Only 4 U (Yeongyu)

Extra 2

Yeonjun

—¿Hacer qué? —Beomgyu preguntó como si no conociera 999 millones de maneras de volverme loco y como si no empleara cada una de ellas regularmente.

Como para probar mi punto, se apretó la mejilla un poco más, enrojeciendo la piel donde se endurecía su agarre, y luego balanceó suavemente sus caderas de un lado a otro. Era una llamada de apareamiento para un pervertido y yo era el más indicado para responder a ella.

Recorrí su agujero con mi pulgar, presionando suavemente, y fui recompensado con un silencioso silbido al abrirse a mi contacto. Gritó mientras jugaba con él, presionando con la punta de mi pulgar justo dentro de él mientras acariciaba sus pesadas bolas con la punta de los dedos.

Podría hacer esto todo el día. Me encantaba explorar el cuerpo de Beomgyu. Sabía que a veces se sentía cohibido porque era más bajo y delgado que yo, pero yo le decía constantemente que amaba eso de él, y era verdad.

Me maravillaba lo flexible que era. Cómo, en lugar de volumen, era una masa magra y ágil. Era suave y elegante, y me encantaba verlo retorcerse encima de mí.

Apreté la base de su pene y luego deslicé un dedo aceitado dentro de él.

—¿Crees que puedes tomar una gran verga como esta en tu primer intento?

—Puedo intentarlo.

Un temblor de lo que estaba seguro que era risa recorrió sus hombros.

Supuse que mi pregunta lo había llevado inadvertidamente de vuelta a la noche anterior de la misma manera que a mí. Habíamos bajado a la cocina después de filmar y encontramos a Yeosang sentado en la mesa de la cocina con los auriculares con cancelación de ruido puestos mientras comía un sándwich. Nos miró por un momento y luego se los quitó de las orejas.

—Ya está, ¿entonces?

—Por ahora. —había dicho Beomgyu con un tímido guiño.

Yeosang puso los ojos en blanco, pero su boca se inclinó en las esquinas.

—Tengo una petición. O una pequeña crítica. Lo que sea más aceptable. Oigo "gran pene" al menos cinco o diez veces por sesión, y eso es antes de que me moleste en ponerme los auriculares. ¿Qué piensan sobre mezclarlos un poco? ¿Qué tal unos adjetivos sinónimos?

—¿Miembro colosal y turgente? —aventuró Beomgyu.

—Ese es el espíritu.

Ahora extendí mi mano sobre la parte baja de la espalda de Beomgyu y lo penetré lentamente, con picos de placer que me atravesaban, con cada milímetro de calor que envolvía mi eje. La forma en que me envolvía era una de mis partes favoritas... ya fuera su boca, su mano o su culo.

Volvió a gemir mientras me hundía más en su interior, mi pulgar seguía recorriendo un arco sobre su borde, sintiendo los pequeños tics de los músculos, la costura entre su cuerpo y el mío enormemente excitante de una manera primitiva que no podía explicar. Era la conciencia completa de estar unido a otra persona, y el tentador placer y la vulnerabilidad que acompañaba a esa cruda comprensión.

Me moví dentro de él suavemente, esperando a que su cuerpo asimilara la invasión hasta que sentí que se derretía a mi alrededor.

Cuando ocurrió, murmuré suavemente, sólo para él:

—Carajo, te amo tanto y te sientes tan malditamente bien.

Beomgyu soltó su mejilla y volvió a apretar mi cadera, lo que yo sabía que significaba yo también. Era franco en muchos aspectos, pero amaba en silencio, con caricias, miradas y sonrisas, y yo también adoraba eso.

Al principio entré y salí de él de forma tranquila, nuestras respiraciones pasando de ser constantes a ser roncos cuando él se apretaba a mi alrededor y yo aumentaba la velocidad. Se aferró a la mesa más fuerte mientras se tambaleaba. Yo mantenía una mano sobre él y agarraba la esquina acolchada con mi mano libre, perdiéndome en el ritmo. El chirrido de la mesa, el golpe de la piel, nuestras respiraciones, y las silenciosas maldiciones de Beomgyu que se hacían más fuertes y más fuertes y necesitados a medida que empujaba más fuerte dentro de él.

Me perdí cuando se levantó de la mesa, aparentemente sin poder evitarlo. Envolviendo mi brazo alrededor de su pecho para mantenerlo erguido, sellé mis labios con los suyos cuando él inclinó la cabeza hacia mí con una mirada desesperada.

Subió una rodilla a la mesa y gritó cuando me abalancé sobre él y le agarré el pene, acariciándolo con brusquedad.

El cálido derrame de su semen desencadenó mi orgasmo y nos estremecimos juntos hasta quedar exhaustos.

Beomgyu se desplomó contra la mesa. Yo lo seguí, con cuidado de apoyar mi peso en las palmas de las manos y moverme un poco para no aplastarlo.

—¿Crees que la parte en la que me balanceaba sobre tu pene reveló que no soy un gay virgen? —jadeó.

—Estoy bastante seguro de que lo has revelado la primera vez que me tocaste el pene en el baño y luego me hiciste una paja que me hizo ver a

Dios.

—¿De verdad? ¿Cómo es él?

—Genial, creo. Me dio un pulgar hacia arriba.

Beomgyu soltó una carcajada y nos enderezamos lentamente y observamos nuestro entorno. La mesa de masaje se desplazaba por el suelo y estaba cubierta de aceite. Nuestras dos cámaras seguían en sus trípodes.

No pude evitar la sonrisa que se me formó al ver cómo agarraba cuidadosamente los jeans de donde los había doblado en una silla cercana.

—¿Qué? —preguntó cuando me sorprendió mirándolo.

Me encogí de hombros.

—Sólo me preguntaba si un tipo heterosexual como tú querría ir a cenar con un tipo no heterosexual como yo.

—Siempre que no te sientes a mi lado, porque eso sería muy gay. — bromeó.

—¿Y si te tomo de la mano?

Beomgyu se acarició la barbilla, fingiendo que lo consideraba.

—Sí, eso está bien. Soy heterosexual, claro, pero también soy progresista.

Antes de que pudiera pensar en una respuesta, estaba frente a mí poniéndose de puntillas. Acarició mis mejillas y rozó un tierno beso sobre mis labios.

—Sabes que te amo, ¿verdad?

—De una manera totalmente hetero, ¿verdad? —Besé las comisuras de su sonrisa.

—Obviamente.

Fuera del guion. Otra vez. A veces me preguntaba si era por eso que a la gente le gustaban tanto nuestros vídeos. Rara vez llegábamos a una escena como estaba previsto, pero todos los comentarios sugerían que a nuestros espectadores les encantaba que fuéramos una mierda absoluta al tratar de ser otra cosa que lo que éramos: dos tontos que estaban ridículamente cachondos y también ridículamente enamorados.

EL FIN