— Contaba con que no irías corriendo, pero has tardado muchísimo — dijo Nam cuando Becky regresó a la mesa.
— Muy graciosa. Sé que no estoy en mi mejor momento como velocista, pero es que había mucha gente esperando en el baño — resopló — Además he estado un buen rato peleándome con la muleta dentro del cubículo minúsculo y casi pierdo un diente cuando me ha golpeado en la cara al agacharme. — Nam escupió un poco de su cerveza al reírse — Pero no todo ha sido malo. Me he cruzado con la chica más guapa que he visto en mi vida.
— El típico flechazo de la cola del baño. Un clásico.
— No seas idiota, Nam. Era espectacular — resopló — ¿Crees que sería muy de heterosexual de mi parte si le mando una copa?
—¿Me lo estás diciendo en serio? — Nam levantó las cejas — Guau, Patricia está totalmente desbocada.
— Tú no la has visto.
— No, pero ahora desde luego que quiero verla.
— Me ha dicho que le gusta mi tatuaje — dijo Becky arrugando de nuevo la nariz.
— Ah, entonces pídele matrimonio, Patricia; hinca la rodilla en el suelo de este bar.
Becky le lanzó una servilleta mientras su prima se reía.
— No, ya en serio — continuó Nam respirando profundamente — Lo siento. A ver, dime dónde está esa Diosa.
Becky se levantó y echó un vistazo sobre las cabezas del bar. Estaba bastante lleno, pero a lo lejos pudo distinguir el perfil de aquella chica que la había abordado en la cola del baño. Su pelo negro caía larguísimo, liso y brillante sobre su espalda. Cuando se movía podía distinguir su perfil, su nariz pequeña y sus pestañas oscuras, y sus manos que gesticulaban mientras hablaba con alguien que Becky no lograba ver.
— Está allí — dijo señalando en aquella dirección — Es la morena de pelo largo.
— Por supuesto que es una morena de pelo largo — dijo Nam suspirando mientras se levantaba con disimulo — Bueno, no has perdido tu toque la verdad. Es guapa.
— Lo es, créeme — dijo, mientras interceptaba a un camarero que pasaba por su lado — ¡Eh! ¡Perdona! — el chico frenó con una sonrisa — ¿Podría pedirte un favor?
— Claro, dime — dijo levantando la bandeja por encima de su hombro.
— ¿Podrías llevarle a aquella chica — señaló — otra copa de lo que esté bebiendo?
El chico sonrió mirando de forma alterna a Becky y a la chica — Por supuesto, no hay problema. — ¿Quién se la envía?
— Dile que es la chica del ancla.
— Perfecto.
El camarero se marchó y Nam se escondió detrás de su botellín para reír.
— Patricia no sólo está al volante sino que nos ha echado del coche.
— Calla y no le quites ojo, quiero ver su reacción.
Nam se apoyó de manera casual en la mesa, dejando vagar su mirada en dirección a la chica con todo el disimulo del que era capaz, y vio al camarero acercarse hasta ella, tenderle una copa sonriendo y señalar con la cabeza en su dirección.
Cuando la chica se giró, Becky se agachó en un acto reflejo y Nam hizo como que le daba un trago a su cerveza sin apartar la vista. Entonces vio que aquella chica estaba compartiendo mesa con alguien más. Un chico moreno y alto con un pendiente plateado en la oreja. Nam volvió a sentarse como si nada hubiera ocurrido.
— ¿Qué ha pasado? — preguntó Becky.
— Ah, no sé, ¿no has visto nada desde tu escondite bajo la mesa?
— Patricia ha abandonado mi cuerpo por unos momentos ¿Qué ha pasado? ¿ha sonreído? ¿me ha buscado?
— Las dos cosas — respondió Nam — Pero, también te digo que está sentada con un chico.
— ¿Cómo? ¿Un chico? — dijo Becky confusa.
— Tal vez se te estropeó el radar con el golpe del accidente — Nam se encogió de hombros.
— Eres…— rodó los ojos— No, no se me rompió el radar. Me funciona perfectamente. Además, te he dicho que ha alabado mi tatuaje.
— ¿Y ese es un nuevo código de apareamiento entre las lesbianas? Dios mío ahora creo que he ligado con todas mis pacientes.
Becky soltó una carcajada. Hacía mucho tiempo que no se reía de aquella manera. Estaba relajada, sin prestarle demasiada atención al dolor por primera vez en meses. Podría decirse que incluso estaba feliz, y se dejó invadir por esa sensación de plenitud mientras reía con Nam.
— Se está riendo muchísimo ahora mismo — dijo Heng mirando por encima del hombro de Freen — La chica con la que está debe ser graciosísima.
— ¿Está con una chica? — volvió a girarse sin disimulo.
— Sí, pero parecen amigas. Y bueno, no te quita ojo a decir verdad — dijo el chico mirando por encima de su hombro — ¿Este súbito interés a qué se debe exactamente?
— Tiene tatuada un ancla en la nuca — dijo distraídamente dándole un trago a su copa. Como queriendo restarle la importancia que poseía aquella información — Me ha llamado la atención, nada más.
— ¿Nada más? — sonrió el chico elevando las cejas — Te ha mandado una copa, eso me dice que mínimo le has lanzado una de esas sonrisas tuyas.
— Puede ser que le haya sonreído un poco, sí — carraspeó.
Heng suspiró y se recostó en su silla mirando a Freen directamente a los ojos.
— Espero que sepas lo que estás haciendo — dijo finalmente.
— No estoy haciendo nada, Heng.
— Bueno, en ese caso déjame reformular la frase — se incorporó apoyando los codos en la mesa — Espero que sepas lo que vas a hacer.
— ¿Qué te hace pensar que voy a hacer algo?
— Ah, Freen. — chasqueó la lengua — Por supuesto que vas a hacer algo.
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Aivar • FreenBecky •
FantasyCuando la tormenta atraviese tu pecho, yo seré el ancla que impedirá que tu corazón vague a la deriva. ___________________________________________ AIVAR Es una historia original con todos los derechos reservados.
