Capítulo 11

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Louis y yo llegamos de nuevo a Lacock hace tres días. El viaje había sido un poco pesado y Louis no dejaba de preguntar el porqué de mi cambio repentino. Se suponía que la estábamos pasando bien en Londres.

Después de un tiempo, Louis respetó mi decisión de no preguntar nada más y las cosas siguieron su curso.

Odié tener que despedirme de mi familia porque ellos estaban muy ilusionados por lo de mi boda.

Era martes por la mañana y decidí salir a dar una vuelta por el pueblo. El día sorpresivamente estaba soleado y me hizo cambiar de humor inmediatamente. Me hacía sentir feliz los días luminosos.

Casualmente en mi paseo, pude distinguir a Henry salir de una casa, imaginaba que era la suya. Me escondí detrás de un árbol para observar bien lo que hacía. Iba caminando del lado contrario de su hogar, así que me entró una idea loca.

¿Debería entrar a su casa a averiguar algo? Henry era muy descuidado al dejar su casa sin llave.

El que le tenga miedo a morir que no nazca. Iba a entrar e iba a ser cautelosa.

Sigilosamente recorrí la entrada y pude apreciar lo grande que era su casa. Estaba todo en un orden impecable así que debía tener cuidado en no dejar nada desacomodado.

Exploré la cocina, la sala de estar y logré ver que en un pasillo había una puerta. Me dirigí hacia ella y abrí con cuidado. Era la recámara principal.

La cama King size estaba acomodada con un edredón blanco y varias almohadas en la cabecera. Había un ropero enorme y una puerta chica y yo suponía que era el baño. Frente a su cama, había un espejo de cuerpo completo y me di cuenta de que detrás del espejo, había una pequeña caja de metal.

Con cuidado, me acerqué a la caja y la tomé. Me senté en el suelo y la abrí.

Tapé mi boca ahogando un grito y vi la variedad de cuchillos que tenía la caja dentro de ella.

Henry seguramente no tardaba en llegar, por lo que puse todo en su lugar.

Salí con cuidado de la casa de Henry sin hacer ruido. Después verifiqué que todo se viera bien y me dispuse a irme de ese lugar, era raro que la casa no me causara escalofríos como su dueño.

Al estar fuera, pude respirar en paz sintiéndome libre por haber salido y a la vez arrepintiéndome por haber entrado. Fue macabro que Henry tuviera esos cuchillos en esa parte de su casa y más extraño que los cuchillos estuvieran escondidos y no en la cocina como debe ser.

Tomé un taxi y le di la dirección de mi departamento. Durante el recorrido me puse a pensar en que diría Henry si alguna vez se enterara de que estuve en su guarida. Seguro me mataría.



Llegué a mi departamento y me bajé del taxi. Entré a casa ignorando a Louis que me miraba extraño por haber llegado así como así ya que no le hablé ni nada, pero quería pensar las cosas y fui a mi recámara cerrando mis ojos, me disculpé mentalmente con Louis por no hablarle pero ahora no tenía ganas de nada.


Me levanté dejando ver a un Louis dormido a mi lado estando con tranquilidad. Yo en realidad no tenía que hacer nada más que solo mi trabajo. Me vestí y arreglé para estar presentable y con silencio, fui a la puerta de mi casa pero me detuve al ver un sobre. Lo único que quería era estar fuera de casa por un rato y despejar mi mente.

Recogí del suelo el contenido y lo abrí despacio examinándolo.

Decía:


¿Te gusta estar en propiedad ajena? Ten cuidado

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