Capitulo 51.

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•Narra Allan•

-vamos Jace- paso por su lado y camino hasta la entrada.

Me sigue, mis hombres esperan por mis indicaciones. Todos están parados en silencio, a la expectativa, listos para seguir mis ordenes.

-señores! Vamos a ir a enseñarle a ese grupito de idiotas que el que manda en esta ciudad, y sobretodo en este país es Allan Axel. Yo controlo la entrada y salida de drogas, piedras, dólares, armas, todo lo controlo yo; y sin mi permiso nadie puede mover un dedo. Si creen que pueden hacer las cosas a escondidas estan muy equivocados. No voy a permitir el secuestro de niñas para que las metan en prostíbulos. Podrían ser sus hermanas, madres, primas, amigas o cualquier mujer que conozcan. En este país la que quiera ser puta será por decisión propia, no porque este obligada. Esos idiotas secuestraron a treinta niñas menores de edad y quieren distribuirlas por todos los prostíbulos del país. No quiero ni una niña lastimada; Jace les explicara el plan- mi paciencia se agota cuando suceden estos tipos de situaciones.

No voy a decir que no frecuento prostíbulos, lo hago, mejor dicho, hacia. Pero todas las mujeres con las que he estado ha sido porque ellas están dispuestas.

Jace explica a los principales cabecillas de mis hombres sobre como llevaremos a cabo el plan. Rescataré a todas esas niñas y las regresaré con sus padres. La policía en estos casos no se mete, saben que yo lo soluciono.

Recuerdo cuando tenía quince años, caminaba por las calles frías de la ciudad, era pasada la media noche; encontré una pobre niña de unos doce o trece años aproximadamente; estaba sentada en la entrada de un callejón solo y oscuro.

Lloraba, mire a todos lados buscando a alguien mas, pero no había mas nadie que ella y yo. Me acerque con cuidado y apenas se percato de mi presencia se levanto asustada y lista para correr; fui mas rápido y la tome del brazo.

"-espera, no te voy a hacer daño-" su cara estaba llena de terror, vestía un diminuto vestido, descalza, un maquillaje demasiado exagerado para su corta edad dañaba su belleza natural. Afloje mi agarre pero no la solté.

-por favor, no me hagas daño. Te juro que yo no he hecho nada. Solo quiero ir a casa- lloriqueaba, el maquillaje corrido por tantas lagrimas la hacia ver destrozada. 

-no te voy a hacer daño. Solo dime que te pasa- me miraba con miedo, veía en su mirada como se debatía entre hablar o quedarse callada.

-te juro que si me dices que ha sucedido contigo, por que estas aquí y por que vas vestida así, te llevaré a tu casa- le asegure para que tome confianza y hablara de una vez.

-por que tendría que confiar en ti?- esa fue una buena pregunta.

-no te he hecho nada, eso debería bastarte para confiar en mi. Si fuese otro hombre el que te hubiese encontrado aquí y vestida así, te aseguro que no te estaría hablando como lo estoy haciendo yo ahora- ella suspiró y empezó a contarme todo lo que le había sucedido.

A ella junto con varias chicas las habían secuestrado a la salida de sus colegios, todas eran unas niñas, ni una tendría mas de 15. Los tipos que las secuestraron las llevaron a un edificio en ruinas, les daban de comer una vez al día, dormían mas de treinta niñas en una sola habitación, una mujer de cuarenta años las iba a buscar a las 6 de la tarde para hacerlas bañar y luego vestirse y maquillarse como lo estaba esta pobre niña ahora.

Mientras me contaba lloraba y temblaba del frío. No soy muy caballeroso pero me nació pasarle mi chaqueta. Se había escapado de ese asqueroso club, corrió tanto hasta que se canso y se sentó un rato aquí donde la encontre.

Ojos Esmeralda.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora