La mesa de centro tenía dos vasos con restos de bebida, uno de ellos con una pajilla doblada de forma sospechosa. Un plato con migas descansaba al lado de un envoltorio arrugado.
Y lo peor: el suelo. Ni barrido, ni trapeado. Solo testigo silencioso de una mañana aparentemente tranquila para alguien que no había hecho nada.
N- Uzi… —llamó con la voz grave, tensa, mientras cruzaba los brazos.
Nada.
Se escucharon unos pasos rápidos, y Uzi apareció en el marco de la puerta del dormitorio.
Llevaba una camiseta arrugada, el cabello alborotado y una sonrisa nerviosa que no ayudaba en absoluto.
Uzi- ¡Amor! ¡Bienvenido! Mira, sé cómo se ve esto pero…
N- ¿“Se ve”? —interrumpió con una ceja arqueada—. ¿Esto se ve así? No, cariño. Esto es así. Esto es una escena del crimen contra la limpieza. ¿Qué hiciste estas horas?
Uzi- ¡Te juro que iba a limpiar! Solo que… me senté un momento a jugar, una partida rápida. Una. Y luego pensé en barrer pero justo hubo una misión complicada y...
N- Uzi —dijo señalando el reloj—. Me fui hace más de cuatro horas.
Uzi- ¡¿Tan tarde es?! ¡Pensé que habían pasado como veinte minutos!
N- Claro. Cuatro horas, veinte minutos, lo mismo da, ¿no?
Uzi caminó hacia el salón con cautela, como si entrar fuera parte de una operación secreta.
Se acercó a N, manos en alto.
Uzi- Mira, lo tengo todo planeado. Empiezo por la cocina, luego el baño, luego barro toda la sala… Tengo energía de sobra.
N- Ahora no es el momento de planear. Es el momento de mostrar resultados —le respondió girándose y señalando directamente el desastre—. ¿Tú ves algún resultado aquí? Porque yo veo el apocalipsis doméstico.
Uzi- Bueno… si lo piensas bien… está como “antes” pero con encanto —intentó bromear.
N- ¿Encanto? —se llevó las manos al rostro un segundo—. Mira, ni siquiera voy a mirar la cocina porque no quiero saber si los platos ya están generando una civilización propia.
Uzi- No, no, no. No hay civilización. Solo… un poco de vida microbiana, quizás.
N lo miró sin decir nada, cruzando los brazos con fuerza.
Uzi se rascó la nuca, visiblemente incómodo.
Uzi- Sé que te molestaste… pero prometo que lo hago ahora. Lo juro. Incluso puedes supervisarme.
N- Ah, ¿ahora yo tengo que hacer de capataz encima? ¿Tengo cara de jefe de obra?
Uzi- Tienes cara de alguien muy sexy cuando se enoja, eso sí —respondió con una sonrisita tímida, intentando suavizar la tensión.
N- No cambies de tema —dijo aunque no pudo evitar una ligera curva en la comisura de sus labios.
Uzi- Vale. Te entiendo. Lo arruiné. Pero puedo redimirme. Ya mismo empiezo, mira
Y sin más, Uzi giró sobre sus talones, fue hasta el armario y sacó una escoba con un gesto digno de alguien que estaba por salvar el mundo.
La sostuvo como si fuera una espada, alzándola con dramatismo.
Uzi- ¡Por la gloria del suelo limpio! ¡Atrapemos las pelusas traicioneras!
N- Estás fatal —murmuró cubriéndose la cara con una mano.
Uzi- Pero encantador, ¿verdad?
N- Eso no ayuda a que el piso se limpie solo.
Uzi empezó a barrer con energía exagerada, haciendo ruidos de batalla con la boca, como si estuviera enfrentándose a monstruos invisibles.
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Short StoryEn esta sección podrás leer historias cortas (de un solo capítulo) o quizás el inicio de otras historias a futuro aquí
Limpieza
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