¡¿QUÉ?!

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Cuando me penetró grité golpeándolo en los hombros, él me sujetó de las muñecas. Era salvaje, me estaba lastimando aun más que lo que había hecho su hermano, pero sabía que si se lo decía no le importaría. El dolor que él me provocaba, y el que ya tenía gracias a Christian era insoportable. 

Después de unos interminables minutos sentí como terminó dentro de mí, fue horrible y asqueroso. Dejó caer todo su cuerpo sobre el mío, recargando su cabeza entre mis pechos. Yo lloraba sin cesar. Alguien abrió la puerta y Thomas se quitó de encima tan rápido como un rayo.

     — ¿Qué sucede aquí? —Preguntó Christian. Me senté en la cama aún temblando.

     —Nada, que tu "noviecita" trató de escapar, y le di una lección. —respondió Thomas mientras se vestía de nuevo. Christian volteó a verme molesto, bajé la mirada viendo cómo un par de lágrimas caían sobre mis piernas desnudas.

     —Vete. —Le ordenó al pelinegro una vez que ya tenía el pantalón puesto. Él lo obedeció con una sonrisa en su rostro.

     —Vas a tener que quedarte aquí abajo, acabas de demostrarme que no puedo confiar en ti.

     — ¿Por qué secuestrarme? –sabía que seguía desnuda, pero después de lo que ambos me habían hecho no me preocupaba por volver a vestirme, además no sabía si podría con mi cuerpo temblando de la manera en la que lo estaba haciendo.

     —Lore, ya hablamos de eso.

     —He visto tu casa, tu vecindario. Eres muy rico, podrías conseguir a cualquier chica hermosa y de manera legal para que esté contigo. No había razón para secuestrarme.

     —Yo no quería una chica hermosa cualquiera —dijo negando con la cabeza y sentándose a mi lado—. Te quería a ti; sabía que tú no me harías caso sin importar cuánto dinero tenga, ya te lo había dicho.

     — ¿Quién sabe? —Me encogí de hombros— Parece que tengo muy mal gusto en los hombres. Mi último ex me engañó con muchas. Igual y podrías haberme interesado. —Era mentira pero pensaba que eso era lo que quería escucharme decir.

     —No soy un mal hombre. —Miraba sus manos, ni él se la creía.

     — ¡No! ¡Qué va! —Dije con sarcasmo alejándome un poco de él.

     — ¿Lo extrañas?

     — ¿El qué?

     — A tu ex. A Emmanuel.

     — En realidad no pero él... —entonces reaccioné—. Espera, ¿cómo sabes su nombre? —abrió la boca buscando una respuesta. Me puse de pie con el corazón a punto de saltar de mi pecho—. Terminamos hace menos de 5 meses... Tú sabías... Tú... —se me hizo un nudo en la garganta—. Tú lo mataste. —Emmanuel había fallecido poco después de que termináramos, y si era verdad que el hombre frente a mí lo había asesinado eso significaba que había muerto por mi culpa y no en un asalto como nos habían hecho creer. 

     —Lo seguí, y el muy idiota te dejó por unas putas que se encontraba en los bares a los que iba. Tenía sexo con ellas sin protección y después se alejaba de sus vidas. No entiendo porqué estuviste con alguien como él, ¿sabes que pudo haberte contagiado alguna enfermedad si hubieras cedido a sus deseos de acostarte con él? —se puso de pie y dio un paso hacia mí—. Sólo quería una cosa de ti. No te merecía.

     — ¡No te me acerques! —Me pegué a la pared extendiendo una mano hacia él para mantener la distancia.

     —Lorena, te alejé de ese hombre, deberías agradecérmelo.

Secuestrada #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora