𝘱𝘢𝘭𝘢𝘣𝘳𝘢𝘴 𝘥𝘶𝘭𝘤𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘮𝘢𝘥𝘳𝘶𝘨𝘢𝘥𝘢

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El cielo nocturno estaba estrellado, con una inmensa luna que iluminaba hasta el más recóndito lugar, acompañado de una brisa algo fresca. El reloj de la casa marcaba las 2:15 de la madrugada, con todo el hogar a oscuras, Chenle salió con sigilo hasta el patio trasero, procuró no hacer el más mínimo ruido y caminó hasta el viejo arenero que le pertenecía a Jisung, la pintura que cubría la madera estaba algo gastada y había algo de vegetación en las orillas, con un suspiro, tomó asiento en el borde, sobre aquella fría y añeja madera.

Había sido un día largo para él, tenía tantas cosas en la cabeza, que no conciliaba el sueño, rodó por horas en la cama que los Lee le habían ofrecido en la habitación de invitados, él mismo había decidido que quería dormir allí, ya que siempre llevaba un colchón a la habitación de Jisung y dormían juntos, pero esta vez, quería estar solo, con sus pensamientos. Pero era inútil, su mente no dejaba de maquinar, los minutos pasaban y él todavía tenía en su mente aquel momento del día en el que había hablado con sus padres, continuaba procesándolo.

—¿No puedes dormir? —preguntó por lo bajo Jisung, asustando instantáneamente al mayor.

No había sentido el sonido de la puerta siendo abierta, ni tampoco sus pasos, sí que era sigiloso.

El menor llegó hasta él en silencio.

—Solo quería saber que estabas bien, si quieres puedo volver a mi habitación, a lo mejor quieres estar solo.

—No. Está bien, quédate, ya estuve bastante tiempo solo con mis pensamientos —aclaró el castaño con una pequeña sonrisa.

Luego de eso, Jisung aceptó sentarse a su lado, sobre la vieja madera de su arenero, el cual ya hacía tiempo había quedado abandonado, sin nadie quien hiciera castillos en él.

—¿Estás bien?

Chenle meditó la pregunta, quería realmente cuestionarse a sí mismo aquella pregunta, ¿de verdad estaba bien?

—Un poco. Estoy más tranquilo, hoy hablé mucho con mis padres, pudimos arreglar algunas cosas, aunque todavía queda mucho.

—Veo que las cosas mejoraron un poco, los llamaste «tus padres» —comentó Jisung animado, empujando levemente a su amigo.

—Es extraño, ¿verdad? —para Chenle parecía casi una palabra desconocida—. Hasta para mí lo es.

El menor colocó su cálida mano sobre la rodilla de su mejor amigo, a modo de apoyo.

—En algún momento las cosas tenían que mejorar.

Chenle asintió, quedando hipnotizado por la luz de la luna, intentando contar las grandes estrellas que la rodeaban, casi como si ellas la sostuvieran. Jisung también la admiró, era un fanático de la astrología, le parecía lo más hermoso e increíble del mundo.

El inmenso silencio inundó a ambos, ni siquiera los grillos cantaban en esa noche, eran solo ellos bajo la luz de la luna.

—Gracias por siempre estar a mi lado —Chenle cortó el silencio—, incluso en los peores momentos, lograste que nunca me sintiera solo. Gracias por eso.

Para Jisung fue imposible no sonreír algo avergonzado, agachó la cabeza y se dedicó a escuchar las palabras de su amigo.

—Hoy volví a sentirme nuevamente como un niño pequeño e indefenso, y tú también, volviste a ser ese niño pequeño y protector, que me reconfortó y se quedó a mi lado.

Chenle llevó su mano en dirección a su rodilla, tomando la mano del menor por encima y regalándole una calidad y sincera sonrisa.

—Tú también fuiste un gran compañero, en todo momento, nunca te apartaste de mi lado y siempre estuviste cuando te necesité —expresó el rubio, subiendo su mirada—. No debes agradecer, para eso están los amigos, ¿verdad?

𝘛𝘩𝘦 𝘊𝘶𝘳𝘪𝘰𝘶𝘴 𝘉𝘢𝘣𝘺 ─ 𝙉𝙊𝙈𝙄𝙉Where stories live. Discover now