Stuck In The Middle (en pausa)

Capitulo 32

Prométeme que no te enamorarás de él.

Llegamos al restaurante y no podía creer que estaba en un lugar tan bonito como ese. La luz tenue hacía el piso brillara de tal manera, que parecía que estaba caminando sobre estrellas. Miré alrededor y vi muchas mesas y muchas personas sentadas, no vi ninguna mesa vacía y eso llamó mi atención. Le pregunté a Thomas en que lugar nos sentaríamos, y me sentí algo decepcionada al escuchar de su parte que no nos sentaríamos en ningún lugar de allí, pero me llené de intriga al oír que había reservado un lugar mucho más especial para nosotros.

Subimos unas escaleras que brillaban tanto que parecían hechas de cristal, ese lugar era un palacio y Thomas parecía un príncipe, yo estaba lejos de ser su princesa y por unos segundos envidie a quien sea que tomará ese lugar en el futuro, Thomas es un chico maravilloso, pero yo disfrutaba siendo la plebeya de su mejor amiga.

No puedo explicar como cambió mi cara cuando llegamos a la terraza, era el lugar más hermoso en el que había estado jamás. había pequeñas luces blancas rodeando las hermosas plantas que adornaban el lugar. Había fuentes muy bonitas y una especie de cascada artificial con muchas piedras. En el centro había una especie de escenario circular, y en el medio del mismo se hallaba la mesa donde nos sentaríamos, era perfecto. Estaba comenzando a sentirme como una verdadera princesa, porqué sin duda alguna estaba viviendo un cuento de hadas. Thomas Miller no tenía nada que envidiarle a los faroles que adornaban aquel hermoso escenario, su sonrisa, sus ojos, brillaban con luz propia.

— Ponte cómoda — dijo mientras corría el asiento para que me sentara.

— Gracias, que amable — le dije entre risitas, y me senté. No sabía porqué, pero estaba algo nerviosa.

— Ni siquiera te molestes en ordenar algo — dijo en el instante que me vio agarrar la carta para ver el menú — Yo ya sé cual es tu comida favorita, deberían traerla en menos de 10 minutos. —

— ¿Por qué haces todo esto? — pregunté sonriendo.

— ¿Por qué no lo haría? Eres mi mejor amiga y aunque intentes ocultarlo todo el tiempo, sé que estás atravesando un mal momento. Me preocupo por ti, sé que no estás comiendo bien, que no estás durmiendo bien, aunque intentes ocultar todo tras tu enorme sonrisa y tu maquillaje, no puedes borrar la tristeza, el dolor, la angustia que veo en tus ojos todos los días. No quiero que pienses que es lastima, porqué no lo es, simplemente todo esto es algo que mereces, y no solo hoy, es algo que mereces todos los días, pero obviamente no me alcanzaría el dinero para pagarlo — ambos reímos — no quiero perderte y me aterra que te vuelvas a enfermar, que te lastimes, que quieras escapar de todos tus problemas de la peor manera. Quiero que por lo menos esta noche, puedas entender lo especial que eres y lo importante que eres para mí. — terminó de hablar y me dedicó una de esas sonrisas que eran novocaína para mi alma.

Thomas provocaba ese efecto en mí que nadie podía lograr, me hacía sentir que valía la pena despertarme todos los días. Podía sufrir por Tyler, llorar por Martin, sentirme sola, sentirme abandonada, volver a llorar, pero verlo unas horas o hablar con él en el chat antes de ir a dormir, hacía que todo valga la pena. No había dolor que pudiera tirarme, no había nada que doliera demasiado como para hacer que renunciara a mi vida, no quería estar lejos de Thomas, jamás. Me sentía protegida a su lado, aunque esté mirándome de lejos, no había peligro que no pudiera afrontar, con solo saber que estaba allí, sabía con certeza que estaba cuidándome. Mi protector, mi psicólogo, mi mejor amigo, mi todo, en todo eso se había convertido Thomas Miller en mi vida.

Comimos, nos reímos, nos sacamos fotos y bailamos un rato. Teníamos todo ese lugar para nosotros solos, era increíble, le pregunté repetidas veces cuanto había pagado por todo eso, pero obviamente, siempre se negó a decirme, "callate y disfrutalo" era lo único que obtenía como respuesta.