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Voy al pub de Ross esta noche tan solo porque puede que esta sea la última vez que vea a todos. No tengo pensado despedirme, no lo hice la primera vez tampoco, pero sin embargo, me apetece verlos aunque tan solo sea para mirarlos una última vez, tratar así de memorizar sus rostros para que cuando esté sola en la ciudad y los años hayan pasado, pueda recordar que en un pequeño pueblo tuve a un grupo de gente que llegaron a quererme y yo a ellos.

Ross está haciendo reír a los demás mientras retrasa el momento de meterse en la cocina, pero el local cada vez está más lleno y todos sabemos que es cuestión de tiempo que desaparezca. Anne y Esther comen las patatas que hay en la mesa y Lara discute con Ross acerca de que esa broma no es graciosa a pesar de que tiene una sonrisa en sus labios. Yo simplemente los miro y pienso que esta escena bien podría haber sucedido cinco años atrás, los cuatro recién salidos de clase, yendo a la cafetería más cercana para comer. Seguían teniendo la misma relación, esa conexión. En cierto modo seguían siendo los mismos de siempre, yo era la que no encajaba ahora.

-Lo único que estoy diciendo es que no estaría para nada mal una boda en la que se pudiera ir en chándal -insistió Ross.

-No vas a venir a mi boda en chándal -le advirtió Anne, apuntándole con una patata.

-Pero si nunca llevas chándal -le recuerda Lara.

-Pero, tan solo pensad en lo que sería una boda en la que todo el mundo llevase chándal -continúa él y al final no puedo evitar sonreír porque a pesar de que su barba haya crecido y sus facciones sean ahora más duras, parecía seguir teniendo dieciocho años.

-Sería original -apoya Esther, tan solo porque es Ross, porque siempre le apoyaría. Me pregunto si han tenido algo en estos años. Siempre se han gustado.

Es entonces cuando Lara me pregunta si he elegido ya el color del vestido que voy a llevar y no puedo decirle que ni si quiera tengo pensado ir. Por suerte, una camarera viene a traernos más bebidas y me libra de responder.

Trato de hablar de algo, de crear un tema de conversación pero siento que no tengo nada de que hablar, tan solo del pasado. Nuestras vidas son tan distintas ahora que creo que nada de lo que les diga les interesará; no conocen a las personas que forman parte ahora de mi vida, tampoco mi trabajo, ni entenderían de la misma forma cualquier anécdota o hecho que me ha ocurrido. Lo único que teníamos ahora en común son los años que habíamos compartido juntos y lo cierto es que tampoco me apetecía estar aquí y rememorar todos éstos.

-No sabía que habían puesto un nuevo restaurante... cerca de la Iglesia, un poco a las afueras -comento.

Si saben que es el mismo restaurante donde Tristan trabaja, no lo dicen.

-Hay muchas cosas nuevas, Olivia. No me puedo creer que hayan pasado cinco años desde la última vez que estuviste aquí -responde -Anne.

-Tampoco hay tantas cosas nuevas, no exageres. Ya sabes que este pueblo no destaca demasiado por sus novedades -añade Lara.

-También han puesto un gimnasio -dice Ross, emocionado -. Lo han puesto en el lugar donde antes estaba la librería, esa del señor Hathrone.

De pronto siento mi cuerpo congelado.

-¿Ya no está la librería? -pregunto, y en mi mente comienzan a reproducirse imágenes del lugar; sus estanterías llenas de libros, el amable rostro de su dueño, la escalera de caracol que llevaba a la segunda planta, el gato negro que siempre rondaba por allí o el lugar donde vi a Tristan robando aquel libro.

-No -responde, sin tener ni idea de lo que esa información me está haciendo sentir -. El hombre murió poco después de que te fueras y su familia no quiso hacerse cargo así que simplemente la vendieron.

Entre las flores te espero.Where stories live. Discover now