Capitulo 14.

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•Narra Allan•

-señor las rosas blancas sirven para pedir perdón- me dice la anciana que vende flores enfrente de una cafetería.

-entonces déme todas las rosas blancas que tenga-

Y aquí estoy, haciendo lo que nunca pensé que haría, traer flores y pedir perdón.

Recuerdo el arrebato de enojo de Esmeralda y una enorme sonrisa se pinta en mi rostro "Pues mira como lo hago señor Allan" río ante sus palabras.
En mis veinticinco años de vida nadie se ha atrevido ha retarme, ni desobedecido y mucho menos dejarme con la palabra en la boca y peor aun, cerrar la puerta de mi oficina de un portazo.

Cualquiera que lo hubiese hecho se ganaría un hueco en la frente entre ceja y ceja; pero como es mi hermoso ángel lo que me hizo sentir no fue rabia sino sorpresa, admiración, orgullo.

Ella hace lo que quiere, no le sigue ordenes a nadie, y lo mas importante no me tiene miedo. Eso me tranquiliza.

Enojada y tratando de intimidarme, amenazarme y lo mejor dando ordenes de recibirle el dinero me volvió loco, se veía hermosa. Decidida e indomable.
Estoy orgulloso de mi ángel no se deja intimidar de nadie.

Por fin medio abre la puerta, no puedo ver su cara por el enorme ramo, lo hago a un lado y la miro; una batica rosada de tela de peluche que le llega hasta la mitad de los muslos, el cabello suelto y descalza. Esta mujer me enamora sin ni siquiera intentarlo; se ve maldita mente sexy, me dan ganas de hacerla mía... Dejo de pensar en eso, su cara de sorpresa pasa a estar roja, se mira lo que trae puesto y muerde su labio inferior. Dios, que no haga eso porque si no mis planes se van abajo, no puedo besarla enseguida.

-linda pijama, puedo pasar?- se pone mas roja y eso me encanta.

-rosas blancas?- me pregunta mientras se hace a un lado para que yo pueda pasar.

-si, vengo a disculparme y la señora de las flores dijo que trajera estas porque significan perdón- caminamos hasta la sala y las dejamos en la mesita de centro.

Su apartamento es grande y decorado al estilo moderno, muy ordenado. La tomo de las manos y la acerco un poco a mi sin invadir su espacio personal.

-mi hermoso ángel, perdóname. No sabia cuán importante es para ti pagar los estudios de Lucas, yo solo quería hacer algo por él. Le daré otras cosas; te prometo que no lo vuelvo hacer-me sincero, su piel es tan suave.
Paso mis dedos por su hermoso rostro.

-Allan me encantan las rosas, son hermosas, gracias. Y esta bien te perdono, me alegra que comprendas mi punto, no quise ser grosera pero estaba muy enojada y tu actitud de relajado me enfureció mas. Y si me recibes lo que pagaste en el colegio, así quedamos mano a mano-

Lo que menos me importa es el dinero, eso lo tengo por montones pero si esa es la única forma de contentar a Esmeralda, entonces que así sea.

-esta bien hermosa, ya me devolverás el dinero. Ahora cuéntame, que hacías?- paso mis manos por su cintura y la acerco a mi, ella pone las suyas en mi pecho; amo que me toque.

-ya iba a dormir, estaba apagando las luces- que bueno.

-bien, entonces vamos a dormir- ella me mira por un rato dudosa.

-juro que me portaré bien, no haré nada que no quieras- se que esta pensando en que yo podría propasarme con ella, por mas que quiera no lo haré, la respeto y hasta que ella no este lista no la obligare a hacer nada.

Si fuese otra mujer no me hubiese importado pero con ella no lo haré, está claro que no es como las demás. Ella me toma de la mano y me guía hasta su cuarto, apagando las luces por nuestro camino.

Ojos Esmeralda.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora