Uzi- Sí —dijo ahora a centímetros de su rostro—.
Y si estás tan molesto, tan celoso, tan tenso…
Entonces sube al cuarto.
N- ¿Para qué?
Uzi- Para que te pongas en cuatro… y yo te recuerde quién te folla de verdad.
El silencio se volvió húmedo.
Espeso.
Los ojos de N brillaban entre confusión, deseo y un orgullo herido que ahora ardía de otra forma.
Se mordió el labio. Dudó un segundo.
Y luego, se giró.
Subió las escaleras sin decir más.
Y Uzi lo siguió con calma…
…con esa calma peligrosa del que sabe que está a punto de conquistar territorio.
Porque sí.
N podía gritar, reclamar, gruñir…
Pero Uzi lo iba a callar con el único lenguaje que N entendía cuando los celos lo consumían.
La puerta del cuarto se cerró con un clic seco.
N apenas la había empujado antes de caminar al centro de la habitación, sin mirar atrás.
Sabía que Uzi venía detrás.
Lo sentía en cada paso.
Pero no se giró.
Se quitó la camiseta, dejándola caer al suelo sin delicadeza.
Los pantalones siguieron.
Y luego los boxers.
N se quedó de pie, desnudo, con la espalda al borde de la cama, el pecho alzado, la respiración agitada.
Sus músculos tensos, los ojos fijos en la pared como si se obligara a no retroceder.
Uzi cerró la puerta sin prisa.
Y lo observó.
Todo.
Desde la nuca hasta los talones.
Uzi- Tú empezaste esto, ¿recuerdas? —dijo con voz baja, arrastrada, caminando hacia él—.
Jugaste a estar en control.
A reclamar.
A marcar territorio…
Se detuvo detrás de él. Tan cerca que N sintió el aliento contra su cuello.
Uzi- Pero eso —susurró— se paga con sumisión.
N cerró los ojos un momento. Su orgullo luchaba, pero su cuerpo ya temblaba.
Uzi- Ponte en cuatro —ordenó.
N obedeció.
Con los dientes apretados, apoyó las manos sobre el colchón y dobló las rodillas.
Su espalda bajó, su trasero quedó levantado, expuesto.
Uzi respiró hondo.
Uzi- Mírate… —murmuró mientras desabrochaba lentamente su cinturón—. El niño bravo ahora se arrodilla.
N apretó los dedos contra las sábanas, frustrado. Pero no dijo nada.
Uzi se arrodilló en la cama detrás de él, y pasó las manos por su cintura.
La piel de N estaba caliente. Viva. Tensa.
Uzi- ¿Tienes idea de lo sexy que te ves cuando estás celoso? —susurró, lamiendo el borde de su espalda baja—. Me dan ganas de follarte hasta que olvides tu nombre.
N jadeó apenas. Se mordió el labio.
Uzi lo apretó con fuerza. Le dejó marcas. Le arañó los muslos.
Uzi- ¿Querías que te recuerde a quién perteneces?
Un golpe de cadera.
Un gemido contenido.
N arqueó la espalda sin poder evitarlo.
N- ¡Uzi…!
Uzi- Calladito —le gruñó al oído—. No hasta que yo lo diga.
Y entonces, sin previo aviso, lo penetró de una sola embestida.
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One Shot ^^
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