24

18 3 0
                                    


En las últimas semanas, Anne no ha dejado de hablar de su boda. Tan solo quedaban un par de veces para que sucediera y cada vez tenía más claro que iba a acabar acudiendo. Antes me hubiera parecido algo impensable, pero ahora incluso me hacía cierta ilusión.

Y estoy de nuevo en el pub de Ross, con Anne, Layla y Esther y ya no me parece tan raro como al principio. Es cierto que todos hemos cambiado bastante pero resulta bonito ver como, a pesar de todo, siempre tienen algo que contarse y como intentan integrarme en todas y cada una de esas conversaciones.

-La verdad es que no sé por qué estás tan nerviosa -se queja Esther después de que Anne vuelva, quizás por décima vez en la noche, a hablar del número de invitados.

-Planear una boda no es algo fácil -responde.

-Bueno, tú haces que sea aún más difícil -añade Ross, poniendo los ojos en blanco.

-Tan solo quiero que sea un día perfecto para David. Quiero que lo tenga todo.

-David ya es feliz con tenerte a ti, Anne -dice Layla, con tono amable -. Da igual como sea la boda, vosotros ya sois la pareja perfecta y eso no va a cambiar.

Siento un ligero pinchazo en el pecho y noto como la envidia recorre cada parte de mi cuerpo. No puedo evitarlo. Años atrás, todos habían pensado que Tristan y yo éramos la pareja perfecta. Ahora supongo que ya nadie lo creía.

-¿Te apetece salir a fumar? -me pregunta entonces Ross y yo tardo un par de segundos en responderle. Sería la primera vez que estaría con él a solas lo que me parecía algo incómodo pues no habíamos hablado demasiado. Pero tampoco quiero rechazarlo así que tan solo acabo asintiendo y ambos nos marchamos hacía la salida -. Creo que si sigo escuchando a Anne hablar de su boda voy a volverme loco. Ya se de que color van a ser las flores, como estarán bordados los manteles y los sabores de la tarta.

Me río un poco ante la cara que pone; lo cierto es que Ross siempre ha sido muy gracioso. Cuando éramos más jóvenes, no había ni un solo día en el que no me hiciera reír. Era un poco parecido a Miles; personas que simplemente tenían luz, que traían alegría donde quieran que fuesen.

-Está nerviosa. Supongo que es normal, ¿no?

-No lo sé, nunca he tenido que organizar una boda y espero que nunca suceda.

-Bueno, a los hombres suele daros todo bastante igual -le reprocho lo que hace que él se encoja de hombros, casi con inocencia y yo vuelvo a sonreír.

Entonces, él me pregunta:

-Así que al final vas a quedarte, ¿no?

Todo el mundo me hacía esa pregunta y yo seguía sin poder contestarla del todo.

-Quiero pasar las navidades aquí -contesto, pensando en la cena a la que ya había sido invitada. Incluso Joe, con el que había cocinado esta tarde, me había propuesto preparar juntos la cena esa noche y yo había accedido feliz. Me apetecía mucho -. Después... supongo que lo iré viendo.

-Todo fue una mierda cuando te fuiste -murmura, pegando una pequeña calada a su cigarro -. Nunca tuve la oportunidad de decírtelo pero siento mucho lo que pasó con tus padres. De verdad.

Ross no estuvo esa semana en la que todo ocurrió. Se había ido a pasar la temporada con su padre, quien vivía en otra ciudad. Cuando volvió, yo ya me había ido. Y que me diga esto ahora, que parezca tan sincero y dolido me emociona.

-Gracias -le respondo, esbozando una pequeña sonrisa.

-Me hubiese gustado estar en esos momentos -vuelve a decir, de nuevo demasiado sincero -. Y también fue una mierda lo que pasó con Tristan.

Entre las flores te espero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora