Cumpleaños

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     —Pide un deseo y apaga las velas. —Dijo Chris acercando el pastel a mí. Las velas eran dos números, el 1 y el 8.

Quiero irme de aquí, ya no quiero estar aquí. No creía que en realidad mi deseo se fuese a cumplir (ya había perdido las esperanzas meses atrás), pero tenía que intentarlo, soplé y las velas se apagaron.

     — ¿Qué quieres hacer hoy? —Preguntó Christian.

     — ¿Qué me dejas hacer hoy? —levanté una ceja. Sonrió antes de responder. 

     —Lo que quieras menos ver a algún ser querido o que te deje ir.

     —Si quieres podemos darnos un revolcón. —Sugirió Thomas.

     —Te recuerdo que le estás hablando a mi novia. —El hermano menor giró su cabeza en dirección al otro regañándolo.

¿Novia? El estómago se me revolvió.

     —Puedes unirte si así lo deseas. —El pelinegro se encogió de hombros.

     —Eres asqueroso. —Christian regresó sus ojos a mí.

     —Dime algo que no sepa. —Dijo entre dientes.

     — ¿Podemos ir al cine? —Pregunté sin esperar que realmente lo consideraran.

     —Bueno... —Pensó unos segundos—. Está bien, pero no harías contacto visual con nadie —asentí con ganas aceptando su condición—. Tom, ¿qué películas hay ahora?

     — ¿También va él? —Miré a Chris suplicándole con los ojos que se negara. Se limitó a mover la cabeza de arriba a abajo. Suspiré de manera exagerada.

     —Bien, pero que la película no involucre sexo porque se va a excitar y se desquitará conmigo...

     Thomas rio con fuerza acercándose a mí para tocarme la barbilla y así obligarme que lo volteara a ver, sonreía de oreja a oreja, como un gran tiburón.

     — ¡Vaya que me conoces bien, nena!

     —En realidad lo único que una debe saber es que tú sólo piensas en una cosa. —Asintió con orgullo.

     Vieron la cartelera por Internet; me dijeron qué películas había y a qué hora, me decidí por una. Christian me regaló un lindo vestido beige y Thomas un bolso que hacia juego con el vestido.

     Cuando faltaba media hora para que iniciara la película me vestí con unos jeans, una blusa y me puse unos zapatos bajos. Me cepillé el cabello, también me maquillé un poco después de mucho tiempo de no hacerlo. Desde el instante en el que salí de la casa no levanté la cabeza ni una sola vez, hasta que me dijeron que ya habíamos llegado. Me bajé de la camioneta, Christian me tomó por la cintura, más para controlarme que para otra cosa. Algunos chicos se me quedaron viendo mientras estábamos formados en la fila para comprar los boletos, pero sólo fue necesaria una mirada de odio de parte de Christian para que los otros fingieran no haber plantado sus ojos sobre mí. Vimos la película aunque en realidad no le puse mucha atención pues en lo único que podía pensar era en que mi mano estaba entrelazada con la de Christian mientras que Thomas mantenía la suya en mi muslo. Cuando salimos me pareció ver a una ex-compañera de la escuela así que traté de girar mi cabeza hacia otro lado para que no me reconociera porque sabía que en vez de darse cuenta de que yo llevaba 8 meses desaparecida actuaría como si nada.

     — ¿Lorena? ¡Hey, Lorena! —Escuché que ella exclamó. Me giré en su dirección. Tenía una gran sonrisa en su rostro, corrió hacia mí.

Secuestrada #1Where stories live. Discover now