N- N-no sé si estoy listo para esto... -susurró con la voz temblorosa.

Uzi se detuvo un segundo, lo miró con atención. No había burla en sus ojos ahora, sino un tipo de fuego distinto, más dulce.

Uzi- Si me dices que pare, lo haré. Pero... no tienes que estar listo para todo. Sólo tienes que estar conmigo.

El silencio que siguió fue espeso, cálido, cargado de electricidad. N asintió, apenas, y Uzi volvió a besarlo. Con menos prisa, con más profundidad. No había risa esta vez, ni provocaciones. Sólo labios y aliento compartido.

Y justo cuando las cosas se ponían realmente calientes, sonó el teléfono.

Una vez. Dos veces. Tres.

Uzi- Ignóralo... -murmuró pegando los labios al cuello de N.

N- Podría ser importante... -respondí aunque no tenía intención de moverse.

Uzi- Nada es más importante que esto ahora.

Y con eso, Uzi se apoderó otra vez de su boca, tapando cualquier pensamiento, cualquier sonido, cualquier duda.

El juego había comenzado. Y no pensaban detenerse.

El ambiente del cuarto era tibio, cargado de un silencio expectante. Afuera, el cielo se teñía con los últimos tonos del atardecer, filtrando luz anaranjada por las cortinas a medio cerrar. Pero dentro, la temperatura subía por razones muy distintas.

Uzi abrió la puerta de su habitación sin mirar atrás. Solo alzó una ceja cuando notó que N no lo seguía aún.

Uzi- ¿Te vas a quedar ahí parado como estatua? -preguntó con una sonrisa ladeada, apoyándose contra el marco de la puerta-. ¿O el señor papá necesita una invitación formal para entrar a su propia habitación?

N tragó saliva. Caminó hacia él en silencio. Cada paso se sentía como una eternidad, y su cuerpo... su cuerpo ya no le respondía con lógica.

Uzi dio un paso atrás, dejando que entrara. Una vez dentro, cerró la puerta tras él con un suave clic que sonó peligrosamente definitivo. El cuarto estaba ordenado, la cama impecable... pero lo que más llamaba la atención era el delantal que Uzi seguía usando. Solo eso.

Uzi- ¿Te gusta el cuarto, papá? -dijo con una dulzura fingida que escondía intenciones turbias-. Lo ordené para ti. Porque mamá siempre deja todo perfecto para cuando tú llegas... agotado del trabajo.

N no respondió. Solo observó, respirando cada vez más rápido. El deseo era tan palpable que casi dolía.

Uzi- Aunque... -jugó con el lazo del delantal-. Creo que mamá también merece descansar. ¿No crees?

Con un tirón lento, teatral, desató el lazo. El delantal cayó al suelo con la suavidad de una pluma. Uzi quedó completamente desnudo, parado frente a él, con la seguridad de quien domina el tablero y las piezas por igual.

N sintió cómo se le escapaba el aliento.

Uzi- Siéntate -ordenó von la voz ronca.

N obedeció como por reflejo, dejándose caer al borde de la cama. Sus manos temblaban sobre sus rodillas. Uzi se acercó y se subió a horcajadas sobre él, sin romper el contacto visual ni un instante.

Uzi- Ahora sí, papá... hazme tuya -susurró, acercando sus labios a los suyos-. Pero a mi manera.

El beso no se hizo esperar. Fue más suave que los anteriores, pero cargado de un magnetismo inquietante. Uzi besaba lento, como quien saborea un dulce que no quiere terminarse nunca.

One Shot ^^Where stories live. Discover now