Uzi se quedó callado.
No por miedo.
Sino por sorpresa.

Porque lo que dijo N no fue un grito, ni un reproche exagerado.
Fue un hecho.
Claro. Directo.
Como si acabara de decir: “el cielo es azul” o “me duele un diente”.
Solo que en este caso… dolía mucho más que un diente.

N se acercó. Caminó hacia él sin prisa.
Y Uzi retrocedió un paso, por reflejo.

N- ¿Sabes qué es lo que me molesta de verdad? —preguntó con voz baja, grave—. Que no hiciste nada para alejarla.

Uzi- ¿Tenía que empujarla? ¿Gritarle?

N- No. Tenías que recordar que no estás solo.
Que tienes a alguien a tu lado.
Que tu cuerpo ya no es territorio neutral.

Uzi tragó saliva.

Uzi- Creí que confiabas en mí.

N- Confío en ti —dijo—. Pero no confío en ella. Y tampoco confío en tu capacidad de poner límites si no te los dejan en la frente.

Silencio.

Uzi bajó la mirada un segundo.

Uzi- ¿Entonces qué quieres que haga? ¿Que ponga un cartel que diga “propiedad de N”?

N se acercó más.
Ahora estaban frente a frente.

Su pecho apenas rozaba el de Uzi.
Y su mirada… ardía.

N- No. No quiero un cartel.

Silencio unos segundos demasiado largos.

Uzi- ¿Entonces qué quieres que haga? ¿Bloquear a todas mis ex? ¿Hacer un comunicado público?

N- No, Uzi. Solo quería que me miraras. Que me tomaras de la mano. Que dejaras claro, con un simple gesto, que tú ya no estás disponible.

Uzi apretó los labios.

Uzi- Eso no significa que esté abierto a nada, N.
Sabes que te amo.

N- Entonces demuéstralo.
Porque hoy no lo hiciste.

Uzi se acercó despacio.

Uzi- ¿Estas enojado?

N lo miró fijamente.

N- ¿Enojado? No, Uzi. Estoy furioso.
Porque la vi a ella tocándote, y vi cómo tú no hiciste nada.

Y peor aún, vi cómo me ignorabas mientras lo hacía.

Uzi bajó la mirada, un poco culpable.

Uzi- No fue mi intención…

N- ¡Lo sé! —lo interrumpió frustrado—. Pero igual dolió.
Y ahora, tengo toda esta rabia aquí dentro, y no sé qué hacer con ella.

Uzi levantó la cabeza. Lo miró.
Y por un instante, sus ojos cambiaron.

Uzi- ¿Ah, sí? —susurró con una sonrisa ladeada—. ¿No sabes qué hacer con ella?

N lo miró, confundido.
Su voz ya no sonaba culpable.
Sonaba… peligrosa.

Uzi- Tal vez —dijo acercándose más— necesitas que te recuerde algo.

N- ¿Qué cosa?

Uzi- Que aunque tú seas quien explota, quien reclama y quien gruñe…

Al final, sigues siendo mío.

N tragó saliva. Su rabia todavía ardía, pero el tono de Uzi le heló la piel de otra forma.

N- ¿Ah, sí?

One Shot ^^Where stories live. Discover now