Ella tragó saliva. Dio un paso atrás. Pero en lugar de huir, se giró hacia el biombo de tela negra al costado del estudio. El espacio donde debía cambiarse. El lugar donde comenzaría todo.
Uzi- ¿Qué se supone que me ponga?
N- Lo que dejé sobre el perchero. Es parte del concepto. Y no te atrevas a mirarte antes de salir. Quiero verte reaccionar en los espejos.
Uzi no dijo nada más. Tomó la prenda -una especie de vestido negro de encaje traslúcido, abierto por los costados- y desapareció detrás del biombo.
N se quedó en el centro del estudio, girando lentamente el anillo de enfoque de su cámara.
Los espejos se detuvieron en una nueva posición.
La trampa estaba lista.
Y la modelo... ya estaba atrapada.
Detrás del biombo, Uzi se quedó inmóvil unos segundos. El vestido que tenía en las manos no era exactamente una prenda: era una declaración de guerra. Telas finas, traslúcidas, costuras que apenas cubrían lo necesario. Era como si N hubiera diseñado la prenda solo para verla rendirse. Y eso la enfurecía.
Uzi- Hijo de puta... -murmuró mientras se desabotonaba la blusa.
El silencio del estudio era opresivo. Sabía que él la estaba esperando, probablemente viéndola a través de algún maldito espejo estratégicamente colocado. Sus manos temblaban, aunque no quería admitir por qué. No era miedo. No exactamente. Era algo peor: anticipación.
Del otro lado, N manipulaba la cámara con calma quirúrgica. Movía la luz, giraba algunos espejos, ajustaba el trípode. Todo con la misma tranquilidad con la que un director prepara su obra maestra. Cuando escuchó la cremallera bajando, sonrió apenas.
N- ¿Estás lista?
Uzi- No me hables -escupió desde detrás del biombo-. Esto es ridículo.
N- Lo ridículo es fingir que no te excita -le respondió con voz grave-. Cada prenda que te quitas, es una mentira menos en la piel. Vamos bien.
Uzi apretó los dientes. Terminó de ponerse el vestido. La tela caía sobre su cuerpo como un susurro indecente. Dejaba al descubierto sus muslos, parte de su espalda, el inicio de sus senos. No era ropa. Era una provocación viva. Un espejo de lo que sentía por dentro y no quería mostrar.
Cuando salió, N no se movió. No hizo ni un solo comentario. Solo la miró. Lenta, profundamente. Como si fuera una imagen sagrada que acababa de imaginar. Uzi cruzó los brazos, incómoda, pero él alzó la mano.
N- No. No tapes nada. Si lo haces, el arte se muere. Y no te traje aquí a salvarte. Te traje a mostrarte.
Ella se detuvo. Bajó los brazos. Respiró hondo.
Uzi- Si me tocas, se acaba.
Él se acercó, pasos seguros. Se detuvo a solo unos centímetros. Su voz salió como un cuchillo que corta sin levantar el tono.
N- ¿Te incomodan los espejos? ¿O te incomoda el hecho de que ya estés mojada sin que te haya tocado?
La bofetada verbal fue directa. Uzi no respondió. Su cuerpo temblaba, pero sus ojos seguían ardiendo con furia. Él ladeó la cabeza, divertido.
N- ¿Sabes por qué los espejos están aquí? No es para que te veas bonita. Es para que no puedas mentir. Cada ángulo, cada sombra, cada temblor en tus labios... quedará grabado. No en fotos. En ti.
Él le pasó un dedo por la clavícula expuesta, lentamente. Sin tocar el vestido. Sin cruzar aún la línea.
N- Ese vestido no sirve -dijo de pronto.
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Short StoryEn esta sección podrás leer historias cortas (de un solo capítulo) o quizás el inicio de otras historias a futuro aquí
Entre espejos
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