La pelea

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     — ¿Qué es lo que te hace? —Pregunté cuando terminamos de comer, moría de curiosidad y no podía quedarme otro día callada.

     — ¿Qué? —Me miró fingiendo confusión.

     —Dijiste que tener a tu padre secuestrado no era lo único que hacía... —Expliqué—. ¿Qué más te hace?

     — ¿Qué parece? —Sonrió con tristeza señalando el círculo morado debajo de su ojo. Llevé mi vista a sus delgados muslos cubiertos por un pantalón de pijama rayado bastante sucio. No me gustaba verlo lastimado, apenas lo conocía, pero no quería ver que alguien le hacía daño.

     — ¿Te hace algo más? —Necesitaba saber todo por lo que él pasaba, para decidir quedarme ahí y que no sufriera. Quería que me convenciera de quedarme. Asintió con la vista hacia otro lado.

     — ¿Qué cosa? —Lo presioné porque no decía nada. Me miró, sus ojos luchaban por no dejar salir ninguna lágrima, pero a mí no me importaba, me sentía mal pensar que se veía tierno llorando; no muchos hombres se atreven a hacerlo, y menos frente a una chica. La forma en la que me veía, hizo que se me hiciera un nudo en el estómago. Reconocí esa mirada, era la misma que veía en mí cada que me observaba al espejo, entonces lo entendí—. ¿Ese maldito te...? —No pude terminar pues me tapé la boca horrorizada con los ojos llenos de lágrimas.

     —Si no me dejo mi padre sufre. —Se secó los ojos con la manga de su camisa la cual estaba algo rota.

     — ¿Por qué no te defiendes? Tú eres hombre, puedes hacerlo. —Sonrió sin ánimos. Al instante me arrepentí de mi comentario, sonaba algo machista: no se defendía porque no podía, sin importar que fuese un hombre.

     —Soy muy flaco para pelear contra él —comenzó a explicar sin cuestionarse u ofenderse por lo que yo le acababa de decir—, me ganaría en 5 segundos, además no sé en dónde tiene a mi padre.

     — ¿Y cómo sabes aún está vivo? —Conocía a Thomas, no era del tipo de persona que dejaría vivo a alguien mucho tiempo, en cambio, sería capaz de asesinarlo y hacerle creer a Jake que aún estaba vivo sólo para torturarlo y tenerlo a sus pies.

     —Cuando estoy en su habitación... —Se detuvo unos segundos intentando ignorar los recuerdos que acechaban su mente sobre lo que pasaba en aquel lugar—. Ahí es donde ve lo que graban las cámaras—señalóla esquina de la habitación en donde estaba el aparato con la luz rojaparpadeante—. He visto a mi padre —apretó los dientes— y a ti. —Tragué saliva. Supe que había sido testigo de todas las veces en las que Thomas entró a mi cuarto.

     — ¿Cuánto tiempo llevas aquí? —Pregunté—, porque llevas más tiempo que yo, ¿no? —Asintió con la cabeza antes de responder.

     —Desde hace una o dos semanas.

     —No puedo creer que te obligue a hacerlo. —Dije asqueada.

     —Bueno, supongo que lo disfruto igual que tú —volteé a verlo para contradecirlo, pero su sonrisa demostraba que lo decía en broma, entonces me sentí una idiota por creer que hablaba en serio—. Pero sé que mi padre no sufrirá si no pongo resistencia. —Sin poder evitarlo toqué su mano. Nos miramos a los ojos, y después empezamos a vernos los labios. Thomas abrió la puerta causando que Jake se parara de un brinco de la cama.

     — ¿Dónde está mi cena, niño? —Nos miró molesto, saltando su vista de uno al otro. Nunca supe por qué le decía niño a Jake, él parecía sólo unos años menor que Thomas.

     —L-Lo siento —se disculpó evitando sus ojos—. Ahora la preparo. —Se acercó a la puerta, pero Thomas le bloqueó la salida sonriéndome con malicia.

     —No —sabía que nada bueno pasaría a continuación—, te quedarás aquí. —Thomas cerró la puerta y movió a Jake para que se pusiera frente a ésta dándole la espalda. Después se acercó a mí. No podía moverme, estaba paralizada, no quería que lo hiciera. Me empujó para que me acostara en la cama. Se subió encima de mí abriendo mis piernas y se quitó la camisa. Volteé a ver a Jake, cerraba los ojos con fuerza.

     — ¡Ábrelos! —Gruñó Thomas al darse cuenta de la reacción de Jake. Girémi cabeza de nuevo hacia Thomas. Me quitó la blusa y empezó a besarme el cuello.

     — ¡No! —Supliqué lanzando manotazos a diestra y siniestra. Regresé mi vista a Jake para que me ayudara, pero sólo volvió a cerrar los ojos girando su cabeza hacia la pared contraria a mí. Thomas me mordía y golpeaba. Entendía que Jake se sintiera impotente pues si me ayudaba tanto él como su padre sufrirían, pero eso no evitaba que sintiera que me traicionaba al quedarse ahí de pie sin hacer nada.

     — ¡Basta! —No, ese grito no había salido ni de Thomas ni de mí. Sentí cómo me liberaba del peso de mi agresor. Lo único que alcancé a ver fue a Jake golpeando a Thomas en el suelo. De repente Thomas le dio un puñetazo obligándolo a quitarse de encima a lo que el pelinegro aprovechó para ponerse de pie. Lo jaló del cabello y comenzó a golpear su cabeza con la pared.

     — ¡Jake! —Grité llorando. Thomas lo giró y empezó a ahorcarlo, pude ver que tenía la frente llena de sangre.

     — ¡NO! ¡DETENTE! ¡DÉJALO! —Pero pareció que mis palabras motivaron a Thomas a aplastar más el cuello de Jake. El rubio lo pateó en la entrepierna logrando así que Thomas lo soltara el tiempo suficiente para que pudiera decirme:

Huye

     Thomas se abalanzó de nuevo contra él golpeándolo en la costilla. No quería dejarlo, pero sabía qué haría Thomas si me veía corriendo. Abrí la puerta, salí de la casa y empecé a correr con todas mis fuerzas. Volteé hacia atrás, Thomas estaba corriendo detrás de mí. Me paré en seco y di media vuelta enfrentándolo. Se detuvo antes de alcanzarme.

     —Yo... —Tragué el nudo que se me había hecho en la garganta—Me quedaré contigo el tiempo que me quieras, y haré lo que desees, pero promete que dejaras ir a Jake y a su padre.

     — ¿Acaso te has enamorado, pequeña? —Se burló.

     — ¿Lo prometes? —No contesté su pregunta, más que nada porque no estaba muy segura de la respuesta. Tocó mi mejilla y sonrió.

     —Vamos. 

     — ¿Lo prometes? —Repetí.

     — ¿Confiarías en mi palabra? —Levantó una ceja. Al ver que no respondía tomó mi mano y regresamos a la casa. Me llevó de vuelta a aquella horrible habitación. En cuanto lo vi corrí hacia él.

      — ¡Jake! —Me arrodillé a su lado antes de acostarlo boca arriba. Su cara estaba llena de sangre, recargué su cabeza en mis muslos y moví el rubio cabello (manchado en ese momento de rojo) de su frente, apenas estaba consiente. Después de estar en esa posición Thomas puso una cubeta de agua con una toalla a mi lado.

     —Límpialo. —Ordenó. Saqué la toalla, le exprimí el exceso de agua y la pasé por sus ojos. Ésta enseguida se tornó en un color rosado. Repetí ese proceso una y otra vez hasta que terminé de limpiar su rostro, tenía una cortada grande y bastante fea en la frente, supuse le dejaría una cicatriz. Traté de cargarlo, aunque fuera más alto que yo, probablemente pesaría menos. Lo llevé a la cama como pude y lo acosté ahí.

     Esperé suplicando con todas mis fuerzas a que despertara.

Secuestrada #1Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum