Capítulo 2: Historias

Comenzar desde el principio
                                    

—¿Por qué? ¿Qué ha pasado? ¿Y si da tantos problemas por qué no la destruyo?

—Supongo que tienen un enorme valor sentimental para él —razonó —. Verás Jack, dicen que antes de nosotros hubo otros guardianes; tenían la capacidad de viajar entre mundos, pero muchos de ellos fueron olvidados y dejaron de existir, aunque también cabe la posibilidad de que se quedasen en otros mundos.

—¿Quién lo dice? —preguntó incrédulo.

—¡Las historias, Jack!

—¡Oh, claro, las historias!—exclamó con notable sarcasmo.

—¡No te burles! Sabes tan bien como yo que las historias están ahí por algo y siempre tiene una parte real. —Miró a su amigo un poco molesta y continuó hablando. —Lo que te voy a contar ahora es un secreto, ¿vale? Norte no quiere que se sepa pero, cuando él descubrió que los anteriores guardianes viajaban entre mundos él quiso hacer lo mismo. Para ello creo esferas como esa, montones, durante muchos años. Fue un fracaso, no es fácil encontrar un mundo sin saber de su paradero, aunque se dice que cada estrella es uno. —Jack escuchaba con atención, sin apartar la vista de su amiga, entusiasmada con la narración. —Entonces un buen día descubrió Arendelle, y viajó sin pensárselo dos veces, hasta que se dio cuenta de que se sentía débil, porque allí nadie creía en él. Cuando quiso regresar el portal de retorno no funcionaba; entonces, allí mismo, tuvo que crear algo que lo hiciera regresar. Fabricó dos anillos, uno para regresar y otro para invocar.

—¿Por qué el de invocar?

—Por si a alguno de nosotros se nos ocurría atravesar el portal tener un modo de traerlo de vuelta. —El hada le lanzó una mirada burlona. —No lo sé. Supongo que por seguridad...

—Ya veo, que precavido —dijo sin poder evitar soltar una pequeña risita —¿Y qué pasó cuando regresó?

Toothiana se llevó la mano a la barbilla en gesto reflexivo, esforzándose por recordar.

—Pues... cuando regresó nos informó de lo sucedido, haciéndonos prometer que jamás usaríamos el portal. Según él era demasiado peligroso. Pero Norte no pudo reprimir su curiosidad, y con la seguridad de poder regresar visitó Arendelle de nuevo. Más algo había cambiado desde la última vez que estuvo. Fue entonces cuando descubrimos que el tiempo no avanza igual en todos los mundos.

—¿Qué quieres decir? ¿En Arendelle el tiempo pasa más deprisa?

—No conozco todos los detalles pero me imagino que sí. Yo nunca he atravesado el portal, tengo demasiado trabajo aquí. El caso es que allí, por segunda vez, trató de ayudar a unos niños huérfanos que no tenían nada; pero por mucho que lo intentara los niños no consiguieron creer en él y no sé cómo, no les traía más que problemas a los pequeños. El día que volvió no parecía el mismo: estaba pálido y sus ojos llenos de tristeza. —El hada hizo una pausa antes de continuar. Su rostro se tornó sombrío. —Unos días después nos contó lo ocurrido: los niños habían muerto frente a él y no pudo hacer nada por salvarles. Había fracasado en su misión. Nunca más habló de ello. Puso esa esfera en la estantería y no volvió a tocarla.

Jack guardó silencio durante un buen rato.

—Que él haya fracasado no quiere decir que todos vayamos a hacerlo ¿Y si yo puedo...? ¿Y si yo puedo ayudar a esa niña? ¡Nunca lo sabré si no lo intento!

—No me mal interpretes, Jack. No te estoy pidiendo que te quedes aquí de brazos cruzados, porque te conozco y sé que no lo harás. Te cuento esto para que entiendas las cosas y tomes las precauciones necesarias. —Hizo una pausa y extendió su mano cerrada en un puño. —Pero no me pidas que te acompañe. —Cuando la abrió, Jack pudo ver dos anillos de cristal mágico que brillaban como el hielo atravesado por el sol.

—Hada... —dijo Jack estupefacto.

—Prométeme que volverás y que tendrás cuidado.

—¡Oh, Hada, eres la mejor!

Jack abrazó a Toothiana y comenzó a girar con ella en brazos.

—¡Sí, lo sé! —exclamó entre risitas, todavía en los brazos del joven. Cuando la soltó continuó hablando exaltada. —La verdad es que ha sido muy emocionante esto de robar los anillos —soltó una risa eufórica y entrecortada —. Ha sido como coger los dientes, ¡solo que nadie se lo esperaba!

—Dime que no has dejado dos monedas.

—¡No seas tonto, Jack! —dijo a tiempo que golpeaba a su amigo en el brazo—. ¡Cuando vuelvas cuéntamelo todo! Eso sí, no he podido traerte la bola mágica.

—No te preocupes Hada, de eso ya me encargo yo.

Los días siguientes transcurrieron con total normalidad, y aunque Jack no había tenido todavía la ocasión de robar la esfera mágica podía decirse que preparaba el terreno y guardaba los anillos como sendos tesoros. Por fortuna, Norte, no había notado su ausencia.

No fue hasta casi unos meses después cuando Jack logró hacerse con la esfera en otro descuido del hombre barbudo. Demasiado ocupado como para prestarle atención, como siempre.

Esa misma noche, Jack, atravesó el portal.

Hielo y Escarcha ❆Jelsa❆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora