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Lo cierto es que rápido me aburrí de escribir en aquel diario, pero puedo recordar todas y cada una de las cosas que cuento en éste. En mi cabeza todo sigue estando demasiado vivo a pesar del tiempo. Era capaz de recordar una de las cosas que Tristan me dijo aquella tarde mientras paseábamos al lado de lago pero, sin embargo, apenas puedo rememorar el primer beso con Leo.

Lo peor de todo es que, desde que he vuelto, los recuerdos no paran de venir; me golpeaban y me tiraban al suelo para así seguir golpeándome una y otra vez. Cierro los ojos y veo la primera vez que cogió mi mano y después lo abría y creo escuchar su risa, esa que en un principio me fue tan difícil escuchar.

Y sobre todo, pienso en sus ojos, en la manera que me había mirado antes. Había algo en la mirada de Tritan que jamás sabré explicar; parecía haber un mundo gris tras ésta, demasiada oscuridad, pero en ocasiones esa oscuridad desaparecía y sus ojos brillaban, haciendo que todo él se iluminara. Él siempre dijo que yo era la responsable de esa luz, lo que resulta sorprendente pues, aún así, se las había ingeniado para romperme.

Así que sigo pasando las páginas hasta que me encuentro con lo que estoy buscando; aquel pequeño dibujo que marcó el principio de todo y que me tiro observando durante al menos cinco minutos. Siento un pequeño pinchazo en la parte trasera de mi hombro, donde ese mismo diseño se encuentra grabado.

Si pudiera, me arrancaría la piel con mis propias manos.

Me he tirado todos estos años ignorando el hecho de que el tatuaje estaba allí, tratando de no pensar en que llevo una parte de él grabada en mi piel. Cada vez que me miraba al espejo, nunca me daba la vuelta para mirarlo y lo cierto es que había sido fácil hacer como si nunca hubiera estado. Pero ahora, siento como si esa misma zona me quema y de manera inconsciencia me llevo los dedos hasta el lugar, tratando con todas mis fuerzas en no pensar que hubo un momento en el que fueron los dedos de Tristan los que me acariciaron.

Estoy a punto de leer lo que escribí en el cuaderno acerca de aquel día pero entonces, tres golpes secos golpean la puerta y todo mi cuerpo se congela. Me quedo muy quieta, esperando que tan solo me estuviera volviendo loca y que todo hubiera sido parte de mi imaginación, pero es cuando escucho una voz femenina gritar.

-¡Sé que estás en casa! -chilla esa persona que tan bien conozco. -¡Y no me voy a ir hasta que me abras!

Joder. Lo pero es que sé que es capaz de cumplir con ello.

Vuelve a gritar mi nombre y sé que no puedo verla. No quiero enfrentarme a ella, no cuando aún sigo sin saber como gestionar lo anterior, pero también sé que no va a marcharse.

Así que me dirijo hacía la puerta y cuando agarro el picaporte, tan solo intento prepararme para lo que está a punto de suceder. Me imagino todas las cosas que ella va a decirme, todos los reproches.

Pero cuando abro y me encuentro con ella, Anne tan solo me mira con los ojos muy abiertos, como si hubiera visto un fantasma y no dice nada; tan solo me abraza, lo que me parece aún peor. Nunca creí que nuestro reencuentro sería de esta forma.

-No puedo creer que seas tú -murmura, todavía abrazándome. Al separarse, por fin veo su rostro y me sorprende el ver que parece feliz -. Cuando Ross me dijo que creía haberte visto por el pueblo pensé que se había vuelto loco, pero parecía tan convencido que tuve que venir... y entonces, vi las luces encendidas.

Habla muy deprisa, algo que siempre hacía cuando estaba emocionada. Sus ojos siguen achinándose tanto al sonreír que casi desaparecen de su rostro; siempre me pareció muy bonito aquello.

-Ahora eres rubia -suelto y no sé por qué eso es lo único que puedo decir. Annte parece algo decepcionada pero vuelve a sonreír.

-¿De verdad que eso es lo único que vas a decirme después de tanto tiempo? -pregunta, esperando más de mi. A estas alturas debería saber que no se puede esperar nada de mi.

Entre las flores te espero.Where stories live. Discover now