la academia distrital melancholy a primera vista puede aparentar ser como un colegio común y corriente, pero al cruzar la puerta se conocen muchas historias, la de cada alumno, la de sus amigos, la de los profesores y hasta la de sus familias. serim...
—pero es importante... —murmuró alex tratando de hacer valer su punto, aunque ya sentía cómo la conversación se desvanecía ante sus ojos.
serim ya había decidido continuar sin mirar atrás:
—mañana temprano te veo —contestó sin rodeos antes de salir junto a hyeongjun por el pasillo iluminado del colegio.
alex suspiró agotado y dejó escapar un pequeño gesto frustrante mientras observaba cómo se alejaban.
algo no estaba bien; esa sensación incomoda comenzaba a aparecer nuevamente desde lo profundo hasta alcanzar su garganta. sin pensar mucho más en ello, desvió la mirada hacia otro pasillo donde dongyun aparecía justo en ese instante frente a una puerta: era el despacho del profesor sangwoo.
un escalofrío recorrió su cuerpo; no sabía exactamente por qué lo sentía ni cuál era esa inquietud; era como si algo estuviese inminentemente a punto de suceder aunque aún estuviera envuelto en sombras inciertas.
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hyeongjun se detuvo frente a la puerta de la casa de wonjin, su corazón latía con fuerza mientras levantaba la mano y tocaba suavemente. tras unos momentos que parecieron eternos, la puerta se abrió, revelando el rostro sorprendido de kihyun.
—oh, hyeongjun y profesor serim... ¿qué hacen aquí? —preguntó kihyun, sus ojos parpadeando en confusión.
—he venido a hablar con usted y la señora bona sobre un tema importante —respondió serim con seriedad, notando cómo una ligera sombra de preocupación cruzaba el rostro del padre.
kihyun se asustó un poco al escuchar la formalidad en la voz del profesor e hizo un gesto amable con su mano.
—bueno, pasen —dijo, apartándose para dejarlos entrar.
ambos cruzaron el umbral y fueron guiados hacia la sala. allí estaba bona, sentada en el sofá mientras hojeaba unas revistas. al verlos, sonrió cordialmente e inmediatamente se levantó para saludarlos.
—hola, hyeongjun. profesor serim —dijo ella—. ¿qué les trae por aquí?
—gracias por recibirnos —respondió serim mientras todos tomaban asiento. kihyun también se acomodó en un sillón cercano—. venimos a hablar sobre su hijo.
con esas palabras, instauró un silencio que pesaba en el aire como una nube oscura antes de una tormenta. hyeongjun miró a serim con una mezcla de nerviosismo; era el momento.
—wonjin puede tener bulimia —comenzó a explicar hyeongjun, temblándole un poco la voz mientras se dirigía a los padres—. lo vi vomitar varias veces y he notado que tiene problemas con su cuerpo... bueno, todos en la escuela siempre lo han molestado por eso.
el rostro de Kihyun cambió y bona soltó una exclamación ahogada cubriéndose la boca con las manos. ambos padres intercambiaron miradas alarmadas llenas de miedo e incomprensión.
serim intervino suavemente:
—quiero ayudar a wonjin en lo que sea necesario, pero también ustedes deben colaborar dejando de influir en su mala autoestima con comentarios sobre su apariencia... no deben criticar los físicos de los demás porque todos tenemos espejos y sabemos cómo nos vemos realmente.
mientras hablaba, las lágrimas comenzaron a deslizarse por las mejillas de bona. su voz se quebrantó cuando respondió:
—yo solo quería lo mejor para mi hijo... nunca quise hacerle daño... me siento tan arrepentida...
en ese instante, wonjin llegó inesperadamente; había estado asomado primero tras una esquina antes de entrar en la sala. con una expresión confusa preguntó:
—¿qué está pasando?
hyeongjun se levantó inmediatamente al verlo y dijo casi en un susurro:
—lo siento, wonjin... pero estoy preocupado por ti.
el tono preocupado de hyeongjun hizo eco dentro del corazón del joven y comprendió al instante lo que estaban discutiendo allí antes incluso de que alguien le explicara algo más. antes de que pudiera procesar completamente sus sentimientos, bona lo abrazó con todas sus fuerzas.
—perdón... perdón por todo —murmuró ella entre sollozos absolutos mientras apretaba a su hijo contra ella como si quisiese protegerlo del mundo entero.
kihyun miró al profesor serim buscando respuestas inmediatas y luego habló decidido:
—haremos lo que usted diga, profesor serim... para ayudar a nuestro hijo.
en ese momento lleno de una emoción cruda e intensa, wonjin sintió en lo más profundo de su ser una oleada cálida: era como una especie de agradecimiento hacia esos cuidados inesperados que nunca había imaginado recibir plenamente hasta ahora y había comenzado sentirse en paz por primera vez ya que tenía claridad sobre aquello necesario: era el momento adecuado para recibir ayuda genuina y cambiar.
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jungmo tomó aire y cuando entró a su casa, sintió una pesadez extraña en el aire y se sobresaltó un poco cuando minhee tocó su hombro.
—hey... ¿estás bien?
jungmo asintió levemente, sonriendo forzoso.
—lo estoy... tranquilo.
—bienvenido a casa otra vez, amor —su madre lo abrazó, llena de felicidad por tenerlo de regreso—. si quieres, la semana que viene puedes regresar a la escuela o cuando gustes...
—sí... de todos modos, no te vas a echar el año —habló minhee—todos saben por lo que pasaste y bueno... te van a dar muchas oportunidades. ¡puedo darte mis apuntes o ayudarte a estudiar!
jungmo rió, minhee era adorable.
—gracias por eso, mini.
—minhee, ¿me ayudas a preparar un café?
—¡claro, señora yeonjung! ya regreso, mogu.
minhee se fue junto a su madre a la cocina y jungmo recorrió el lugar, teniendo graves y horribles recuerdos de todo lo ocurrido. cuando llegó a su habitación, abrazó una de sus almohadas y tomó todo el aire que pudo con sus pulmones mientras contenía su rabia.
él se las cobraría todas y cada una... sin duda y nadie, ni siquiera serim, se lo iba a impedir. estaba de regreso en su realidad y sin duda que se vengaría por todo.