Chris

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No quería dejar de llorar, cuando sentí que dejó de abrazarme yo lo hice también. Puso ambas manos en mis mejillas obligándome a verlo.

- ¿Quieres darte un baño? -Me preguntó- Creo que te servirá.

Sin dejar de llorar asentí. Acercó mi cara a él besándome en la frente, después me soltó para que fuera a bañarme.

Subí a la habitación de Christian en dirección al baño. Al entrar vi, a lado de la tina, una bata rosa colgando, por el color supuse que Chris la habría comprado para mí.

Por lo machistas que ambos son no parece que alguno de ellos use algo de este color.

Me quité la ropa, la dejé sobre el inodoro y me metí a la tina. Cuando el agua me hubo cubierto todo el cuerpo volví a llorar, por mis padres, por Sofía, por estar ahí, me desahogué hasta que ya no me quedaron lágrimas.

Justo en el momento en el que estaba a punto de salir Christian entró al baño como si nada, puso mi ropa en un bote de ropa amontonada, levantó la tapa del retrete, desabrochó su pantalón, se bajó el cierre y... Desvíe la mirada hacia la pared a mi lado derecho. Me arrepentí de no haberle puesto seguro a la puerta.

Cuando escuché que terminó de lavarse las manos volteé a verlo, estaba recargado en el lavamanos con sus pies cruzados a la altura de los tobillos y la bata rosa en una mano. Sabía que no se movería hasta que hubiese salido de la tina, así que me puse de pie y extendí la mano, pero él no hizo lo mismo, movió la cabeza indicándome que saliera completamente de la tina. Así pues, pisé el tapete con mis pies húmedos intentando cubrir mi desnudo cuerpo de sus ojos. Chris extendió la bata frente a mí, le di la espalda y metí los brazos por los orificios correspondientes, pero justo antes de amarrar la bata Christian me hizo girar 180 grados hasta quedar frente a él, puse mis manos en su pecho para mantener una distancia, pero me jalaba de la bata para acercarme más a su cuerpo.

Me besó, le devolví el beso; después de unos segundos me aparté lentamente, volvió a besarme pero esta vez moví mi cabeza hacia un lado, ésto solo sirvió para que empezara a besar mi cuello. Me cargó por la cintura y me sentó en la orilla del lavamanos, deslizó sus manos por mis hombros, haciendo que la bata resbalara. Volvió a besarme en los labios, pero esta vez lo aparté con fuerza, me miró extrañado.

-No Chris. Yo... Ahora no, hoy no. -Le dije bajando la cabeza ocultando mis lágrimas.

Christian movió mi barbilla con su mano para que lo viera, sin poder evitarlo una lágrima resbaló por mi mejilla. El castaño la limpió con el pulgar.

-Lo lamento, debí entender, lo que acaba de pasar con Sofía, y acabas de llamar a tus padres. Perdóname.

Su disculpa parecía sincera. Como esta vez él fue quien bajó la cabeza yo toqué su mejilla y volteó a verme con una mezcla de confusión y felicidad.

-Gracias por dejarme hablar con mis padres una vez más. -Le di un beso rápido en los labios. Aún me asqueaba pero él tenía que saber que apreciaba aquellos pequeños gestos.

Cuando me alejé vi que sonreía como jamás lo había visto sonreír. Volvió a taparme los hombros con la bata antes de amarrarla con un pequeño nudo. Sujetó mi cintura y me bajó.

Salimos del baño, me dijo que me daría mi ropa, así que caminamos al otro lado del cuarto, hacia el ropero. Abrió una de las puertas-cubiertas de espejos-, eligió las prendas que quiso y me las extendió. Me cambié dándole la espalda.

Cuando terminé tomó mi mano, salimos del cuarto, abrió una puerta que estaba del lado izquierdo antes se empezar las escaleras para bajar. Me empujó levemente la espalda para que pasara, no vi nada hasta que Chris prendió la luz, era una pequeña habitación, probablemente fuera 1/4 del tamaño del de Christian, pero había muchísimos libros, me acerqué, pude notar que todos eran de mis autores favoritos, volteé a verlo con el rostro iluminado.

-Estos libros... Amanda Hocking, James Dashner, J.K. Rowling. Amo a todos estos autores -Le dije sonriendo de oreja a oreja. Él hizo lo mismo al verme tan feliz-. Espera... -Christian se acercó un poco a mí.

-Los compré para ti, para qué no te aburras ya que no saldrás en un tiempo. Compré los que ya has leído. No quería comprar uno nuevo y que no te gustara. Bueno, sí compré unos del mismo género, incluso unos de Stephen King que me recomendó el hombre de la tienda en donde compre los libros. De hecho creo que lo hice el empleado del año por la cantidad de libros que le compre -se rio-, también me dio una membresía, y me invitó a tomar un café -pensó unos segundos-, bueno, creo que eso fue más bien porque soy increíblemente atractivo, pero él no era mi tipo-bromeó-. Ve lo afortunada que eres, Lorena.

¡Uy, sí! Que afortunada soy.

Le sonreí antes de regresar mi vista a los libros emocionada, agarré una de mis sagas favoritas (que podría leer un millón de veces y seguiría amando), Christian leyó el nombre.

- ¿Lazos de Sangre? ¿De qué trata? -Preguntó con curiosidad.

-De una chica -comencé a explicar- que se enamora de dos hermanos, y los hermanos de ella... -Vi que sonreía mientras levantaba una ceja-. Creo que mejor éste no. -Me di cuenta de lo inoportuno que fue haber agarrado ese libro, en especial respecto a mi situación.

Christian tomó mi mano evitando que devolviera el libro a las estanterías.

-No, pero... ¿No es demasiada coincidencia que hayas elegido ese? -Me dijo aún sonriendo. Puse los ojos en blanco suspirando de manera exagerada.

-Sabes que Thomas no está enamorado de mí, y yo no estoy enamorada de él, y jamás pasará. En el caso del libro Alice sí se sentía atraída por ambos.

- ¿Entonces tengo más oportunidad? -Preguntó de broma, sin poder evitarlo me reí, escuchar mi risa parecía hacer más feliz a Christian. Pero él no sabía que aquello me había dado risa porque ni en un millón de años él tendría alguna oportunidad conmigo.

Volvimos a su habitación, me acosté boca abajo en la cama y abrí el libro. Chris también se acostó pero él lo hizo boca arriba, traté de evitar mirarlo, pero sentía, sabía, que me estaba observando leer.

- ¡Vaya! Ya son las ocho. -Dijo viendo el reloj de su muñeca. Volteé a verlo sorprendida de lo rápido que había pasado el tiempo- ¿Quieres hacer la cena conmigo?

-Pero Alice está a punto de entrar a la habitación de Peter... -me quejé por la interrupción.

- ¿Van a coger?

- ¿Qué? ¿Acaso solo piensas en eso? -Pregunté asqueada.

-No, también pienso en que tengo hambre y quiero que me ayudes a preparar la comida para que éste lista más rápido.

-¿Qué va a haber de cenar? -Cerré el libro, no sin antes ponerle un pequeño separador que el castaño me había regalado.

-Ensalada.

-Bueno. -Me paré de la cama esperando que él hiciera lo mismo. Bajamos a la cocina y comenzamos a preparar todo.

Secuestrada #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora