𝘮𝘪𝘴𝘪𝘰𝘯 (𝘪𝘮)𝘱𝘰𝘴𝘪𝘣𝘭𝘦

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Jaemin había intentado hacer lo que su amigo había dicho, pero se le fue difícil soltarlo así, como si nada. Por lo que decidió buscar otras opciones, buscó ideas en internet, quizás no era la fuente para ese tipo de cosas, pero podría intentar. Luego de navegar de página en página, encontró una que se veía bastante prometedora, tenía varios comentarios positivos, y eso también lo tranquilizó un poco, saber que no era el único atravesando una situación así.

Primera opción: Tírale indirectas.

Bien, la página proponía decirle sutilmente a tu pareja que querías un bebé. Podía con aquello.

Ambos habían salido al centro comercial, era un sábado por la mañana, después de unas compras rápidas, ambos decidieron desayunar en alguna cafetería del lugar. Jae como siempre con su café bien cargado y algunas galletas o una dona, por otro lado, Jeno bebía su malteada con una porción de pastel.

El menor buscaba la oportunidad para abrir la boca y comenzar con su sarta de indirectas.

—Estoy muy feliz con mi nuevo puesto, los niños son muy buenos —soltó el menor de la nada, ganándose la atención de su pareja—. Adoro a los niños.

—Eso lo sé, perfectamente, cielo. Lo demuestras todos los días, haciendo algo que realmente amas, estoy feliz por ti —Jeno le dedicó una tierna sonrisa.

Bien, debía ir desviando un poco la conversión.

—Fue lo siempre soñé desde joven, estar rodeado de niños pequeños —miraba cada tanto las relaciones del pelinegro ante sus palabras, poder enseñarle cosas esenciales, cuidar de ellos, casi como si fuera su padre.

Jeno simplemente prestaba atención a lo que él decía y asentía con una gran sonrisa pintada en su rostro.

—Y eres el mejor en lo que haces —el mayor tomó su mano y dejó un beso en esta.

Jaemin trató de no sentirse frustrado, recién comenzaba con todo su plan, sabía perfectamente que Jeno no era idiota, debía probar con otras palabras u otras opciones.

Al terminar su desayuno, Jeno le pidió que fueran por un helado, y por supuesto, el rubio no se podía negar, menos cuando su pareja lo miraba con esos ojitos de cachorro. Salieron del centro comercial y caminaron unas calles hasta una heladería, a la cual habían ido en varias ocasiones. Pidieron sus helados y el menor se decidió a pagar. Ambos, tomados de la mano, caminaron hasta llegar a una plaza cercana, el clima era una maravilla, por lo que se podía ver muchas personas allí.

Tomaron asiento en una banca, mientras disfrutaban de sus helados. Se veían a muchas personas caminando, corriendo, algunas con sus mascotas y obviamente, personas con niños y bebés.

Jae divisó a un hombre con un pequeño bebé en brazos, el cual parecía tener casi dos años. Sintió que su corazón se derretía igual que el helado, al ver como el hombre bajaba al niño, tomando una de sus manitas y ayudándolo a dar pequeños pasos.

—Mira, Jen —le mostró a su novio aquella escena que lo había enternecido.

Jeno miró en la dirección en la que apuntaba su menor.

—Oh, qué tierno, seguro son sus primeros pasos.

—¿Te imaginas tú haciendo eso? —ya había soltado la bomba, ahora debía ver el resultado.

El pelinegro rio.

—Bueno, alguna vez lo hice.

—¿Qué? ¿Con quién? —el rubio borró su sonrisa.

—Supongo que con mi madre, es obvio, que no recuerdo bien cuando di mis primeros pasos —respondió obvio el mayor, mientras continuaba con su helado.

Jae fingió sonreír, pero por dentro moría, realmente su novio había dicho aquello, quizás sí era algo idiota, pero aun así lo amaba y tenía otras opciones.

—Quizás tu madre te dejó caer —habló para sí mismo.

—¿Cómo, cielo?

—Nada, amor, digo que, esa imagen debe ser realmente tierna —besó a su novio para callarlo y evitar que diga otra estupidez.

𝘛𝘩𝘦 𝘊𝘶𝘳𝘪𝘰𝘶𝘴 𝘉𝘢𝘣𝘺 ─ 𝙉𝙊𝙈𝙄𝙉Where stories live. Discover now