¡A NUESTRA HIJA QUE SE LLAMA NUZI!
Uzi se tapó la cara.
Uzi- Esto es un crimen accidental contra la pedagogía.
N- ¿Qué hacemos? ¿La cambiamos de disfraz?
Uzi- ¡Pero ella ya ama el traje! ¡Dijo que era su versión de “comandante de estilo”! ¡Incluso le puso nombre a su parche: “pico dorado supremo”!
N- Dios… ¿y si la profesora lo interpreta mal?
Uzi- ¿Y si nos expulsan de la asociación de padres?
N- ¿Y si salimos en las noticias?
Silencio.
Y luego, con resignación, ambos cayeron de espaldas sobre la cama al mismo tiempo.
N- Mañana será un día muy largo.
La mañana siguiente amaneció radiante.
Demasiado radiante para lo que estaba a punto de suceder.
Nuzi estaba lista antes de que sonara el despertador.
Ya tenía el uniforme puesto, las botas bien amarradas, y el casco brillante como si hubiera sido pulido con lágrimas de sus padres.
Nuzi- ¡Estoy lista! —gritó desde la sala mientras hacía sonar el rifle de juguete contra su hombro.
N y Uzi bajaron como zombis de ansiedad.
Ambos miraron a su hija como si acabaran de ver a un pequeño dictador desfilando en su sala.
N- ¿Dormiste bien, Nuzi? —preguntó con una sonrisa tensa.
Nuzi- ¡Sí! ¡Y estuve practicando toda la noche mi desfile!
N- ¿Desfile?
Nuzi- ¡Sí! Vi un video en YouTube que se llama “military goose march” ¡Es como marchar pero más elegante!
(El tipo de marcha al que se refiere Nuzi aparece apartir del minuto 0:20 hasta el 0:36)
N tragó saliva.
N- ¿Goose… march?
Uzi- ¿Ganso? —susurró.
Y entonces, Nuzi lo hizo.
Con el pecho inflado, levantó una pierna recta hasta casi su cabeza y la dejó caer con fuerza.
Luego, la otra.
Avanzó por la sala con ritmo mecánico, rígida como palo de escoba, golpeando el piso como si estuviera en plena plaza roja de Moscú.
Nuzi- ¡UNO, DOS! ¡UNO, DOS! ¡OBEDECER Y MARCHAR! —gritaba con una sonrisa angelical.
Uzi se volteó lentamente hacia N.
Uzi- ¿QUÉ HICIMOS?
N- No lo sé, pero creo que ya no hay vuelta atrás.
Camino al colegio, Nuzi seguía practicando el paso de ganso en el asiento trasero.
Nuzi- ¡Churito también quiere desfilar! —decía mientras le ponía un casco en miniatura.
En la entrada del colegio, los niños empezaban a llegar disfrazados:
Cleopatra con escarcha, Abraham Lincoln con una barba mal pegada, y un Napoleón enano que ya se había caído tres veces por culpa de su espada de cartón.
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