me dejaran sola con el gemelo.

Malditos traidores.

—¿De qué... Quedias hablad? —le pregunté a Blake mientras me acomodaba en mi cama, demonios, debía estar hecha un asco. 

Blake suspiró y pasó una mano por su cabello, lo despeino y gruñó antes de sentarse a los pies de mi cama.

—Es bastante obvio, creo yo —dijo. No se atrevía a mirarme, podía mirar todo lo que había en la habitación, menos a la persona con la que vino a hablar— ¿Quieres qué lo diga?

Lo pensé y negué con mi cabeza.

—Escucha, sé que pasó algo entre té y mi hermano, principalmente porque esas son las flores que vi en sus manos esta mañana —miró las rosas blancas en mis manos, río amargamente—  ¿Sabes a qué me recuerdan esas flores? —negué nuevamente— A la que yo te di cuando nos besamos.

Sonreí, había olvidado esa noche, mi primera fiesta en este lugar.

Claro, también fue la fiesta donde Blake había intentado acostarse conmigo.

—Creo que me estoy enamorando de ti, Savannah —confesó, dejandome perpleja— Ni siquiera sé cómo ni porqué y creeme que si pudiera evitarlo, lo haría —se levantó de mi cama, caminó hasta la puerta y antes de abrirla se dio vuelta hacia mi— Sé que sientes algo por el, pero también se que una parte de ti siente algo por mi.

Sin más que decir, abrió la puerta y salió de la habitación dejándome más confundida de lo que estaba antes. Mi teléfono timbró, era un mensaje.

Alex:

Eres malditamente cursi, pero si, también eres un tanto caliente.

Maldito seas, Alex.

[...]

—¡Dos grupos, Anderson capitana del equipo rojo, Foster capitana del equipo negro! —gritó la maestra Collins lanzándonos a Lily y a mi las camisetas de nuestro respectivo equipo.

Elegimos nuestros integrantes, era totalmente incómodo ya que los chicos estaban en las gradas observando y podía sentir los ojos de Alex y Blake encima de mi. Creo que no había situación más incómoda que hacer educación física frente a hombres.

Había mejorado considerablemente, ya no estaba congestionada, los colores habían vuelto a mi rostro, pero sin duda, aún no superaba todo lo que estaba viviendo este último tiempo. 

—¡Anderson, concentrate! —me gritó la maestra Collins. Ella hizo sonar su silbato y dejó la pelota de soccer correr por el campo.

De inmediato salí a buscarla, quitándosela a una chica del equipo contrario y dándole un pase a Harper. Ella salió corriendo con la pelota, lanzó un pase a una de las chicas e hicimos nuestro primer gol.

Levanté ambas manos en el aire en forma de celebración, pero cuando sentí una brisa en mi estómago entendí que mi camisa se había levantado y mi pancita estaba al aire.

—¡Lindo piercing, preciosa! —gritó uno de los chicos de la gradas. Me di vuelta para ver quien lo había gritado pero de inmediato lo descubrí al ver como Alex y Blake sostenían de la camisa y le gritaban a un chico.

—¡Savannah! —gritó Harper. Volví a mirar el campo, esta vez, Lily y su equipo celebraban.

Habían anotado.

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