Huida

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     No quería, pero me quité la ropa interior que me quedaba para estar completamente desnuda, me giré 180° tapándome los pechos. Su cabeza estaba girada hacia la pared. Me metí a la regadera y abrí la llave, a través de la cortina transparente vi que la silueta de Jake se sentó en el retrete. Iba a esperarme hasta que terminara, no le importaba que Thomas viera por las cámaras que no le hacía caso. Me puse shampoo en el cabello y lo enjuagué. De repente se escucharon unos golpes en la puerta.

     — ¡Jake! ¡Te dije que la bañaras! —Gritó Thomas desde afuera—. Sabes lo que pasará si no lo haces, ¿verdad? —. Tragué saliva. Jake no se movió, estaba dispuesto a sufrir con lo que Thomas le haría, pero yo no quería saber que eso pasaría por mi culpa. Exprimí un poco mi cabello, cerré la llave y corrí la cortina. Él volteó a verme completamente sorprendido, no sabía si por lo que yo iba a dejarlo hacerme o porque estaba desnuda, pero casi al instante miró al piso con sus brazos recargados en los muslos. Me acerqué a él y me puse de cuclillas tocando sus rodillas, volteó a verme. Acaricié su mejilla, moví la cabeza afirmativamente para que entendiera que dejaría que me bañara. Me puse de pie de nuevo, pero él se mantuvo mirando al suelo. Tomé su mano levantándola indicándole que me imitara. Finalmente lo hizo, nos dirigimos a la regadera.

     —Lo siento. —Se disculpó en voz baja.

     —Está bien. —Esas palabras eran para tranquilizarnos a los dos. Tomó la esponja con jabón, apartó la mirada, empezó a limpiar mi cuello, para después pasar a mi brazo derecho. Hizo el mismo procedimiento en mi brazo izquierdo. De repente se volvieron a escuchar golpes en la puerta, los dos volteamos a verla.

     — ¡Tienes que mirarla mientras pasas la esponja por su cuerpo! —Se escuchó la voz de Thomas de nuevo. Jake volteó a verme con una mirada que no pude descifrar. Asentí con la cabeza dándole a entender quele daba permiso de hacerlo.

     —Lo siento. —Repitió sin separar los dientes. Pasó la esponja por mi brazo derecho una vez más; cuando llegó a la muñeca movió la esponja hacia mi cadera y la subió lentamente, deslizó la esponja suavemente sobre mis pechos. Cuando terminó del lado de enfrente hizo que me girara. Movió mi cabello hacia un lado colocándolosobre mi hombro pasando suavemente la esponja sobre mi espalda. Después se dirigió a mi trasero, me moría de vergüenza, sabía que no hacía esto por placer.

     Cuando terminó salió de la regadera, fue por una toalla y me rodeó con ella. Caminamos lentamente hacia mi cuarto, él llevaba mi ropa, cuando nos metimos dejó la blusa y unas bragas en la cama antes de alejarse hasta llegar a la puerta. Me vestí y volteé a verlo, le lancé una media sonrisa, pero él sólo bajó la vista. Salió de la habitación sin decir nada. Me di cuenta de que no había amarrado mi pie, me acerqué lentamente hacia la puerta, giré la perilla pensando que no pasaría nada, pero para mi sorpresa la puerta se abrió. Sabía que Jake lo había hecho a propósito. Caminé sin hacer ruido hacia una puerta que estaba en la sala y la abrí. El sol me deslumbró, pero mi vista se acostumbró bastante rápido. Cuando pude ver con claridad me di cuenta de que no había nada afuera, más que una larga carretera, que llegaba hasta dónde alcanzaba a percibirse, y pasto verde en todos lados. Empecé a correr, aunque sólo fue durante 5 minutos, ya que vi un carro;moví mis manos sobre la cabeza en señal de ayuda. Cuando el automóvil estuvo lo bastante cerca y vi quien era el conductor me eché a correr lejos de la carretera. Sin detenerme giré la cabeza sobre mi hombro para mirar atrás, lo vi persiguiéndome.

     — ¡NO! —Grité sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a picar mis ojos— ¡AYUDA! ¡SOCORRO! —Literalmente me tackleó. Caí al suelo, intenté ponerme de pie, pero me sostuvo por la cintura y me volteó pegando mi espalda al pasto, obligándome a verlo.

     —Puedo dejarte gritar, pero me da mucha flojera perseguirte —dijo poniéndose de pie, me quedé en el suelo intentando recuperar mi aliento—. Adelante, ¡GRITA! —Me levanté y salí corriendo sin pensarlo dos veces aún sabiendo que no llegaría lejos. Cuando me alcanzó me jaló del brazo y me dio una bofetada. Me cargó sobre su hombro dirigiéndose de nuevo al carro. Empecé a dar patadas y gritar por ayuda sin nada de éxito. Me sentó en el asiento del copiloto antes de acercar su rostro a unos centímetros del mío.

     —No intentes nada. —Sacó una navaja para amenazarme. Tragué saliva. Sabía que él era muy capaz de usarla contra mí. Cuando llegamos de nuevo a la casa mantuvo sus dedos enredados en mi cabello hasta que encontró a Jake, me puso frente a él. Yo seguía tratando de que me soltara, el cuero cabello me estaba matando. Jake me miró entre preocupado y sorprendido.

     — ¿Por qué ella estaba afuera? —Preguntó Thomas acercándome más a Jake.

     —Yo... No sé. —Mintió, era bastante malo en eso. El pelinegro le dio una bofetada haciendo que Jake cayera al suelo.

     — ¡NO! —Traté de acercarme a ayudarlo pero Thomas me jaló con más fuerza del cabello evitándolo, empecé a llorar del dolor.

     —Yo te diré porqué, niño. La dejaste huir. —Jake se puso lentamente de pie y fulminó a Thomas con la mirada.

     —Vete a la habitación. —Le ordenó Thomas como si fuese su padre, el rubio lo obedeció sin replicar. Tom me llevó a vuelta a mi cuarto y abusó de mí, con eso implico que me golpeó y mordió durante el acto.Cuandohubo terminado volvió a amarrar mi tobillo con la cadena antes de irse. Unas horas más tarde Jake regresó a la habitación. Volteé a verlo, pues estaba muy preocupada de lo que le había pasado a él. Me puse de pie en cuanto vi una bola morada debajo de su ojo sabiendo que seguramente yo también tendría varias. 

     — ¿Qué te pasó? —Pregunté tocando su mejilla. No respondió, ni siquiera me miró (aunque pude percibir que había estado llorando), sólo extendió un paquete de galletas.

     —Come. —Ordenó. Dejé de tocar su mejilla y me alejé un poco de él.

     —Jake, ¿qué te hizo? ¿Le hizo algo a tu padre?

     —Come. —Repitió. Respiré profundo, no iba a permitir que se cerrara conmigo una vez más.

     —No. —Respondí alzando la barbilla. Volteó a verme, había algo en sus ojos... No sabía qué.

     — ¿Come, por favor? —Preguntó con media sonrisa.

     —Cómetelo tú. —No estaba de humor para bromear. Negó con la cabeza.

     —Ya no puedo... Me prohibió que me comiera lo que es tuyo.

     —Exacto —tomé la mano que estiraba con las galletas y la acerqué hacia su pecho—. Es mío, y yo quiero regalártelo. —Volvió a negar con la cabeza moviendo su mano con las galletas hasta mi pecho.

     —Así no es como funcionan las cosas.

     —Así funcionan para mí.

     —No estoy dispuesto a que sufras por esto.

     —Y yo no estoy dispuesta a que no aceptes mi comida. —Sonrió y tocó mi mejilla. Yo toqué esa mano unos segundos antes de jalarlo por la camisa hacia la cama. Me senté en ésta y abrí el paquete, él se sentó a mi lado. Tomé una galleta, le extendí el paquete para que tomara una. Vaciló unos segundos, pero al ver que yo no movería mi mano hasta que aceptara lo hizo.

     —Sabes que no te comerás sólo una, ¿verdad? —. Le pregunté levantando la ceja.

     —Lo sé. Eres una chica muy testaruda, ¿sabías? —. Le dio una mordida a la galleta.

     —Lo sé. —Nos miramos sin borrar las sonrisas de nuestros rostros. Era agradable pasar un buen momento en una situación como aquella. 



Secuestrada #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora