–Sí, entiendo –suspiro–. Está bien, ¿sabes qué? Pásatela bien con tus amigos y yo me divertiré con mi hijo.

–¡Esa es mi chica! Ahora me voy, pero te veré para San Valentín ¿correcto?

–Correcto.

Escucho como me manda un beso y posteriormente cuelga. No es que me moleste que esté con unos amigos, debo darle su espacio y soy lo suficientemente mayor para dejar los celos de lado. Estoy a una distancia considerable de la granja y camino lentamente a mi destino. Podría haberme transportado directamente, pero quería un poco de tiempo para pensar yo sola.
En el Laberinto Espiral le enseñé a Magnus, junto a Daren, los encantamientos de nivel medio y algunas lenguas demoniacas como purgático y gehennic. Después de unos ocho meses nos encontramos a Tessa, quien me contó que la vida le iba muy bien en Alacante donde criaba a Will, fue por ese tiempo que llamamos al "padre" de Magnus. Nada impresionante, sólo un demonio mayor haciendo mucho teatro.
Al año, Daren nos dio tiempo de vacaciones que aproveché para llevar a Magnus a Rusia, a ver la Catedral de San Basilio. Ahí me preguntó por su apellido, que si debería ser Loss como el mío.

–Los brujos escogen el nombre que quieren llevar toda su vida cuando son mayores –respondí sabiendo que un día tendríamos esta conversación–. Cuando yo te conocí, me salvaste la vida, eras un hombre valiente y muy extravagante –Magnus sonrió y yo acaricié su cabello–. El nombre Magnus significa "grande" en latín y Bane significa "defensor glorioso" en eslavo. Magnus Bane es gran defensor glorioso y no creo que ningún nombre sea más apropiado para ti.

Magnus me abrazó y en ese histórico edificio decidió retomar su apellido Bane, pero como segundo, Loss.
Por coincidencia nos encontramos con Lou afuera de la catedral. Me propuso que saliéramos los tres a comer, y gracias a la presión nada sutil de Magnus, acepté. A la hora de irnos, mi hijo insistió en que me quedara a cenar a solas mientras él buscaba un abrigo tradicional ruso. Ahora que lo pienso, habría sido muy estúpido decir que no.
En la cena, Lou me dijo que quería pasar tiempo conmigo, salir formalmente, pero no podía dejar a Magnus sólo con Daren y tuve que hallar una solución. Llamé a Malcolm y le pedí que me relevara por el tiempo restante, él aceptó a cambio de una mariposa arcoíris que brilla en la oscuridad.
Llevo más de un año con Lou como mi novio y a penas unos días después de hacerlo oficial todo el mundo subterráneo lo sabía, dos inmortales saliendo no es algo que pase desapercibido.
Me divertí mucho con él, pero ahora que estoy de regreso en casa es extraño, me siento extraña sin su presencia. Ya se me pasará.
Llego a la granja y toco suavemente. Pasos se escuchan y la puerta se abre mostrando a un adolescente de cabello negro y ojos de gato.

–Magnus, ¿listo para patinar? –alzo mis manos que de un momento a otro cargan más de una docena de patines blancos y unos rosas.

–Claro que sí, mamá.

.

Mientras el resto se ponía los patines (los rosas para Magnus) yo congelé el lago e invité a todos a patinar. Me sorprendí cuando vi a Raphael y Lily, pero no me molesta su presencia.
Jace patina como un profesional y arrastra a Clary con él, la elegancia de los vampiros le facilita a Raphael, Lily y Simon patinar, este último sostiene a Isabelle mientras ella finge que no necesita ayuda. Jonathan se desliza solo y molesta un poco a su gemela y Marine, quienes entre ellas mantienen el equilibrio. Alec pasea tranquilamente sin lucirse, casi como lo hacen Jocelyn y Luke. Yo me mantengo a la altura de Magnus.

–¿Estabas en Cuba? –Magnus comienza a rodearme– ¿Y fumaste?

–Magnus, sabes que no me gustan esos vicios. Además, fuimos por el ritmo, la música cubana es muy pegajosa.

Magnus patina frente a mí.

–¿Y cómo te fue con Lou?

–Ese es mi asunto –miro sobre su hombro–. Magnus, date la vuelta, chocarás con alguien.

Malec ¿otra vez? Where stories live. Discover now