capitulo 3

10.7K 551 26
                                    

"Te vez lindo"

Después de que James salió molesto por aquella puerta, fijé mi mirada en el cuaderno en el cual tenía que tener ya al menos cinco poemas pero sin embargo, no tenía ni la fecha en la parte superior. Como pude hice al menos unos cuatro renglones de un simple poema con buena rima, no mejor que el que hizo él. Mañana tendría que pedirle una disculpa, aunque él se pondrá como loco y posiblemente me grite como un total histérico, vaya primer día de escuela.

-

Llegué a mi segundo día en esta no tan agradable escuela, aquel chico que tiene mal humor estaba sentado en un árbol mientras tenía unos audífonos en los oídos. Cautelosa me senté a su lado, sin hacer notar mucho mi presencia.

-James... –susurré tocando su hombro, el me miró con el ceño fruncido.
-¿Qué quieres? –Se quitó los audífonos-. Estoy escuchando música ¿No estás viendo?
-Sí pero... quería pedirte una disculpa por el día de ayer.
-Entiendo –volvió a colocarse sus audífonos-. ¿Es todo? Digo, por si lo es... ya te retires de aquí.
-También hice un poema –sonreí contenta-. pero no mejor que el tuyo.
-Era obvio que no sería mejor.
-Que modesto.
-¿Eso es todo lo que dirás?
-¿Me dejas mostrártelo? -él rodo los ojos-. Por favor, no me tomará más de diez minutos.
-Que sea rápido.

Saqué mi libreta y él me miraba atento apurándome con la mirada. Busque entre las hojas y suspiré.

-En ti encontré la felicidad. En el brillo de tus ojos conocí lo que es la tranquilidad. En tu sonrisa vi lo más bello que algún día pude admirar. Estando lejos de ti entendí lo que significa extrañar.
-Wow, admito que estuvo bueno –sonrió de lado.
-Gracias, me tarde siglos haciéndolo.
-Tonta, solo busca palabras con rimas... es todo.
-Gracias por el consejo –sonreí.
-¿Qué tanto me miras?
-Es que... no me has gritado, ni insultado –levanté mis hombros y sonreí.
-Ingenua ¿Y eso qué?
-Nada, solo... se siente bien –sonreí y el rodó los ojos.
-Guarda tu libreta, es hora de entrar a clases.
-Sí –volví a sonreír.

Guarde rápidamente mi libreta y alcancé a James. Al parecer hoy se encontraba de buen humor y eso me agradaba, solo espero no cometer una estupidez de hablar de más, me mantendría callada. Entre al salón y me senté a su lado justo como el primer día, saqué mi libreta nuevamente y el hizo lo mismo. El profesor como el primer día no tardo en llegar.

-Buenos días jóvenes –saludó-. ¿Cómo van con el proyecto?
-¡Genial! –contesté felizmente.

Todas las miradas fueron hacia mí, volteé a ver a James y él tocaba su frente con sus manos en signo de vergüenza, volví a meter el pie en algo que sabía que a él no le agradaría.

-¿Sí? ¿Podrías leerme uno de los poemas? Por favor–me dijo el profesor.
-Es que... -miré a James, incomoda-. Yo... lo tengo en una libreta que no traje hoy.
-Es una lástima, pero está bien.

El profesor se giró y comenzó a escribir en el pizarrón. No quitaba mi mirada de James, ahora el estará molesto conmigo.

-Lo siento –susurré.

No me contestó y siguió anotando. Demonios.

-

Era el momento de salir a comer el almuerzo, esta vez había comprado una ensalada que tenía pollo y en lo personal a mí me gustaba mucho. Busqué a aquel mismo chico con la mirada, el estaba sentado solo comiendo su comida. Me acerqué a paso lento y él me miró desde lejos. No me dijo nada, decidí sentarme sin hablar. Seriamente abrí mi ensalada con pollo y tomé un poco de mi agua, nerviosa.

-¿Qué te pasa por que no hablas? –me preguntó.
-¿No estás molesto?
-¿Por qué tengo que estarlo?
-Pensé que lo estabas por lo que dije, ya sabes... sobre lo del poema.
-No lo estoy, al fin y al cabo leerías el tuyo y no el mío.
-Oh... -sonreí-. Es verdad, entonces... ¿Estamos... igual que siempre?
-¿Estamos?
-Sí ya sabes... todo como antes, tú de grosero y yo de entrometida –el rio.
-Me alegra que comiences a diferenciarte de esa manera –sonreí-. Pero igual te faltó decirte tonta, porque no puedes hacer esas simples rimas.
-¡Hey! No seas grosero.
-Tú acabas de decirme que lo era, yo solo recalqué tu definición hacia mí.
-Bien –bufé-. Hoy tienes que ir de nuevo a casa ¿Podrás?
-No hago nada en todo el día así que si puedo, tengo qué.
-Bien, después de clases.
-Ya cállate y ponte a comer.

Obedecí. Un pedazo de betabel se encontraba ahí, en la ensalada... quería enloquecer. Odiaba el betabel aún así sin probarlo, tan solo olerlo me daba nauseas.

-¡Qué asco!
-¿De qué demonios hablas?
-Odio esto –le mostré el betabel.
-Es la cosa más deliciosa que pueda existir, insensible.
-Tómala entonces.
-Qué asco, ya lo tocaste.
-¡No seas princesa! Anda.
-No – soy – princesa.
-Entonces... ¿Una nena?
-No seas ridícula, solo hazlo a un lado –bufó.

-

-Me aburre venir aquí y me estoy muriendo de sueño –me dijo él.
-Siéntate en el sillón. Iré por un poco de fruta ¿Te gusta el kiwi?
-Lo odio.
-Insensible.
-A ti no te gusta el betabel ¿Quién es más insensible?
-Lo sigues siendo tú.
-Ya vete a tragar tu kiwi –asentí.

Fui hacia la cocina a cortar mi fruta favorita para luego sentarme a quebrar mi cabeza y hacer los poemas, enserio no me gustaba pero tenía la ventaja de tener a James como compañero. No se escuchaba ruido del otro lado del cuarto, supuse que él estaría esperándome como debería. Asomé la cabeza para ver si se encontraba ahí y sí ahí estaba él. Salí de la cocina y me encontré con un James tranquilo y pasivo, el estaba dormido tranquilamente en el sofá.

-Te vez lindo así sin insultarme –susurré.

Through the dark ✓©® Ganadora Watts 2005Donde viven las historias. Descúbrelo ahora