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Esta historia es cruda. Muestra una realidad cruel y áspera.
No esperes un cuento en donde dos chicos se enamoran y viven felices, no siempre acaba todo en color de rosas.
Kaeya tiene un secreto...
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Era claro que, para nuestro protagonista, el pasado no era algo muy agradable de recordar. Según él, no era... "relevante".
Los menores necesitan figuras de apego para el buen desarrollo de su personalidad, para su protección y supervivencia. El daño producido por ellos, de manera repetida en el tiempo, genera un alto estrés y emociones como miedo, soledad, tristeza o ira, que condicionarán la salud mental del futuro adulto. Al no poder alejarse de sus figuras de apego por su necesidad para la supervivencia, el niño debe aceptar el daño, utilizando una serie de estrategias adaptativas al ambiente traumático.
Padres autoritarios, exigentes y distantes emocionalmente, con normas rígidas pero sin dosis de cariño, pueden generar en el niño sentimientos de inutilidad e ineficacia que continuará en la edad adulta. Esto afectará a la autoestima sintiéndose inútil por no conseguir alcanzar sus metas, sin percibir que éstas son demasiado exigentes o no son propias, o generando conductas tiranas por mantener un estatus alto a toda costa para no sentirse un fracasado. El miedo subyacente es dejar de ser bueno, competente o válido, y el pensamiento de tener que ser mejor les persigue en cada momento, incluso en cosas simples. Las frases de los padres se interiorizan y la persona piensa que no ha hecho lo suficiente, generando frustración, ansiedad y menosprecio hacia sí mismo, que suele estar unido a una tristeza recurrente.
Kaeya, desde su niñez, o lo poco que recuerda de ella, fue tratado como el "príncipe de Khaenri'ah".
¿Quieren saber más acerca de su historia?
Entonces póngase cómodos, será una larga historia la cual contar... 👑🍷
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En un gran jardín, repleto de abundante fauna, el nombre de aquel niño moreno jugando entre las flores y corriendo de aquí para allá, era Kaeya, KaeyaAlberich.
En ese campo, la cantidad de flores era descomunal, desde rosas, hasta jazmines, la variedad era inmensa. El niño jugaba con las mariposas, no tenía otros niños los cuales jugar, por ende, las mariposas eran su única compañía en ese momento.