II
— Voy a bajar estas dos cajas al coche, Bec — dijo Freen cargando con lo último que quedaba empaquetado en el salón — Te espero abajo, ¿de acuerdo?
Becky asintió con una sonrisa, mientras terminaba de guardar algunas cosas pequeñas en una caja que tenía delante. Freen salió y Becky inspiró profundamente. Se acercó a las grandes cristaleras del salón y abrazó su propio cuerpo. Aunque estaban en julio y hacía calor, la temperatura en aquella casa rodeada de acantilados siempre era fresca.
Recordaba el día que estuvo de pie ante aquel ventanal por primera vez. Acababan de estrenar una de las películas más exitosas de la productora, y Becky por fin había decidido comprarse su propia casa. Hasta aquel momento había estado alternando entre la caravana del set y un bonito apartamento en el ático de un edificio del centro. Aunque era precioso, Becky miraba por las ventana de aquel lugar y lo que veía la angustiaba. Una vista que para cualquiera hubiera sido un privilegio, con las luces de la ciudad brillando cada noche y aquel parque gigantesco que funcionaba como un pulmón enorme entre el asfalto. Pero Becky sentía que se ahogaba; sentía una urgencia terrible, como si estuviera atrapada y necesitara huir a otro lugar.
Intentó recordar algún momento de su vida en el que no sintiera que debía escapar de donde estaba, y su mente siempre acababa en el mismo lugar: cuando estaba mirando al mar.
Compró esa casa en el instante que sus ojos se pusieron sobre aquel inmenso cuerpo de agua y su corazón se calmó, y ahora, varios años después, entendía que lo que sintió aquel día era lo que ahora la inundaba durante cada uno de los segundos que observaba a Freen.
Y ya no necesitaba mirar al mar. Porque lo que el mar tenía para ella, dormía cada noche a su lado.
Becky podría vivir en cualquier lugar sin necesidad de estar cerca de la costa, pero sabía que Freen de alguna manera siempre estaría ligada a aquel faro. Allí estaba su familia. Y ella misma también deseaba vivir más cerca de Nam y de su madre.
— ¿Bec? — La voz de Freen sonó entrando al salón. La chica hizo un sonido de afirmación sin apartar la vista del agua. Freen llegó hasta ella y la abrazó por la espalda dejando su barbilla en el hombro de Becky. — ¿Estás bien?
— Sí... — suspiró — Me estaba despidiendo de las vistas.
—¿Estás segura que quieres dejar esta casa? — preguntó en voz baja cerca de su oído — Podemos quedarnos aquí a vivir, no sé; yo haría lo que fuera por ti.
— Lo sé... — sonrió girando levemente su cara para que la nariz de Freen acariciara su mejilla — Pero creo que las dos necesitamos volver. Aquí no me queda nada más que hacer — hizo una pausa sin dejar de mirar al mar — Por cierto, Freen... — dudó — No había querido preguntarte antes porque no sabía si querías hablar del tema pero... ¿tú preferirías vivir en Punta del Mar en lugar de mi pueblo?
— ¿Por qué querría vivir allí? — preguntó sin cambiar el tono calmado de su voz — Mi vida está donde tú estés. El sitio es lo de menos. Y sé que te gusta vivir cerca de Nam y de tu madre.
— Más de Nam que de mi madre, para qué mentir — bromeó.
— ¿Has hablado con ella? — preguntó la chica.
— Sí... — suspiró — Está bien, quiero decir, teniendo en cuenta que la última vez que nos vimos fue para visitar la tumba de mi padre desaparecido durante treinta años después de una larga explicación sobre ti evitando mencionar que tenías ciento treinta y cuatro años...
— Es normal, mi madre no sé si hubiera estado de acuerdo con que me enamorara de alguien que me saca un siglo...
Becky le dio un codazo suave mientras se reía, y se dio la vuelta pasando sus manos alrededor de su cuello para mirarla a los ojos.
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Aivar • FreenBecky •
FantasyCuando la tormenta atraviese tu pecho, yo seré el ancla que impedirá que tu corazón vague a la deriva. ___________________________________________ AIVAR Es una historia original con todos los derechos reservados.
