Capitulo 22

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La verdad. 


¿Como mantienes en secreto una relación? parece fácil, pero créanme, lo viví en carne propia y es una misión casi imposible. Al menos, mi caso era bastante imposible. Aquellos dos meses que tuve de relación en secreto con Tyler fueron una locura, muchas veces estuvieron cerca de descubrirnos, muchas veces pusimos excusas que ni nosotros mismos creíamos, inventábamos historias, supuestos "encuentros de casualidad" que no eran nada casuales, supuestos "grupos de estudio" en donde nunca estudiábamos nada, supuestas "salidas con amigas", inventábamos lo que sea para poder vernos, pero estábamos cometiendo un crimen, viéndonos a escondidas. 

 Había muchas idas y vueltas, había días en los que quería abrazarlo fuerte y no dejarlo ir jamás, y había otros en los que ya no quería saber nada de él, y sé que a él le pasaba lo mismo conmigo. Aquella relación estaba destinada a fracasar, eramos como un palacio hecho de cartas, una obra de arte que con un simple viento podía destruirse. Pero aún así, teníamos la esperanza de que todo eso terminaría en un final feliz. 

 Todo marchaba "bien", aunque era todo muy inestable, estábamos constantemente en la cuerda floja. Y ya se sabe, lo inestable nunca me hizo bien. 

 Era miércoles por la tarde, no tenía clases aquel día, era feriado, hablé con Tyler para vernos, pero él no respondió. No le dí demasiada importancia, pero tenía el día libre y debía llenarlo con algo. Extrañaba a Cecilia, así que arreglamos para vernos en la cafetería de siempre, ¿lo malo?, es que olvidé el pequeñísimo detalle de que Thomas, mi mejor amigo, o quizás, ex mejor amigo trabaja ahí.

 A esas alturas ya no sabía si seguía siendo mi amigo. Hacía meses que ya no hablábamos, y si lo hacíamos eran palabras escasas, como "¿me prestas un lápiz?", era bastante doloroso, porqué se dirigía a mí como si fuera una completa extraña que nunca había sido su amiga.

 El reloj había marcado las tres de la tarde y yo ya estaba en la mesa de la cafetería con un libro en la mano. Supiré al ver que me había llegado un mensaje de texto de Ceci informándome que llegaría más tarde porqué había recibido una visita sorpresa de sus primos y sus padres la obligaban a pasar tiempo con ellos. 

 De la nada, sentí una mirada pesada sobre mí, empecé a sentirme nerviosa, miré hacia el mostrador y ví a quien solía ser mi gran amigo. Sus ojos color avellana estaban puestos fijos en mí, me incomodaba, noté que también se veía nervioso. De inmediato bajó la mirada y siguió con su trabajo, su cabello lacio, largo y castaño tapaba un lado de su rostro, mientras que del otro lado tenia su cabello detrás de su oreja, siempre se vió lindo así. Seguí leyendo tratando de distraerme, funcionó por unos minutos, pero luego volví a mirarlo, y ¿que creen?, él estaba mirándome con una sonrisa, de esas hermosas sonrisas tranquilizadoras que solía dedicarme. En ese momento sentí unas ganas imborrables de correr a abrazarlo y decirle lo mucho que extrañaba pasar tiempo con él, que me sentía muy sola, que estaba cometiendo muchos errores y que necesitaba un hombro donde llorar. Le devolví la sonrisa, y estuve a un segundo de levantarme, por suerte no me vió hacerlo, no me estaba mirando a mí, estaba mirando a una hermosa chica de cabello corto y negro azabache que se encontraba detrás de la entrada de vidrio de la cafetería.

 Me sentí una idiota, recuerdo esa vergüenza como si hubiera sido ayer. Ella entró corriendo a abrazarlo, él también lo hizo. Los miraba y me llenaba de rabia, nostalgia y angustia, porque aquella chica que tomaba de la cintura al abrazarla y la levantaba unos cuantos centímetros del suelo solía ser yo, hasta por unos segundos pude verme en su lugar y sentí envidia, sentí que me habían robado mi más adorado tesoro. Nunca volvería a tener un amigo tan especial como él, lo sabia, y eso me hacía odiarla a ella, y odiarme a mí por no haber hecho nada para no perderlo. 

 — ¡Hey, tierra llamando a Belle! — dijo Cecilia chasqueando los dedos en mi cara. 

 — ¡Al fin apareciste! ¡Ya me estaba aburriendo de estar aquí! — le respondí animada, me alegraba de verla, la había extrañado.

 — Los que no parecen aburrirse son esos de allá — dijo en tono despectivo mientras se acomodaba en el asiento, sabía a quienes se refería, pero aún así pregunté. 

 — ¿Quienes? —

 — Los de allá. Thomas y el pequeño duende de cabello corto —

 — Es una chica muy linda —

 — Tú eres más linda... ella es el premio consuelo — dijo la ultima frase entre risas. 

 — ¿Que? — sinceramente no había entendido a que se refería, ella seguía riendo y yo la miraba confundida. Se notaba kilómetros, yo no captaba el chiste. 

 — Nada, espera que el intento mesero se acerque a nuestra mesa, él puede explicártelo mejor que yo — dijo y guiñó uno de sus ojos. 

— Oh, que sorpresa, ahí viene. — añadió. 

 — Damas ¿van a pedir algo? — se dirigió a nosotras de quien llamó "intento de mesero", sin quitar los ojos de la libreta que llevaba. 

 — Oh, claro buen hombre. A mi, personalmente, me encantaría que me traiga una porción de sinceridad para mi amiga, un café cortado con una pizca de dile la verdad a Belle, y un muffin sabor a ¡Deja de jugar y explicalé lo que pasa! — soltó mi amiga sin dejar de mirar la carta de la cafetería, excepto en la ultima frase que dijo mientras apretaba sus dientes, donde sí miro a Thomas y le lanzo una mirada casi homicida. Pasaron algunos segundos de tensión. 

— Cecilia, porfavor, estoy trabajando, no es momento para  este tipo de planteos — dijo Thomas tratando de parecer tranquilo, pero sus ojos delataban que no le estaba gustando nada esa situación. Mientras yo, particularmente, me sentía ajena al asunto, no entendía de que hablaban. De todas maneras, quise calmar la tensión. 

 — ¿Pueden dejar de discutir como dos niños chiquitos? ¿De que hablan? ¿Recuerdan cuando solíamos ser amigos? ... ¿Podemos volver a eso por favor? — y aquello ultimo recuerdo haberlo dicho con la voz rota, no quería llorar, pero no me gustaba que la primera vez que entablaramos una conversación juntos, los tres, después de semanas sin hablar, tenga que ser de esa forma, discutiendo, no me gustaba para nada. 

 Pasaron algunos segundos silenciosos, pocos, pero para mi parecían eternos. Thomas me miró fijo, sus ojos no brillaban como antes al verme, eso me dolió, y me dolía aún más pensar que quizás nunca vuelva a mirarme como antes. Cecilia estaba a la expectativa de una respuesta, pero él simplemente nunca respondió, solo se dio vuelta para marcharse. 

 Mi amiga quiso impedir que se fuera, lo tomó del brazo y pude escuchar que ella le dijo en un susurro "Thomas, dile la verdad antes de que sea demasiado tarde". Se miraron un instantes hasta que él asintió, ella soltó su brazo y finalmente lo vi alejarse hasta la caja. Otro mesero se acercó y nos tomó el pedido. 

Pasaron unos minutos y el mesero se volvió a acercar con nuestros muffins y frappuccinos. 

 "Aquí están sus pedidos, pero déjenme aclararle que yo no los he preparado. Es obra de mi amigo que está por allá. Espero que lo disfruten" dijo el chico sonriéndonos, era muy amable. Evidentemente se refería a Thomas, porque era el único chico que se encontraba en la caja, el resto eran todas mujeres, incluyendo la chica de cabello moreno y corto.

Miramos nuestros vasos plásticos con frapuccino y reímos. El de Cecilia decía "Perdón Ceci", ella estalló en carcajadas "Yo sabía que aflojaría, somos sus amigas y nos ama con todo su ser. No puede hacerse el rudo con nosotras" me dijo y me guiñó el ojo. "¿Que dice el tuyo?" me preguntó y sonreí al verlo... "Te extraño Belle" acompañado de un corazón adornaban mi vaso. 

 Pero había algo que no me dejaba intranquila... ¿de que verdad hablaban mis mejores amigos? ¿Que sabían que yo no? ¿Porqué Thomas tomó distancia así... de la nada? . Eso era algo que no podía dejar pasar, tenía que averiguarlo.  

Stuck In The Middle (en pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora