𝘮𝘦𝘫𝘰𝘳𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘤𝘰𝘯 𝘦𝘭 𝘵𝘪𝘦𝘮𝘱𝘰

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—¿A qué hora vuelven? —preguntó Jeno, mientras observaba a su esposo desde el marco de la puerta del baño, en lo que este arreglaba su cabello frente al espejo.

—No lo sé, cariño —el menor batallaba con su cabello, sin prestar demasiada atención a las preguntas de Jeno—. ¿Por qué no sales con Mark?

—Está trabajando, sabes como es. Ven aquí —agarró al rubio por las caderas y lo giró hacia él, peinando su cabello como a él le gustaba.

El rubio simplemente se dejaba hacer, admirando la concentración de su esposo al momento de peinarlo, se veía muy tierno, ideal para llenarle la cara de besos.

—Me gusta como se te ve el cabello así.

Jaemin giró media vuelta, mirando nuevamente su reflejo en el espejo y de verdad, su cabello lucía bien, eran las manos mágicas de Jeno.

—Así está mucho mejor, gracias, amor.

Depositó un beso en los labios ajenos y salió a la habitación en busca de su abrigo y demás pertenencias.

—¿Tardarás mucho? —continuó insistiendo el mayor.

—Jeno, cielo, solo iré a visitar a Renjun.

—Pero te llevas a Jisung y me quedaré solo, por lo que terminaré aburriéndome.

—Corrección; Jisung quiere ir a ver a  Chenle —aclaró el menor.

Jaemin estaba a punto de salir de la habitación, cuando de repente recordó que no se había puesto perfume, volvió hasta su armario —siendo seguido aún por Jeno— y abrió la puerta de este, colocándose su perfume favorito.

—Si Renjun hace brownies, ¿me vas a traer algunos? —preguntó Jeno, mientras pateaba la puerta cerrada del armario, como si fuera un niño.

—Está bien, amor —suspiró Na, besando sonoramente a su esposo y esta vez sí, salió de la habitación.

En la sala, Jisung se encontraba esperándolo sentado en uno de los sillones, bien arreglado, como un buen niño. La puntualidad del menor solo salía a relucir cuando debía ir a visitar a Chenle, porque en otras circunstancias, era muy despistado y hasta un poco impuntual, pero a los ojos de Jaemin continuaba siendo un niño pequeño, por lo que eso justificaba todo.

—Hijo, ¿por qué me dejas solo? —cuestionó Lee a su hijo, adentrándose en su papel dramático y agarrándose el pecho.

—Voy a visitar a Chenle, pa.

—Pero lo ves todos los días en la escuela.

—A ti te veo todos los días aquí, papá —contestó inocentemente el niño.

Jeno trató de disimular que su orgullo había caído en mil pedazos al suelo, mientras, Jaemin, del otro lado de la sala, tapaba su boca, evitando reír a carcajadas.

—Es hora de irnos, cielo —llamó Jaemin a su hijo.

El menor se despidió de su padre Jeno y corrió hasta afuera, subiendo directamente al auto.

—Adiós, cariño —dijo el rubio entre risas.

Con un falso enojo, Jeno se aproximó hasta él y lo tomó por la cintura.

—Ya me las pagarás, bebé —susurró.

—Yo no hice nada —no podía esconder su risa, salía por sí sola.

Compartieron unos últimos besos, hasta que Jeno, finalmente, soltó a Jaemin, anclándose en el marco de la puerta.

—No olvides que mañana almorzamos con mis padres —le recordó el pelinegro.

𝘛𝘩𝘦 𝘊𝘶𝘳𝘪𝘰𝘶𝘴 𝘉𝘢𝘣𝘺 ─ 𝙉𝙊𝙈𝙄𝙉Where stories live. Discover now