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Esta historia es cruda. Muestra una realidad cruel y áspera.
No esperes un cuento en donde dos chicos se enamoran y viven felices, no siempre acaba todo en color de rosas.
Kaeya tiene un secreto...
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El corazón de Kaeya seguía latiendo, palpitando con fuerza en su pecho, aún estaba vivo.
Sin embargo, su cuerpo se sentía pesado, inmóvil, como si estuviera atrapado en un sueño profundo. A pesar de la sensación de entumecimiento, podía percibir ciertas texturas a su alrededor, la suavidad de una manta que lo envolvía, el calor reconfortante de un colchón bajo su espalda y el aire, un aire... cálido y hogareño.
A medida que su mente comenzaba a aclararse, notó la presencia de voces a su alrededor, un murmullo constante que llenaba la habitación. Las palabras se mezclaban entre sí, indistinguibles, como si vinieran de lejos. Kaeya luchaba por enfocar su mente, por entender lo que estaba sucediendo a su alrededor.
¿Y si en realidad estaba muerto?
¿Y si eran estas voces el eco de recuerdos pasados?
Las preguntas se agolpaban en su mente, abrumándolo con su peso. Se sentía exhausto, como si hubiera corrido una larga distancia sin descanso.
Mantuvo los ojos cerrados, dejándose llevar por la sensación de cansancio que lo invadía.
Tal vez, pensó el moreno, lo mejor sería descansar un poco más.
El susurro de las voces se desvaneció en la distancia mientras se adentraba en un largo, largo sueño.
Aún se aferraba a la idea de que podía ser mejor que su padre, que podía forjar su propio camino y construir un futuro más brillante para Khaenri'ah y su gente.
Esperen un segundo...
¿Qué pasaría con Khaenri'ah?
¿Qué pasaría con todos a los que les afectó la maldición?
¿Qué pasaría con los Arcontes?
¿Y Celestia?
...
...
...
...
...
...No. Ahora no podía pensar en una respuesta clara para cada estúpida pregunta que surgía. Estaba exhausto. Había hecho demasiado. Al carajo.
Que todo se vaya a la mierda. Váyanse todos a la mismísima mierda. Kaeya ya pasó mucho tiempo preocupándose por los demás, esta vez quería preocuparse por él mismo una única vez y dejar todo lo demás de lado.
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