Uzi- Sí. Lo hice por ti. Dice "propiedad de papá", ¿lo lees?

N tragó saliva.
Estaba sudando y ni siquiera hacía calor.
Cada palabra, cada mirada, era una trampa sensual que lo arrastraba hacia lo que claramente no era una noche de películas.

N- Uzi, no sé si esto es buena idea. Estamos... ¿jugando, o...?

Uzi- Jugando en serio -susurró él, apoyando una mano en su pecho.

Y entonces se inclinó por detrás. Su aliento acarició la oreja de N como una promesa indecente.

Uzi- Y hoy, papá... vas a portarte bien, ¿sí?

La cocina de Uzi olía a galletas recién horneadas, pero lo que más mareaba a N no era el aroma a chocolate, sino el delantal que Uzi llevaba puesto... y nada más debajo.

La tela se pegaba ligeramente a su torso cada vez que se acercaba al horno, y se despegaba cuando se giraba, como si jugara con el suspense de una cortina a punto de revelar el acto final.

Uzi- ¿Chocolate o canela? -preguntó volviéndose con una bandeja en las manos. La sonrisa que acompañaba la pregunta era inocente, pero los ojos tenían malicia pura.

N se aclaró la garganta, sin saber exactamente dónde mirar.

N- Chocolate -murmuró, clavando los ojos en el piso.

Uzi- Pensé que dirías eso -canturreó y se inclinó para dejar la bandeja en la mesa del centro... inclinación que fue deliberadamente innecesaria.

N, con toda la voluntad de un santo, trató de mirar a otro lado.

No lo logró.

El delantal se alzaba apenas, dejando entrever un fragmento de muslo firme, blanco, y el indicio de que sí, efectivamente, Uzi estaba completamente desnudo debajo.
¿Cómo demonios terminé aquí?, pensó N.

Uzi se sentó a su lado en el sofá, muy cerca. Demasiado cerca. Sus piernas desnudas rozaban las de N como por accidente, y los movimientos sutiles que hacía al tomar una galleta o estirarse a propósito parecían coreografiados para dejar sin aire al pobre chico.

Uzi- ¿Te sientes cómodo, papá? -preguntó dándole una galleta-. Te noto... tenso.

N- ¿Puedes dejar de llamarme papá?

Uzi- ¿Por qué? Suena tierno. Familiar. Íntimo. Además, tú aceptaste jugar a casita... ¿o no?

N mordió la galleta como si fuese una cuerda salvavidas. Masticó en silencio, intentando ignorar el hecho de que Uzi estaba ahora recostado en el sofá, con una pierna sobre la suya.

N- ¿Y... qué papel tienes tú? -preguntó, con un hilo de voz.

Uzi- Soy la mamá, obviamente -respondió con una risa suave-. Cuidando de ti, horneando dulces, y esperando a que llegues a casa... para hacerme un par de niños.

N se atragantó.

Literalmente.

Empezó a toser con fuerza, golpeándose el pecho. Uzi se acercó rápidamente... pero no le dio palmaditas en la espalda.

Le dio palmaditas en la entrepierna.

N- ¡¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?! -graznó rojo como un tomate.

Uzi- Ayudándote -respondió con total calma-. El susto se bajó a tu pantalón, pensé que necesitaba una caricia para salir.

N- ¡Eso no es cómo funciona!

Uzi lo ignoró y tomó otra galleta, mordiéndola lentamente frente a él. Sus dedos se llenaron de migas... que luego se llevó a la boca, lamiéndolos uno por uno con languidez.

One Shot ^^Where stories live. Discover now