¿Héroe con capa? Mejor con guanteletes.

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Capítulo 2    

-Oh Dios, maldita resaca.

La chica ruda daba vueltas sobre su cama intentando perderse entre las sábanas para retomar un sueño placentero que quitara los dolores de su cuerpo. Tenía un ojo hinchado, un labio partido y un dolor de cabeza tremendo. No quería levantarse, pero su plan de quedarse todo el día en la cama no estaba resultando, así que optó por limpiar sus guanteletes, ir a ducharse y comer algo de lo poco que tenía en su refrigerador y llenar su estómago.

Estaba en su departamento al que ella llamaba "casucha", es algo viejo y pequeño, pero por lo menos tenía un techo por donde dormir y protegerse contra el frío de las calles, no era muy grande pero para ella era suficiente. El piso era de madera añeja y las paredes blancas, o ese color aparentaba ser, puesto a que estaba sucia y maltratada. También tenía un baño de 2 metros cuadrados, una habitación muy poco decorada y cuidada, una cocina pequeña con una mesa y 4 sillas a su alrededor. No tenía artefactos de lujo como un televisor, radio, nada, pero lo que si tenía de lujo, era su saco de boxeo. Se desquitaba con él cuando la rabia o la tristeza la consumía, proporcionándole golpes hasta que sus manos le pidieran a gritos que dejase de lastimarlos; de vez en cuando ese saco era recubierto con sangre, era una bestia cuando era cegada por sus sentimientos.

Por lo general su tiempo libre lo pasaba en bares, caminando por las calles, peleas callejeras, jugando con los niños en los parques, y cada vez que se le diera la oportunidad, pasaba tiempo con una chica que conociera en algún bar. Siempre prefería estar en las calles a que estar en casa, mientras más movimiento tuviera, mejor para ella.

Vi sabía disfrutar de su vida con lo poco que tenía. Cuando iba a bares, siempre se sentaba en el mismo lugar en el fondo del recinto, pero cuando quería pasarla bien con alguien se sentaba en la barra y siempre terminaba conociendo a alguna chica con la que podía compartir un par de tragos. La del tatuaje tenía un encanto que hipnotizaba a cualquier chica, su rudeza y vivacidad hacían que las pocas mujeres que visitaban el bar cayeran bajo sus pies. Cuando los hombres bebían alcohol más de la cuenta, se pasaban de listos con algunas mujeres que rondaban por el bar hasta el punto en el que Vi llegaba en defensa de las chicas y les daba protección, la de los ojos azules odiaba presenciar ese tipo de situaciones, por lo que siempre terminaba cuidando las espaldas de muchas clientas del lugar, muchas veces tuvo que demostrar por medio de su fuerza bruta que mientras ella estuviera allí, no sucederían abusos o cualquier tipo de problemas. Esto no lo hacía por intentar ligar con otras chicas, sino que en verdad le molestaba la presencia de hombres que miraban a las mujeres como carne fresca y débiles para ser sometidas con agresión, y por supuesto, Vi no se quedaría de brazos cruzados. Así es como se ganó el respeto de los clientes frecuentes o al menos de la calle en donde residía el bar. Debido a esto, los dueños en modo de agradecimiento por cuidar de la zona y de las clientas, le daban tragos gratis en un horario definido por la noche, así que aprovechaba esto para entablar conversaciones y engatusar a cuanta mujer se le cruzara y dormir acompañada por una noche.

Cuando se emborrachaba se iba a un callejón amplio sin viviendas a su alrededor debido a la peligrosidad que daba el lugar. Estaba a cuatro cuadras del bar que visitaba frecuentemente, ese era el punto de encuentro en donde los puñetazos iban y puñetazos venían. Generalmente se montaban peleas callejeras para demostrar quién tenía mayor poderío sobre el territorio. Nuestra chica compartía sus borracheras con dos mujeres y tres hombres que concurrían el callejón en busca de pleitos y algo de droga. Ella se reunía con ellos y aprovechaba la instancia de consumir lo que ellos consiguieran de drogas blandas como la marihuana, pero por ningún motivo ingresaría al mundo de otras más duras como la cocaína o heroína, a pesar de que ellos también portaban y consumían esas sustancias, a ella no le interesaba en lo más mínimo. En ese espacio reclamaba medir su fuerza con alguien que le hiciera competencia, hasta el momento en el año que llevaba yendo a ese lugar, nadie le había ganado una pelea. Ella no peleaba para demostrar que ella conquistaba toda la cuadra, ella peleaba para demostrar que su fuerza era digna de admirar, aumentaba su ego con cada diente que hacía volar. Cuando terminaba su ronda, se disponía a compartir con sus amigos. Todos ellos eran delincuentes, se dedicaban a traficar narcóticos y drogas, sin embargo, la peli-rosa no participaba en esas acciones, ella sólo se encargaba de proteger el bar al que concurría, a robar a una banda de ladrones en especial y a pelear.

Seré Fuerte [Vi x Caitlyn]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora