Las gotas salpicaban su cara mientras sentía el suave balanceo de su cuerpo sobre el agua. Le parecía estar escuchando su nombre a lo lejos, pero se oía amortiguado. Como si estuviera sumergida.
Becky. Becky.
¡Rebecca!
Le cayó un chaparrón de agua en la cara que la hizo despertarse con un sobresalto.
—¡Becky! — gritó Nam. —¿Piensas despertarte en algún momento? Estás arrugada como una pasa.
La chica le gritaba desde el borde de la piscina, sentada bajo la sombrilla. Becky se había quedado dormida en la colchoneta semi sumergible que le permitía flotar, pero mantenía casi todo su cuerpo bajo el agua. Incluidas sus orejas. Por eso no podía escuchar los alaridos de su prima.
—¿Y por qué tendría que despertarme? Tampoco es como si tuviera nada mejor que hacer —resopló Becky —Además, estoy agotada de la rehabilitación, Nam. No me has dejado en paz en tres semanas.
—Y estás muchísimo mejor, ¿o no?
—Sí, pero a qué precio. Ya no sé cómo es la vida fuera de esta piscina y de tu camilla en el sótano.
—Eres una exagerada. No sales porque no quieres. Te he dicho mil veces de bajar al pueblo a tomar algo.
—Ya sabes que no quiero bajar aquí. No me apetece encontrarme a nadie conocido. Ni a mi madre.
—¿Sigues sin hablar con ella?
—Sí.
—¿Y hasta cuándo exactamente te va a durar el berrinche? Si se puede saber — preguntó su prima cruzando los brazos.
—¿Ya quieres echarme de tu casa?
—No seas idiota, por supuesto que no. Pero no puedes estar enfadada con tu madre para siempre.
—No sé si para siempre. Pero más de tres semanas te aseguro que sí puedo —contestó Becky bajando de la colchoneta y poniendo sus pies en el suelo de la piscina.
— Aún así, creo que deberías hablar con alguien más que conmigo y con la chica esa del walkie...¿Freen se llamaba? — preguntó Nam, sin estar muy convencida de que aquella chica no fuera producto de la imaginación de su prima.
— Freen, sí. Tampoco hablo demasiado con ella. Desde que te lo conté no lo he vuelto a intentar —suspiró dejándose caer hacia atrás hasta sumergirse en el agua.
Ciertamente, había mejorado. Nam se había encargado de ello con sus sesiones de fisioterapia y sus ejercicios de fortalecimiento tanto fuera como dentro de la piscina. Becky disfrutaba especialmente de estos últimos, porque el agua le daba una libertad que de ninguna otra manera podría haber conseguido.
Flotaba, podía caminar sin esfuerzo y sin dolor. Su cuerpo por fin no era un lastre, sino todo lo contrario. Era ligero como una pluma. Y Becky hacía muchos meses que no sentía aquel alivio físico y mental.
Aún así, no estaba totalmente tranquila y Nam le acababa de recordar el por qué; Freen no había vuelto a dar señales de vida a través del walkie y ella estaba empezando a asumir que aquello fue realmente una alucinación.
Sin embargo, la echaba de menos.
— Hoy tendré que quedarme hasta las cinco en la clínica, ¿estarás bien? — preguntó Nam.
— No te preocupes. Pretendo flotar aquí hasta que me aburra y luego me dejaré morir en tu sofá viendo la televisión.
— Intenta que no te encuentre muerta al volver, por favor. — dijo marchándose al interior de la casa para cambiarse.
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Aivar • FreenBecky •
FantasyCuando la tormenta atraviese tu pecho, yo seré el ancla que impedirá que tu corazón vague a la deriva. ___________________________________________ AIVAR Es una historia original con todos los derechos reservados.
