❝ Don't give me up ❞

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Ship: Kellic
Advertencia: Muerte 

// —Birdy -- Not About Angels //

Narrador omnisciente

Vic nunca había querido enamorarse de Kellin, porque sabía que sólo le destruiría el corazón. Pero había pasado y ahora amaba al pálido chico con ojos azules más que a su propia vida.
Amaba su sonrisa, amaba sus berrinches al despertar, amaba su extraña obsesión por la lluvia, amaba su voz aguda, amaba la palidez de su piel, amaba esa extraña combinación de azul y verde en sus ojos, amaba sus largas pestañas, amaba su personalidad tan única y especial, pero sobre todo, amaba su forma optimista de ver al mundo a pesar de que estaba muriendo lentamente.
A Kellin le habían diagnosticado cáncer desde los catorce años y ahora, tres años después, se encontraba en la fría cama de hospital dando su último respiro mientras tomaba la mano de su novio.

Se odiaba por tener que abandonar a Vic de esa forma, pero no había nada que pudiera hacer; los médicos le habían dicho que no pasaría de esa noche. Su corazón estaba cansado de latir, pero él no quería morir, no quería tener que decir adiós. Toda su familia se encontraba allí, llorando junto a su amado, y cada lágrima que derramaban era un golpe para Kellin.
¿Por qué las cosas no podían ser diferentes? ¿Por qué tenía que morir cuando tenía todo un futuro brillante por delante? Él quería quedarse con Vic y cumplir todas las promesas que se habían hecho, pero ahora ni siquiera sabía si lograría decir "adiós" antes de que dejara de respirar.

Uno a uno, sus familiares se fueron despidiendo de él. Primero fue su hermanita de sólo cuatro años, quien le tomó la mano y le prometió que lo sacaría de aquel lugar para que pudieran jugar juntos en su habitación, tal y como lo habían hecho tantas veces, pero ella no sabía que su hermano nunca más volvería a casa. Ya no habría tardes imaginando que ellos eran dueños de un enorme palacio, ya no habría noches en las que le leyera cuentos antes de dormir, ya no escucharía nunca más un "te quiero" de él.

Después fueron sus padres. Le aseguraron que había sido el mejor hijo que hubieran imaginado poder tener. Le recordaron cuanto lo amaban y entendían que tenía que irse.

Por último fue su novio, quien le dio una mirada de tristeza antes de sentarse junto a él. Tomó su huesuda mano en las suyas, dándole un pequeño beso antes de sostenerla contra su pecho.
—Gracias por todo Kellin. Gracias por haberme hecho ver que el amor existe, gracias por haberme hecho pasar los mejores dos años de mi vida. Gracias por haberme hecho sonreír tanto, gracias por darme otra perspectiva sobre todo. Gracias por permitirme amarte más que a nada. Y sobre todo, gracias por haber sido tan fuerte todo este tiempo. Sé que te tienes que ir, pero no quiero. ¿Recuerdas cuando te prometí que todo saldría bien, huiríamos lejos y formaríamos una familia? ¿Recuerdas todas las tardes que pasamos imaginando como serían nuestros hijos? Éramos tan ajenos a la realidad, pero todos esos momentos me lograron mantener vivo. Te amo Kellin Quinn. Te amo más de lo que alguna vez llegué a pensar que podría hacerlo. Te has convertido en mi vida entera, pero ahora te irás, y yo... —Se interrumpió a si mismo al sollozar—, no sé qué haré sin ti. Te necesito, y sé que suena egoísta, pero quiero que pasar el resto de mi vida junto a ti, quiero estar contigo sin tener miedo de que cierres los ojos, quiero poder amarte sin tener que dejarte ir, pero no puedo. Te amo bebé. Nunca lo olvides, y a donde quiera que vayas, yo estaré allí. No tengas miedo cuando todo acabe, porque ni siquiera la muerte podrá separarnos. Te amo, te amo, te amo —repitió esas dos palabras hasta que la respiración de Kellin se volvió cada vez más artificial y sus ojos comenzaron a cerrarse.
—Yo... también te amo —susurró con su último aliento, dejando que el cansancio se llevara sus latidos.

Los sollozos de Vic se volvieron más fuertes y desgarradores cuando se dio cuenta de que el amor de su vida había muerto. Había pasado tantas noches diciéndole que todo estaría bien, pero en ese momento nada estaba bien. Su corazón había muerto con aquel chico que había logrado hacerle feliz más que nadie en su vida. No podía creer que finalmente había pasado. Ni siquiera podía moverse, no podía hacer nada más que aferrarse al cuerpo de Kellin, gritándole que abriera los ojos.
—No te vayas bebé. Aún tenemos muchas cosas por vivir. Por favor, no me dejes, te necesito —Su voz se escuchaba rota, entrecortada, sin vida.
Él quería que su novio regresara, le tomara la mano y le dijera que no pasaba nada mientras le mostraba una de sus mejores sonrisas. Pero eso nunca pasó. Kellin estaba muerto y jamás regresaría. Jamás volvería a decirle que también lo amaba. Tenía que aceptarlo, pero se negaba a hacerlo. Se negaba a creer que nunca más volvería a ver esos hermosos ojos azules verdosos brillar cuando le prometiera que siempre estarían juntos. No quería estar sin su novio, no quería tener que soportar noches en vela, llorando porque nunca regresaría. Porque Kellin estaba muerto, y en minutos, él también lo estaría.

One Shots (boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora