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Siento el peso de todas las miradas, todos esos ojos, la mayoría desconocidos, puestos en mi. Supe que algo iba mal desde el momento en que Leo se había levantado de su asiento, mirándome algo nervioso pero también emocionado. Supongo que también debería haber sospechado de las sonrisas que sus padres no paraban de regalarme o como su hermana, con la que nunca había tenido una gran relación, me había dado un pequeño abrazo minutos antes de entrar en el restaurante. Quizás, si hubiera estado más atenta a esos detalles, podría haber reaccionado antes, impedir que todo esto sucediese. Pero ahora que Leo se encuentra arrodillado delante de mi, con un brillante anillo entre sus manos, sé que es demasiado tarde para hacer algo.

No logro escuchar ninguna de las palabras que salen por su boca, pues a mi alrededor todo ha comenzado a dar vueltas. Tan solo puedo escuchar mis ruegos silenciosos, como cada parte de mi cuerpo parece gritar que pare, que detenga esto, pero por mis labios no sale nada.

Entonces, él dice:

-Olivia, ¿quieres casarte conmigo?

El restaurante se queda en silencio, los camareros paran de hacer su trabajo y las conversaciones de las mesas ajenas han muerto. Todo el mundo se encuentra pendiente de nosotros, de mi y mi respuesta. De repente, me había vuelto una especie de espectáculo al que yo no había dado ningún tipo de consentimiento, la protagonista de una película que no quería protagonizar.

No contesto de inmediato y Leo sonríe pero noto como su sonrisa comienza a flojear. Ese tipo de silencio tras una pedida de mano nunca es bueno y supongo que mi reacción está muy lejos de la que se espera pues no soy capaz de sonreír y sé que mi rostro no se ha iluminado de alegría. Quizás Leo, y el resto de la gente, tan solo está esperando a que me lance a sus brazos, a que le declare mi amor de la misma forma que él ha hecho, pero nada de eso sucede porque todo mi cuerpo está congelado y tan solo puedo mirar aquel anillo que sigue sujetando.

Segundos después, el ambiente comienza a ser tenso e incomodo. Creo que todo el mundo ha comenzado a ser consciente de que yo no iba a ser esa clase de novia, que no habría ningún aplauso después de esto.

Y entonces, pienso en él.

En Tristan.

Es la última persona en la que debería estar pensando en estos momentos pero su rostro es el único que puedo ver ahora. De alguna forma, siempre parece encontrar la manera de atormentarme.

Leo sigue arrodillado delante de mi pero yo tan solo puedo pensar en todas las veces que soñé que fuera Tristan el que hiciera aquello. Recuerdo que él decía que el matrimonio era la cosa más absurda e inútil del mundo pero que no le importaría casarse si fuera conmigo. Incluso creo oír su voz en mi cabeza, esa voz que hacía tanto tiempo que no escuchaba y que aún así no lograba olvidar.

Me obligo a volver a la realidad, al presente, porque Leo todavía está esperando una respuesta por mi parte.

-¿Cómo puedes estar haciéndome esto? -pregunto, entre dientes, cuando por fin creo tener las fuerzas suficientes para hablar.A Y cuando hablo, me doy cuenta de lo enfadada que estoy. ¿Acaso tenía derecho a enfadarme cuando él estaba a punto de ser rechazado delante de decenas de personas? Probablemente no.

-¿De qué estás hablando? -murmura él y sé que ahora desea no haber esto público. Aún sigue sonriendo pero hay inseguridad y miedo en sus ojos.

Dejo de mirarlo y doy un vistazo a mi alrededor; la gente sigue mirándonos pero ahora con mucha más seguridad que antes. Ya no éramos una simple pareja a punto de comprometerse, ahora podían ser testigos de una humillación, algo mucho más entretenido. A los padres de Leo se les borró la sonrisa, su hermana guardó la cámara con la que había comenzado a grabar y creo que el camarero ha escondida tras su espalda una botella de champán.

Y sé que estoy a punto de convertirme en la villana de la historia.

-No -es lo único que puedo decir antes de coger mis cosas y comienzo a correr hacia la puerta, sintiendo una vez más las miradas, oyendo los murmullos de todas esas personas que no conozco pero que se creen con el derecho a juzgarme.

Antes de salir del restaurante, puedo oír claramente como su hermana dice:

-Os lo dije, os dije que estaba cometiendo un error. Está chiflada. 



Entre las flores te espero. TERMINADA Y DISPONIBLE EN FÍSICOМесто, где живут истории. Откройте их для себя