Reunión

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DOS AÑOS Y MEDIO DESPUÉS

~Nueva York (Instituto)~

Clary --

–¡Vamos, corre! –grita Lucas divertido a Alec.

Alec acelera el paso, pero Lucas es mucho más ágil con sus piernas delgadas y largas.

–¡Falta un minuto! –aviso viendo el reloj en mi muñeca.

–Alec es muy lento –se queja Lucas sin detenerse en la pista–. ¡Deberías darle unos veinte!

–¡No, sólo tiene un minuto!

Alec parece alterado por mis palabras, da grandes zancadas intentando atrapar al escurridizo chico.

–¡Tiempo! –grito y hago sonar mi silbato.

Lucas se detiene, pero Alec no alcanza a frenar. Termina chocando con el más alto y queda encima suyo.

–¡Gané! –Lucas besa su nariz– Me debes tu postre de esta noche.

–Sólo porque te di ventaja –se defiende Alec–. Sino, nunca me hubieras ganado.

–Eres adorable cuando crees que eres mejor
–Lucas se levanta de un salto y le da otro beso en la mejilla–. Por estos mementos me gusta que seas mi novio.

Alec se sonroja y le dedica una sonrisa dulce antes de regresarle el beso en la frente.

–A mí también me gusta –susurra un tanto apenado.

–Hora de bañarse –los interrumpo–. Qué buen ejercicio.

–Gracias, tía Clary –Alec se acerca y me abraza–. Vuelvo enseguida, Lucas.

–¡Nos vemos en el invernadero! –grita Lucas antes de que Alec se pierda en algún punto del pasillo.

–¿Puedo practicar libre, Clary? –Lucas toma una espada curva.

–Pero no te excedas –le advierto–. Recuerda que tienes que estar listo a las siete.

Lucas asiente y comienza a hacer ejercicios de sombra. Salgo de la sala y miro mi reloj que marca las cuatro de la tarde con treinta y ocho minutos. Lo dejaré en paz hasta las cinco.
En estos dos años nada ha cambiado. Lucas y Alec siguen siendo novios, y como tal aprovechan cada vez que se ven para reír, jugar y besarse. Se ven felices, no diré que no, pero... algo me dice que esto no es correcto.

–¡Mamá! –Amatis se detiene bruscamente frente a mí– ¿Cuál debería ponerme? –me muestra dos vestidos cortos.

Uno es morado con pedrería y tutú, el otro es verde liso y simple con un moño adornando la cintura. Amatis heredó mucho de Jace. Es rubia de ojos dorados y con pecas en las mejillas. Jonathan es igual a ella, sólo que sus ojos son verdes y no hay rastro de pecas.
Sin duda a ella le quedará mejor el morado.

–Este –señalo mi elección.

–Gracias, mamá –Amatis me da un beso en la mejilla y sale corriendo en dirección a su cuarto.

Camino hasta la cocina donde algo huele delicioso. Me acerco sin preocupación hasta encontrar a Jace frente a la estufa revolviendo algo. Marine lo observa atentamente.

–¿Qué cocinan?

–Un guisado de España –responde Marine–. Lo preparamos para la ocasión.

–Pero Magnus no es español.

–¿Y? Este se veía rico en internet, tío Jace se ofreció a ayudarme.

–Suerte que no fue tu madre –dice mi esposo–. O Magnus querría irse por otros dos años.

Malec ¿otra vez? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora