N lo observó un momento más. Tenía esa cara que mezclaba ternura con sospecha, como quien quiere confiar, pero ya ha vivido suficientes decepciones como para no bajar la guardia.

N- Mejor que lo hagas, Uzi. Si no, te juro que esta vez sí te hago limpiar con cepillo de dientes.

Uzi- ¡Pero si el piso es de cerámica! —dijo alarmado.

N- Pues empieza por ahí. Nos vemos en unas horas

Y con eso, N salió, dejando a Uzi solo con la escoba, el polvo… y muchas tentaciones de distracción.

Uzi se quedó de pie en medio del salón, mirando alrededor.

El caos era evidente: platos en la cocina, ropa sobre el sillón, papeles, calcetines…
Se rascó la nuca y suspiró.

Uzi- Ok. ¿Por dónde empiezo… o por dónde empiezo a procrastinar?

Y así comenzó su particular “plan de limpieza”.

Mientras tanto con N:

El supermercado estaba menos lleno de lo que N esperaba.

Una pareja de ancianos discutía suavemente sobre qué arroz era más barato, un niño hacía berrinche por unos cereales, y una canción pop suave sonaba por los altavoces.

N empujaba su carrito por los pasillos con eficiencia, leyendo la lista en su móvil mientras iba tachando mentalmente cada punto.

N- Detergente, check… bolsas de basura, check… trapo nuevo… —susurraba para sí, metódico, con la frente ligeramente fruncida.

Llevaba apenas quince minutos allí y ya había llenado medio carrito. Iba con prisa, sí, pero sin estrés.

El plan era sencillo: entrar, comprar, volver… y encontrar el departamento impecable.

O al menos sin olor a quemado.

Mientras revisaba entre los estantes de productos de limpieza, eligió la marca de detergente que siempre usaban.

Ese que olía a ropa recién tendida bajo el sol, a “domingo tranquilo”, como lo llamaba Uzi.

Lo metió en el carrito junto a las esponjas y el desinfectante, y continuó su camino hacia el pasillo de frutas.

Fue entonces cuando, sin buscarlo, sus pensamientos regresaron a Uzi.

Lo imaginó, quizás con auriculares puestos, bailando con la escoba mientras cantaba algo ridículo.

O, más probable aún, imaginó a Uzi sentándose "cinco minutitos" y perdiendo la noción del tiempo jugando en el movil.

(Mente de N)- Aunque bueno, capaz y se pone serio esta vez —penso sin mucho convencimiento.

Llegó a la sección de frutas y se detuvo frente a los estantes con cajas transparentes de fresas. Rojas, brillantes, con ese aspecto jugoso que parecía gritar “llévame contigo”.

N las miró un momento y sin pensarlo mucho, tomó una cajita.

Pero apenas la dejó en el carrito… se detuvo.

N- ¿Se las merece? —dijo en voz baja, como si estuviera debatiendo con alguien invisible—. Técnicamente no ha hecho nada aún. Podría estar acostado en el sofá en este mismo momento, con la consola en las manos y los calcetines sucios al lado de la planta.

Miró la caja de fresas como si esperara que le respondiera.

N- Aunque… si está limpiando de verdad, sería bonito que las vea al regresar, ¿no? Un pequeño premio. Un gesto. Algo dulce por algo limpio.

One Shot ^^Donde viven las historias. Descúbrelo ahora