Hubo un silencio largo. Cálido.
Tessa apoyó su copa en la mesa y se recostó en el respaldo.
Tessa- ¿Y Nuzi? ¿Cómo se lo tomará cuando crezca y sepa todo?
N- La verdad, mamá… ya lo sabe. A su manera. Ha escuchado cosas. Visto más de lo que creemos. Y aún así lo ama.
N- Le dice “papá” con orgullo. Y cuando él la abraza, se le nota. Ella se siente protegida. Eso vale más que cualquier cuento perfecto.
Tessa- ¿Y tú? ¿Te sientes protegida?
N lo pensó.
N- Sí. Pero no de la forma en que uno espera. No es alguien que bloquee el dolor. Es alguien que lo limpia conmigo. Que se queda cuando estoy insoportable.
N- Que cocina cuando tengo migrañas. Que me da espacio cuando exploto… y me abraza cuando me hundo.
Tessa lo miró. Esta vez, sin sarcasmo.
Solo como una madre que ve a su hijo adulto por primera vez.
Tessa- Entonces… quizás esté haciendo algo bien.
Hubo una pausa. Luego Tessa bajó la voz.
Tessa- ¿Sabes qué es lo que más me dolió de todo esto?
N- ¿Qué?
Tessa- Que no me lo dijeras tú. Que lo descubrí por fotos rotas, por rumores, por un mensaje a medias.
Tessa- Siempre pensé que, si alguien te rompía el corazón, yo estaría ahí con una pala y una lista de venganzas.
Pero tú… te lo guardaste. Como si no quisieras que yo viera tu dolor.
N bajó la mirada.
N- Porque sabía lo que harías. Y no quería que te llenaras de odio por algo que yo… en el fondo, aún quería arreglar.
N- Y tenía miedo de que me juzgaras si volvía con él.
Tessa asintió lentamente.
Tessa- Tal vez sí te juzgué. Tal vez aún lo hago.
Pero también estoy aquí. Eso debe contar para algo.
N- Cuenta muchísimo, mamá.
Se quedaron así un rato. Silencio cómodo, el tipo que solo nace entre la sangre y los años.
Tessa le acarició el cabello como cuando era niño, y N apoyó la cabeza en su hombro, con una sonrisa tranquila.
N- Te extrañé —susurró.
Tessa- Yo también, cariño.
Más tarde luego de aquella charla:
La puerta del cuarto de Nuzi se cerró con un clic suave.
Desde la sala, se oía a N tarareando bajito una canción de cuna mientras la arropaba.
Y Uzi… se quedó a solas en la cocina con la mujer más intimidante que había conocido en toda su existencia.
Tessa Elliot.
La suegra de las cejas perfectamente arqueadas, los labios con brillo exacto y una copa de vino que giraba en su mano como si esperara el momento exacto para ser arrojada.
Uzi se aclaró la garganta, rompiendo el silencio como quien pisa vidrio descalzo.
Uzi- ¿Le sirvo más té… vino… agua bendita?
Tessa- No necesito nada —dijo sin mirarlo aún— Solo quiero aprovechar que estamos solos.
Uzi tragó saliva.
Esto no iba a ser una charla casual sobre jardinería.
YOU ARE READING
One Shot ^^
Short StoryEn esta sección podrás leer historias cortas (de un solo capítulo) o quizás el inicio de otras historias a futuro aquí
Visita Inesperada
Start from the beginning
