la academia distrital melancholy a primera vista puede aparentar ser como un colegio común y corriente, pero al cruzar la puerta se conocen muchas historias, la de cada alumno, la de sus amigos, la de los profesores y hasta la de sus familias. serim...
—ese es mi viejo —contestó—, se está muriendo. mis papás se separaron porque mi viejo es un adicto de mierda... mi vieja no aguantó y lo echó a la calle como un perro y desde entonces vive como un mendigo —contó, ahora hyeop entendía todo un poco mejor—. había entrado a una clínica de rehabilitación, pero nah... nada que cambia.
hyeop miró al señor a través del cristal y su estado era deplorable, estaba conectado a un montón de cables y a un tubo que entraba a su boca mientras su piel era casi amarilla y parecía estar en estado de desnutrición.
—¿ya entiendes, hyeop? no quiero que... no quiero que termines así.
el chico lo miró.
—¿por qué?
—porque usted me importa, lee hyeop.
yunseong se giró para mirarlo de frente y lo sujetó de las muñecas, conteniendo todas sus emociones para no explotar.
—usted me importa —habló otra vez—y mucho. no quiero que se arruiné su vida, no quiero verlo así... no quiero verlo morir porque para mí eres una de las cosas más importantes en mi vida y yo... yo estoy enamorado de ti.
hyeop lo vio impactado y no contestó, estaba en shock.
nunca pensó que yunseong podría corresponderle.
también lo amaba y lo quería tanto, pero sus situaciones eran tan distintas y no sabía si podría hacerlo feliz.
—yunseong...
—no tienes que decir nada —el joven lo soltó y volvió a mirar a su padre—, puedes irte si quieres... quiero estar solo.
—¿hay algo que pueda hacer por ti? —preguntó hyeop, como acto de bondad.
—no, vete.
hyeop entendió de inmediato y salió de la clínica, pero tenía un plan en mente para ayudar a yunseong.
se dirigió a la librería más cercana, compró una cartulina y escribió con marcador negro en ella "necesito dinero para ayudar al padre de mi novio", se puso en el medio de la calle dispuesto a recolectar dinero y entregárselo a yunseong.
no era mucho, pero mientras pudiera ayudarlo... lo haría.
ese día supo que quería cambiar, quería ser una mejor persona para yunseong y poder hacerlo feliz ahora que sabía que se sentían igual, y por supuesto que no lo iba a decepcionar.
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allen estaba parado en la parte de atrás del salón. habían pasado varias semanas desde su conversación con serim y los nervios le invadían cada rincón del cuerpo; no podía ver a nadie del colegio igual. todo lo que una vez le parecía cotidiano ahora se tornaba abrumador, como un eco constante que no lo dejaba en paz. en su mente, todos eran culpables de algo, aunque no tuviesen la culpa de nada.
zhanghao, sentado cerca, notó esa tensión y susurró:
—¿qué te pasa?
allen se sobresaltó, sacado de sus pensamientos. con un gesto de la mano, apenas murmuró:
—nada.
pero si había algo que ocultar: en el fondo se daba cuenta de que estaba tratando a todos como culpables cuando en realidad ninguno lo era a excepción de esa persona. el peso de esa culpa invisible lo llenaba de confusión.
serim necesitaba actuar rápido o terminaría loco.
el director seo, con una calma que parecía contradecir la ansiedad en el aire, se paró frente a los estudiantes de la clase 127 y dijo con voz firme:
—pueden empezar con sus exámenes.
las palabras resonaron y llenaron el salón, un murmullo colectivo se desató mientras los estudiantes tomaban sus papeles y lápices. allen vio cómo cada rostro reflejaba una mezcla de ansiedad y nerviosismo.
entre ellos estaba taerae, quien respiraba profundamente para dominar su ansiedad. sabía que este examen era crucial; dependía su futuro y su sueño de mudarse a busan para estar cerca de junhyeon. pensarlo lo hacía sentir aún más inquieto. quería demostrar que podía lograrlo; quería dar ese paso hacia una nueva vida.
esa vida que siempre soñó.
mientras comenzaban las preguntas del examen, taerae frunció el ceño y enfocó toda su energía en resolver cada uno de los problemas planteados en el papel frente a él. cada minuto se sentía como una eternidad, las ideas parecían esquivas mientras su mente jugaba malabarismos entre el deseo y la presión.
el tiempo avanzó rápidamente. taerae intentó concentrarse pero las dudas empezaron a invadirlo. finalmente entregó su examen después de mucho esfuerzo, sintiéndose aliviado pero inseguro sobre los resultados.
después de dejar el papel sobre el escritorio del director seo, matthew se acercó a él con esa confianza característica que siempre lo animaba:
—serás el primer lugar, te lo aseguro —le dijo mientras le daba una palmadita amistosa en la espalda.
taerae mostró una sonrisa nerviosa ante las palabras alentadoras de matthew y por un instante sintió que tal vez aún había esperanza en medio del caos emocional que le rodeaba. pero tan pronto como sonrió, las preocupaciones regresaron como sombras que lo acechaban.
y así fue como entre ansias y promesas compartidas pasaron esos momentos tan intensos e inquebrantables antes del inevitable desenlace que se vería en un par de días más.