— Bueno, el faro sí lo conservó — apuntó Becky.
— Eso es porque se encargó de atemorizar a todas las generaciones que han nacido y vivido aquí desde hace más de un siglo — dijo la camarera con un aire de misterio.
— Así que Aivar era un matón — dijo Nam.
— Algo así, sí — contestó la camarera — ¿No habéis escuchado la leyenda?
—Esa maldita leyenda — gruñó Becky — ¿Soy la única que no la conoce aún?
—Estás de suerte, mañana por la noche habrá una representación en la playa — dijo la chica — Pero bueno, básicamente es en lo que consisten todas las historias trágicas. Chico conoce a chica, chico se enamora de chica, chica no quiere nada con él porque ya está enamorada, y como él tiene superpoderes la condena a vagar por la eternidad en soledad encerrada en el faro.
— ¿Me estás diciendo que tenéis todo un movimiento socio-cultural en este pueblo en torno a ese Faro y no se os permite poner un pie en él? — preguntó Becky asombrada.
—La familia Chankimha ha vivido allí durante muchísimas generaciones — continuó la camarera — Creo que mi bisabuela conoció al señor Chankimha. Siempre dijo que era un gran hombre, y que su labor como farero fue intachable. Por lo visto cuando su mujer murió se volvió algo más distante con los vecinos, y acabó por limitar tanto sus visitas al pueblo que la gente pensó que había sido recluido en aquel lugar en contra de su voluntad. Ahí fue donde algunos empezaron a alimentar la leyenda, supongo.
— ¿Qué pasó? — preguntó Becky intrigada.
— A ver, realmente es una historia para asustar a los críos. Yo hasta podría asegurar que los Chankimha la idearon para mantener a la gente alejada de su propiedad. La leyenda dice que Aivar, el Guardián del Mar, estaba obsesionado con la hija del farero. Cuentan que aquella chica era de una belleza sin igual, y que muchos hombres importantes la pretendían. Pero Aivar era un poco tóxico — dijo poniendo los ojos en blanco — y hundía todos y cada uno de los barcos que se atrevían a acercarse a las costas del faro, levantando olas gigantescas y tragándose a los pretendientes y sus marineros. Y aún así, no pudo evitar que la hija del farero hallara el amor en tierra. — hizo una pausa para suspirar — Cuando el joven enamorado y la hija del farero decidieron huir de la isla, Aivar los descubrió y juró que si se atrevían a poner un solo pie en el mar, los arrastraría a los dos hasta las profundidades. — carraspeó — Disculpad tengo que ir a atender una mesa.
—¿Qué? — chilló Nam — ¡No puedes dejarnos así!
— En seguida vuelvo, no os vayáis — dijo la chica desapareciendo de su vista.
— Aivar no parece especialmente simpático — dijo Becky volviendo a mirar aquel dibujo colgado en la pared.
— Ningún Dios lo es — afirmó Nam con rotundidad.
— ¿Crees que el corazón que lleva en la mano es el de la hija del farero? - preguntó Becky volviendo a observar la lámina.
— Es una buena metáfora — dijo su prima observando el dibujo.
— Realmente eso es lo que dice la leyenda que ocurrió — confirmó la camarera volviendo a aparecer tras la barra — Dice que la hija del farero negoció con Aivar un trato para evitar que su amor muriera en el mar, y que para asegurarse de que lo cumplía, ella le entregó su corazón.
— ¿Así, sin más? ¿se rindió? — preguntó Becky — Si tanto lo amaba, ¿por qué no luchó por él?
— Porque Aivar siempre tenía una carta bajo la manga. Y sí, le salvó la vida a aquel chico, pero por un precio altísimo. Él la olvidaría poco a poco, y la chica no podría salir del faro hasta que ese amor regresara a ella.
— Pero si la olvidó, ¿Cómo narices iba a regresar a ella? — preguntó Becky.
— Estás haciéndome preguntas como si esto hubiera ocurrido de verdad y no fuera una simple historia para mantener alejados a los turistas — dijo la chica levantando una ceja. La expresión de Becky se mantuvo firme y la camarera sonrió — Le dio cien años. Por eso estamos celebrando El Centenario. Aivar le dio cien años para ver si su amor regresaba, y eso coincide exactamente con el final de este verano. Lo que pasa es que a nivel turístico era más inteligente celebrarlo en la semana de las fiestas de julio.
— Sí, claramente — contestó Nam
— Pero, ¿y si no logra recuperarlo? — la interrumpió Becky sintiendo de pronto una presión desconocida en el pecho.
— Él la arrastrará al fondo del mar. — contestó la camarera.
Becky se quedó en silencio con una sensación desagradable hormigueándole en la nuca.
— ¿Si nadie puede acercarse y ella no puede salir, cómo se supone que va a recuperar su amor? — volvió a preguntar Becky con el ceño fruncido, extrañamente implicada en aquella historia.
— Porque dice la leyenda que la persona elegida para pisar la isla podrá ver la luz del faro, y entonces el barquero podrá llevarla hasta allí. — dijo la camarera volviendo a usar ese tono misterioso. — Lo que yo te diga, es una ensalada de mitología. Quien se lo inventara tenía bastante imaginación. Pero bueno, yo llevo toda la vida viviendo aquí y ese faro no se ha encendido jamás. Así que supongo que el espíritu de quien sea que vaga por allí debe estar la mar de a gusto — rio — Además, los Chankimha llevan mucho tiempo viviendo allí, y, o se han casado entre hermanos que sinceramente, espero que no, o la gente va y viene de ese faro. Porque de alguna manera han tenido que reproducirse. Digo yo.
— ¿No conoces a nadie que haya ido alguna vez? — preguntó Nam.
— Hay un chico que trabaja para ellos, un marinero joven que les lleva comida y enseres todas las semanas. Pero además de él...no. Yo crecí en este pueblo. El miedo a que Aivar nos ahogara es el equivalente al hombre del saco. Nadie se atreve a ir.
— Parece un buen método de persuasión — dijo Becky.
— Lo es. Ve mañana a la representación de la playa. Tal vez entiendas por qué nos asusta tanto a todos — la camarera les guiñó un ojo y se marchó a atender a varias mesas.
Becky la siguió con la mirada hasta que sus ojos volvieron hasta el cuadro de Aivar. Esa sensación desagradable volvió a recorrerle la espalda. Se movió incómoda sobre el taburete. Definitivamente, aquel señor con barba no le caía bien.
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Aivar • FreenBecky •
FantasyCuando la tormenta atraviese tu pecho, yo seré el ancla que impedirá que tu corazón vague a la deriva. ___________________________________________ AIVAR Es una historia original con todos los derechos reservados.
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