Para todo hay una primera maldita vez.

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Era una tarde agotadora y pesada. Caitlyn estaba sentada en una silla al lado de la peli-rosa, quien estaba dormida con una mascarilla para respirar aire limpio, le habían extraído toda la basura que tenía en los pulmones. Se veía tan tranquila e indefensa, demostraba el lado desconocido de Vi, a la Sheriff le preocupaba mucho más de lo que le podría sorprender al verla así, tan calmada.

-Vi... despierta, por favor.

A pesar de esperar a que le hiciera caso, Cait sabía que no despertaría. Después de lo malherida que se encontraba necesitaba descansar y recuperarse.

La había llevado en su vehículo policial con rapidez al hospital más cercano. Recordaba las palabras de Vi cuando le dijo que por favor no la llevara ahí, sin embargo, su estado era tan deplorable que no podía intervenir en su sanación o simplemente, dejarla ir y que se hiciera curaciones simples. Tenía una costilla fracturada que por poco, no alcanzó a perforar un pulmón, los rasguños superficiales que sufrió estaban curados y el moretón que presentaba en su ojo izquierdo se había reducido casi por completo.

Cuando la vio desplomarse por el suelo sintió temor. Era la segunda vez que veía a la criminal salvando la vida de alguien arriesgando la suya, lo cual no dejaba de sorprender a la Sheriff, puesto que ningún criminal se habría atrevido a siquiera pensar en realizar un acto heroico como ese, era irónico de sólo pensarlo, pero ella lo había hecho, se había atrevido y como consecuencia ahora estaba en el hospital.

"¿Por qué lo haces? ¿Qué cambió en ti?" –Pensó.

Era cierto que era la mejor detective de la ciudad, pero no se imaginaba la razón de actuar así, menos de una criminal. Tuvo que haber pasado por algo tremendo o haber madurado al cien por ciento de un día para otro, aunque de ambas opciones no había mucho que pensar, lo primero era más razonable y posible, y quería saber qué era lo que había pasado.

Por motivos así, supo que era distinta, era mucho más de lo que la gente pensaba en que podía valer. Todos sabían quién era la peli-rosa con su nombre tatuado, aquello demostraba su egocentrismo, tanto así que todos pensaban que era individualista, que dejaba a sus compañeros de la misma calaña atrás para que la policía los capturase y ella salir invicta. Pero no, Caitlyn sabía que no era así, no era individualista, no era de la misma calaña, aunque sí, podía ser una chica egocéntrica y fanfarronear de vez en cuando, pero no era igual a los demás y tarde o temprano lo iba a demostrar con hechos. La castaña pensaba que probablemente a Vi no le importaba lo que dijeran los demás de ella y que tenía una coraza a prueba de juicios sobre su forma de ser, pero en el momento en que la pequeña niña la había tratado de una superhéroe y luego ver cómo ella se desplomaba al suelo malherida, fue suficiente para pensar que como todos, es humana, que puede equivocarse e ir por un lamentable mal camino, que tiene sentimientos por dentro y que aunque sea difícil de creer por su personalidad prepotente, igual tiene una pizca de preocupación por la persona que está al lado, ayudando a pesar de que no sea por el lado correcto de la ley. Quizás ella no sea consciente de lo que hace por el resto o simplemente no quiere reconocerlo, quizás trata por medio de su coraza y de sus guanteletes demostrar que es vigorosa, resistente y que le encanta demostrar su fortaleza, pero que como ahora, también le podía terminar haciendo daño.

Todos estos pensamientos rondaban por la cabeza de la detective, tratando de encajar para encontrar la lógica a su forma de actuar. Quiere saber la razón, quiere conocerla, quiere darle una oportunidad.

-Sé que eres fuerte... pero no te hagas daño, no de esta manera –en un susurro le acarició la mejilla en un tacto ligero. –Buscaré la forma para que no te condenen, te lo prometo.

Seré Fuerte [Vi x Caitlyn]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora