Only 4 U (Yeongyu)

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Yeonjun me señaló la boca de su cerveza. —Y en el momento en que te unías, iba a desaparecer en el fondo. ¡Nunca te uniste!

—No puedo unirme en conversaciones de las selecciones del draft porque me importan un carajo las selecciones del draft.

—Hmmm —Yeonjun se acarició la barbilla con consideración—. Parece que ustedes dos no tienen mucho en común, entonces, porque Jay parecía muy interesado en las selecciones del draft.

—Genial, entonces puedes salir con él.

—No me interesa. —dijo Yeonjun alegremente, y yo levanté las manos.

—Tenías un trabajo.

Yeonjun se desinfló. Sus hombros se desplomaron, agachó la cabeza y, por un segundo, pensé que realmente podría sentirse mal, lo que a su vez me hizo sentir como un imbécil. Entonces me miró con suficiencia por debajo de sus rizos rubios despeinados y sus gruesas pestañas marrones.

Pero mi pene lo interpretó erróneamente como coquetería y, wow, realmente deseé que no hubiera aparecido en esa fantasía de la ducha porque, de alguna manera, había creado un punto de activación involuntario entre él y mi pene.

—Soy un buen copiloto. —insistió con una voz ronca que no ayudó en nada.

Justo cuando iba a protestar, rebuscó en su bolsillo y sacó una servilleta de bar doblada. Me la tendió entre dos dedos.

Empecé a sonreír y lo alcancé, pero me lo arrebató.

—Di que soy un buen copiloto. —Agitó la servilleta delante de mí burlonamente.

—¿Qué, exactamente, crees que hiciste como mi copiloto? Me falta algo.

Volvió a hacer un gesto con la servilleta. —Te estoy dando esto. Jay tenía que irse y te estaba buscando, y al no encontrarte, dejó esto.

Le arrebaté la servilleta de la mano, miré el número y luego la doblé cuidadosamente y la metí en el bolsillo. Bien, después de todo, la noche no había sido un fracaso total.

Yeonjun se aclaró la garganta y me miró fijamente hasta que mis labios se movieron con una sonrisa reticente. Malditos sean mis guapos compañeros de piso. ¿Por qué era yo tan tonto?

—Bien, bien. Aquí tienes tu maldita galleta de copiloto. Pero que conste que la próxima vez que me lo ofrezcas pasaré.

Satisfecho, Yeonjun se apartó del poste en el que estaba apoyado y dejó caer un brazo alrededor de mi hombro. Su afecto despreocupado me sorprendía a veces. Era tan diferente de las palmaditas y los rápidos abrazos con los que había crecido.

—Vamos, ¿quieres ir a molestar a Niki? Parece que podría necesitar al menos dos excelentes copilotos.

Niki parecía estar considerando echarse una siesta sobre el hombro de la chica con la que hablaba.

—Creo que deberías mantener la boca cerrada, sin embargo, y dejarme hablar a mí.

Yeonjun se encogió de hombros. —Puedo hacerlo.

No pudo.

Cuando llegué a casa, me quité la ropa e introduje la información de contacto de Jay en mi teléfono, consideré la posibilidad de enviarle un mensaje durante cinco segundos y decidí que podía esperar. Después de todo, no quería parecer demasiado desesperado.

Después de cerrar la puerta con llave, me metí en la cama con mi ordenador portátil para tener un poco de acción en solitario. Puede que Yeonjun sea una mierda como copiloto, pero le agradecí en silencio que me hubiera puesto accidentalmente en contacto con spankit4u. Los vídeos del tipo eran muy calientes, y me había pasado gran parte de las últimas semanas masturbándome cuando él se masturbaba. Hacía los gruñidos y ruidos más sensuales mientras se corría.

Yo también estaba de suerte. Se había publicado un nuevo vídeo.

Busqué en mi cajón, me puse el Fleshlight y me di unos cuantos golpes de calor con él mientras ponía el vídeo.

Como de costumbre, la calidad era amateur, pero decente. Sin embargo, eso era parte del encanto para mí. Spankit enfocó la cámara en un ángulo hacia abajo, hacia un espejo, mientras se bajaba la cremallera de los pantalones y sacaba su monstruo. Estaba semiduro, pero todavía estaba en esa fase de flacidez en la que necesitaba un poco de atención dedicada, lo que era mi parte favorita porque este tipo no se limitaba a ir tras él como otros, como si fuera una tarea. Se deleitaba con la paja. Ni siquiera me molestaba que nunca mostrara su cara; su enorme pene, su cuerpo asesino y sus gruñidos crecientes eran suficientes.

Se me hizo la boca agua y gemí cuando él gimió y yo rodeaba mi corona hinchada con el Fleshlight. La persona que había inventado esta cosa se merecía cada centavo que había ganado.

Spankit giró la cámara y el ángulo se torció mientras se movía, resituándose. Se sentó y separó las rodillas, luego escupió en la palma de la mano, el sonido sucio y crudo. Empezó a masturbarse mientras se tiraba de los huevos. Otro suave gemido me derritió cuando se desabrochó la camisa hasta la mitad y deslizó una mano por detrás de la tela para pellizcarse los pezones. Me encantaban los tipos que se prestaban mucha atención a sí mismos, y Spankit también era bueno para eso, siempre pellizcando o acariciando alguna otra parte de su cuerpo y emitiendo un montón de sonidos de placer deliciosamente obscenos cuando lo hacía.

Fleshlight es una marca de juguetes sexuales destinada a la masturbación masculina y representa una vagina o ano artificial portable.

Un escalofrío de placer me recorrió mientras me acariciaba instintivamente más rápido, y luego me obligué a reducir la velocidad para no correrme demasiado pronto. Spankit tampoco era de los que se apresuraban, lo que nos convertía en una pareja perfecta. Resoplé suavemente ante el pensamiento.

Volvió a ajustar el ángulo y me quedé helado con mi eje palpitando en mi agarre cuando algo en la pantalla me llamó la atención. Pasé la mano por la pantalla y puse en pausa el vídeo, luego lo hice retroceder diez segundos y volví a pulsar Pausa.

Con la nuca caliente y el corazón acelerado en el pecho, avancé por el vídeo en intervalos de diez segundos. Papel pintado con dibujos rojos. Una camisa oxford azul claro. Unos cuádriceps enormes.

De ninguna manera. No podía ser.

Pero lo fue.

Escaneé el pie de foto que había debajo: "Paja en medio de la fiesta. ¡Disfruta!"

Justo antes de que terminara el vídeo, mientras su pecho se agitaba por la fuerza de su orgasmo, resbaladizo por el sudor y la enorme carga que acababa de lanzar sobre él, la cámara se inclinó cuando fue a pulsar el botón de detener la grabación, y alcancé a ver la parte trasera del inodoro ante el que había estado parado horas antes, con la caja de pañuelos de papel de filigrana dorada encima.

Definitivamente era Yeonjun.