~Todo por una chompa~

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Uzi- Entonces cierra los ojos.

N- ¿Por qué?

Uzi- Porque lo que viene… no es apto para hermanas sobreprotectoras.

Y entre besos suaves, risas apagadas por almohadas y caricias que hablaban más que cualquier palabra, la noche siguió su curso.

La chompa… seguía en el piso. Sola. Fría. Y completamente olvidada.

Paralelamente:

El sol de la tarde brillaba sobre el parabrisas mientras el coche avanzaba por la avenida. J conducía con una eficiencia casi militar. Tenía las cejas fruncidas, como si los precios del supermercado le hubieran declarado la guerra. V, en el asiento del copiloto, estaba mirando por la ventana con el ceño ligeramente fruncido, mientras que Cyn, en el asiento trasero, disfrutaba de un helado de chocolate como si el mundo fuera un parque de diversiones y ella tuviera pase VIP.

J- Es inaudito —bufó  maniobrando el volante con la misma intensidad con la que daba discursos familiares no solicitados—. ¿Han visto el precio de las papas? ¡Las papas! El alimento del pueblo, de la tradición, de la historia… ahora son un lujo burgués.

Cyn- ¿Sabías que los egipcios pagaban a los obreros con pan y cebolla? —comentó entre lamidas.

J- ¿Y qué tiene eso que ver con las papas? —replicó fulminándola con la mirada por el retrovisor.

Cyn- Nada. Pero suena culta la frase, ¿no?

V soltó una risa por lo bajo, pero luego volvió a mirar hacia el frente, inquieta. Su dedo índice tamborileaba contra la manija de la puerta. J lo notó enseguida.

J- ¿Qué pasa contigo? —preguntó, sin dejar de manejar como si el semáforo fuera su enemigo personal.

V- No lo sé… tengo un presentimiento raro

Cyn- ¿Qué clase de presentimiento? —preguntó con media cucharada de helado entrando a su boca.

V suspiró.

V- Uno del tipo “Necesito Clorox para los ojos”.

Cyn casi escupe el helado de la risa. J, por otro lado, bufó de nuevo, esta vez con más resignación que indignación.

Cyn- No empieces con tus visiones dramáticas, V. Seguro es por el helado de pescado que viste en el súper. Eso traumatiza a cualquiera.

V- No, no es eso. Es como una presión aquí —se tocó el pecho—. Como si estuviera ocurriendo algo indebido. En nuestra casa. En este preciso momento.

Cyn tragó y levantó la ceja.

Cyn- ¿Algo indebido como… Uzi en casa?

Las tres se quedaron en silencio por dos segundos.

J rompió el silencio con un tono agrio:

J- ¿Uzi? ¿No se supone que iba a venir hoy a “jugar videojuegos” con N?

Cyn- Sí —respondió, sin dejar de comer—. Lo dijo N en la mañana. “No se preocupen, hermanas. Solo vamos a jugar y ver pelis. Seremos totalmente castos.” Ajá, claro. Lo dijo con la misma sinceridad con la que yo digo que solo comeré una cucharada de helado.

V se mordió el labio.

V- Eso explica el presentimiento…

J- No exageren —dijo aunque con una voz visiblemente menos segura—. N sabe que está prohibido tener a Uzi en casa cuando no hay supervisión. Él no se atrevería.

Cyn- ¿Quieres apostar? —preguntó lamiendo el borde del envase—. Porque siento que cuando crucemos esa puerta, vamos a ver algo que nos va a dejar necesitando terapia y exorcismo.

One Shot ^^Where stories live. Discover now