TREINTA Y DOS

1.5K 272 114
                                        


Hola Rebecca Patricia,

Ya sé que sólo es Rebecca, pero le guardo bastante cariño a ese otro nombre así que creo que te voy a dejar los dos. Es una introducción terrible para una carta que lleva dando vueltas en mis manos dos semanas. No sabía cómo empezar a escribir aunque tenga tanto que decir como para rellenar una veintena de hojas.

Quiero pedirte perdón por varias cosas; la primera, por haberme ido sin despertarte aquella noche. No te voy a mentir: si lo hubiera hecho estoy segura de que no habría podido dejar de besarte, y desgraciadamente me tenía que marchar.

Quiero pedirte perdón por no haber pasado más tiempo contigo ese último día, pero había cosas que tenía que enfrentar y la verdad, no lo conseguí en ese momento y sigo sin saber cómo hacerlo.

Quiero pedirte perdón por entrar en tu vida. Y no lo tomes a mal; has sido lo mejor que me ha pasado en años, pero sé que es injusto haber empezado algo que tenía una fecha de caducidad tan próxima. Tal vez estoy asumiendo cosas y proyectando en ti mis sentimientos, pero para mí esto no ha sido solamente una aventura de verano.

No he podido dejar de pensar en ti ni tan siquiera un minuto. Es como si el mar me hablara de ti, como si el viento me trajera tu voz, como si el calor del sol fuera tu pecho contra mi espalda. Sigo cerrando los ojos para imaginarte aquí; te veo sonriendo, apartándote el pelo de la cara con ese gesto tan adorable, y me quedo clavada en el recuerdo de tus hoyuelos encadenados al sonido de tu risa.

También podría pedirte perdón por esto; por abrirme en canal y contarte que sin quererlo me he quedado enganchada a ti. Por decirte que desearía vivir otra vida para poder comprobar cómo sería vivirla contigo.

¿Sabes una cosa? Me he leído un libro que me ha prestado un amigo, y me gustaría creer lo que dice la escritora sobre que existen otros universos donde otras versiones nuestras pueden vivir lo que nosotras no podemos aquí. Ojalá mi otro yo fuera más libre y más valiente. Ojalá mi otro yo pudiera despertar contigo una mañana, porque estoy segura de que verte abrir los ojos mientras amanece curaría todas mis heridas.

No sé muy bien por qué te estoy diciendo todo esto. Me gustaría pensar que es para hacerte saber que no eres la única con estos sentimientos. Pero me siento culpable, porque supongo que esto será lo último que sepas de mí.

No espero que me perdones por desaparecer, porque no me lo merezco. Es algo que asumí en el momento exacto que vi tu tatuaje y decidí hablarte. Pero sí me gustaría que me recordaras al menos con cariño, porque te juro que nunca pretendí hacerte daño.

Y bueno... parte de ese recuerdo merece que te diga que yo tampoco te di mi nombre real. No fue adrede; simplemente no te corregí. Lo siento.

Te recordaré siempre, Rebecca.

Tú si quieres, 

puedes recordarme como Freen.


Becky levantó la vista de la carta con la boca abierta por la sorpresa ante la atenta mirada de Nam que seguía esperando pacientemente a que su prima le contara algo. Sus manos temblaban ligeramente y la sensación de nervios que tenía en el estómago ahora era un puño apretándole el corazón.

— Nam...— comenzó Becky, que se había puesto blanca de pronto.

— ¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Qué te ha dicho?

— Nam yo... — No parecía ser capaz de encadenar las palabras.

—Por Dios ¡Qué! ¡Parece que te ha dicho que la has dejado embarazada! — chilló impaciente.

Becky no dijo nada más. La miró durante unos segundos y salió corriendo dejando la carta sobre la encimera de la cocina. Nam tardó unos segundos en reaccionar para seguirla hasta su habitación, y la encontró sentada en el suelo sacando cosas de una caja de cartón.

— Mierda ¿Dónde está?

— ¿Se puede saber qué te pasa? — preguntó Nam perpleja.

— Estoy segura de que lo dejé aquí la última vez que lo usé. — dijo Becky dejando caer todo el contenido de la caja al suelo.

— ¿Estás buscando un vibrador o qué?

— Ojalá, eso lo tengo localizado — contestó como si nada. — No está. No me puedo creer que no esté.

— ¿El qué no está?

— El walkie, Nam — dijo resoplando, echando su pelo hacia atrás en un gesto de resignación — El walkie no está. 




_

Aivar  • FreenBecky •Where stories live. Discover now