capitulo 11

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 Disculpas y más disculpas.

Annie-.

Yo y mi gran boca, como detestaba tener que meter el pie siempre. Esta vez definitivamente yo no lo hice intencional, yo no sabía que su madre había muerto hace mucho tiempo, quizás eso también explique la actitud de James. Él acaba de irse o más bien... lo corrí de la casa, aunque no debía. Me recosté en mi sofá un buen rato deseando que lo que acababa de pasar en realidad fuera un feo sueño, me dolía que él estuviera así, tan poco de conocerlo... y siento como si ya hubiese estado con él alguna vez. Caminé hasta mi habitación y encontré ahí mi legajo abierto con la carta en el suelo, el había leído la carta que le hice a aquel chico hace tiempo. En ese momento recordé a Logan y sus molestas palabras de que él estaba celoso porque le gustaba y no solamente porque sí. Quería aclarar esto con él y también quería pedirle disculpas por lo de su mamá, mis intenciones nunca fueron malas, lo puedo asegurar. Sin pensarlo dos veces salí en pijama, al abrir la puerta me encontré con su auto, él se había ido caminando. Corrí hacia la dirección contraria deseando que no fuera por el mal camino. Increíblemente su perfume estaba mezclado con el aire, ya comenzaba a ponerme nerviosa. Me detuve por unos momentos y lo vi, caminando lo más rápido que él podía.

-¡James! –grité, él me ignoró- ¡James por favor detente! –le dije agitada, él se detuvo.

Por fin estaban a unos cuantos centímetros de él, mis manos y piernas estaban temblorosas esperando lo peor. Levante mi mano para colocarla en su hombro, pero me sorprendió antes de hacer dicha acción.

-Lárgate de aquí, no te quiero ver.
-James solo quiero decirte que Eric...
-¡No me interesa quien sea ese! –Me miró-. ¡Déjame solo! –me empujó, haciéndome a un lado.

Apreté mis puños y lo miraba irse, ¿En realidad dejaría esto así? Corrí hasta abrazarlo por detrás, por su cintura. Me enganché fuertemente en él.

-¡Quítate! –Gritaba él mientras forcejeaba-. ¡Que te quites por un carajo!
-¡No lo haré! –Lo apreté más a mí -. ¡Por favor hago esto porque me importas en verdad!
-¡Yo no te dije que vinieras a pedirme perdón! –Continuaba forcejeando- ¡Dije que te quites!

Mi barbilla comenzó a hundirse y mis lágrimas comenzaron a salir en menos de un segundo. Mi rostro estaba en su espalda y sollozaba cada instante, él dejo de forcejear tan fuerte y yo seguía abrazándolo por la cintura.

-James por favor –sollocé-. Quiero que me perdones. No te estoy usando, no te usé y no te usaré... Sí quieres que te explique quien es Eric, lo haré pero mírame a los ojos –el dejo de moverse-. Mírame.
-No quiero que me digas nada, no necesito que lo digas.
-Tenemos que arreglar esto –lo solté-. Por favor –él me miró.
-Eres una tonta, actúas como si tu y yo fuéramos algo ¡No tienes que explicarme nada! No me interesa quien sea ese imbécil. Ahora que ya lo sabes ¿Podrías largarte a tu casa? Pasaré por el auto más tarde.
-Ahí voy a estar –sequé mis lágrimas-. ¿A qué horas irás?
-Que te importa, no salgas hasta que llegue.
-Bien... -susurré- ¿Sabes algo?
-¿Qué?
-Preferiría que fueras ese James el cual estuvo conmigo anoche, pero no... nunca lo serás –él me miraba serio-. De verdad, fuiste tan...
-Escucha –colocó sus manos en sus bolsillos-. Aquella noche yo... estaba ebrio, eso significa que no estoy consciente ¿Bien? Olvídate de todas las payasadas que te dije.

Lo miré durante unos segundos y corrí a abrazarlo. Él como si fuera de esperarse no correspondió a mi abrazo, pero yo continuaba llorando.

-Para mí no lo fueron... -susurré-. Adiós James–me separé de él-. Te veo cuando vengas por el auto, aquí estaré y de nuevo... perdón.

Giré y caminé en dirección de nuevo hasta mi casa, tratando de limpiar mis lágrimas. Él era tan... diferente. Es ahora cuando quisiera regresarme a Los Ángeles, pero no lo hago por una sola razón: Hay una persona a la cual extrañaría si hiciera eso.

-

Eran las ocho pasadas de la noche y James no aparecía por aquí. Decidí sentarme en mi sofá para ver televisión acompañada de mi nieve, no me encontraba de la mejor manera. Recordé como me trato en la tarde y de nuevo esas ganas de llorar aparecían sin ninguna razón, nunca nadie en mi vida me había tratado así. Mis ojos estaban hinchados y tenía bolitas de papel por todos lados. Tocaron la puerta y opté por no abrirla.

-¡Maldita sea ábreme! –Escuché su voz del otro lado.

Me levanté del instante tratando de mojar mi aspecto físico, acaricié un poco mi cabello y limpié mis mejillas, hasta que por fin abrí la puerta.

-Por Dios ¿Continúas llorando niña?
-Estoy viendo una película de amor –me excusé.
-Vengo por las llaves del auto.
-Pasa, iré a buscarlas en mi habitación.
-Tráemelas.
-¿Ah sí? ¿Algo más?
-Sí.
-¿Ah enserio? ¿Qué cosa?
-Muérete.

James-.

Abrí mi boca de más esta vez. Ella se quedó callada y sus ojos comenzaron a aguarse una vez más, me esquivó y se sentó en el sofá con su nieve ¿Qué debía hacer? Opté por parecer el chico fuerte.

-¿Dónde están las llaves? –Ella me ignoró-. ¡Dime donde están!
-¿Enserio eso quieres? ¿Tanto me odias?
-¿Dónde están? –Ella se levantó-. ¡Dime donde demonios están!
-James... -habló llorando-. Yo... en realidad te apreció, nunca haría algo malo sin saber. Lo que paso con tu madre...
-¡Basta!
-Déjame hablar. Lo que paso con tu madre no lo hice de mala manera... Lamento mucho que eso haya pasado pero... ¿Enserio tu me odias? ¿Quieres verme muerta?

La ignoré completamente y me dirigí hasta su habitación, ella no me siguió y al tomar las llaves ella seguía de pie justo hace como unos momentos, llorando. Me detuve unos instantes observándola, ella no me miraba. La curiosidad me carcomía al querer saber quién era ese tal Eric. Me dirigí hasta el sofá donde ella estaba y me senté.

-Ven –ordené.
-No.
-¿No vendrás? -ella camino hacia mí y se sentó en el sofá-. Quisiera que... me contaras de ese amigo tuyo.
-¿En realidad quieres eso?
-Maldición, si te lo digo es por algo.
-Bien. Él fue mi primer amor. Me gustaba mucho, nunca me atreví a hablarle y creo que él no sabe de mi maldita existencia.
-¿Es todo? –Asintió-. Bien, me largo –me levanté-. Ahora que ya lo dijiste, deja de molestarme con hablar de eso conmigo.
-Gracias por haberme escuchado.
-Tenía que hacerlo, no dejabas de llorar como una loca –ella rio-. ¿De qué te ríes tonta?
-De nada en especial –ella se levantó y me abrazó-. Adiós, ve a tu casa con cuidado.

Caminé hasta la puerta para salir de su casa y la miré.

-Mañana vendré en la tarde, no me preguntes por qué –dije y cerré la puerta de un portazo.


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Through the dark ✓©® Ganadora Watts 2005Donde viven las historias. Descúbrelo ahora