— Eran tan cabezota... — lloró — Dios mío. Lo quería muchísimo. Lo quiero muchísimo — se corrigió mientras se levantaba de la hierba.
— Sé que tiene que quedarse aquí pero... ¿nadie lo echará de menos en el pueblo?
— Seguramente se ocupó de eso antes de venir — suspiró — No tenía más familia. Sus padres murieron hace años y no tenía hermanos. Parece que el mar tenía planeado su sacrificio antes incluso de que él lo supiera.
Apretó fuerte la mano de Becky mirando las tres tumbas que ahora coronaban la colina.
— Dame unos minutos. Recogeré algunas cosas de mi habitación y podremos irnos.
— ¿Estás segura de que quieres marcharte, Freen? — susurró Becky — Quiero decir, esto...esto es tu casa.
— Mi casa es donde tú estés, Bec. No pienso volver a separarme de ti.
Freen guardó algo de ropa, algunas cartas, el peluche del ancla que Becky consiguió para ella en las fiestas y un par de libros dentro de una destartalada bolsa de viaje que llevaba un siglo sin usar, mientras Becky bordeaba la isla intentando averiguar cómo regresarían a tierra si no tenían un barco y nadie se iba a acercar al Faro voluntariamente.
Se alejó un poco de la playa más cercana a la colina y caminó durante unos minutos pensando en si en aquel cuarto lleno de trastos, Freen tendría una bengala de emergencia para lanzar al cielo y que alguien viniera a rescatarlas, cuando lo vio: el pequeño barco de Heng descansaba intacto en la orilla. Becky sonrió; una vez más, Heng salvándoles la vida.
La mirada de Freen seguía fija en el faro mientras el barco atravesaba el agua en dirección al pueblo. Había salido de aquel pedazo de tierra para las fiestas, pero esta vez era completamente diferente: esta vez podría ser la última vez que hiciera ese viaje. No sabía si volvería al faro, ni siquiera sabía si quería volver alguna vez, y aún así, su corazón estaba apretado como si un alambre con espinas lo estuviera rodeando.
— Freen... — dijo Becky en voz baja — No te asustes si ahora recibo un montón de gritos por parte de Nam, ¿de acuerdo?
— Tranquila — sonrió — Entiendo que quiera matarte. Yo querría matarte si me hubieras dejado atrás para embarcarte en una misión suicida.
Efectivamente, Nam estaba de pie en el muelle con los brazos cruzados sobre el pecho y los ojos enrojecidos. Parecía haber estado llorando todo el rato que Becky estuvo en la isla.
Llegaron hasta el muelle y se bajaron del barco, esperando que Nam estallara, pero aquello no ocurrió. Nam se acercó hasta Becky y la abrazó tan fuerte que podría haberla partido por la mitad, mientras rompía a llorar desconsoladamente.
— Eres idiota. Te llegas a morir y te juro que me tiro al mar para asegurarme de que te come un tiburón — dijo como pudo entre los sollozos — Eres terca como una mula, Rebecca.— suspiró.
— Lo siento, Nam. De verdad — respondió sin soltarse de sus brazos — Pero tenía que hacerlo sola. No podía permitir que tú murieras por mí.
— Lo sé — suspiró — Pero aún así, tengo ganas de pegarte.
Becky sonrió y se separó de su prima para buscar a Freen, que tenía los brazos cruzados y la mirada clavada en la madera.
— Eh... — se acercó a ella — Ven aquí. Nam, esta es Freen, aunque ya la conocías.
— Nam yo lo siento muchísimo no quería poner en riesgo la vida de Rebecca te prometo que-
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Aivar • FreenBecky •
FantasyCuando la tormenta atraviese tu pecho, yo seré el ancla que impedirá que tu corazón vague a la deriva. ___________________________________________ AIVAR Es una historia original con todos los derechos reservados.
P R O A
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