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El piso de Tristan huele bien. A ambientador. A flores. No es demasiado grande pero la manera en la que los muebles están colocados hace que el salón sea más espacioso. Las paredes están pintadas de color azul claro y la mayoría de muebles son blancos o de madera oscura. Es bonito, es mucho más bonito de lo que imaginé.

-¿Cuanto tiempo llevas viviendo aquí? -le pregunto mientras sigo recorriendo la estancia con la mirada. Mientras tanto, sé que él me está mirando a mi.

-Unos cuatro años. Desde que salí.

-Es muy bonito.

-Miles y yo nos hemos encargado de reformarlo y decorarlo. Cuando nos mudamos todo estaba bastante peor.

Es entonces cuando mis ojos se posan en el tocadiscos que hay en la esquina, encima de una bonita y antigua mesa de madera. Siento un ligero pinchazo en el pecho porque lo reconozco enseguida.

Tristan habla a mis espaldas, dándose cuenta de lo que estoy mirando.

-Sigue funcionando -dice -a veces temo usarlo demasiado porque me da miedo que se rompa pero recuerdo que él siempre decía la música siempre...

Suena mejor aquí respondo, terminando la frase. De inmediato escucho la voz de mi padre en mi cabeza, diciendo aquellas palabras y recuerdo cuando Tristan venía a casa, como a mi padre le gustaba sorprenderle con un nuevo vinilo, lo mucho que Tristan disfrutaba descubriendo nueva música y acercándose más a él. Al final, meses después, acabó regalándole aquel tocadiscos y aún puedo rememorar el brillo en su rostro, lo agradecido que estuvo con aquel regalo. Ahora sé que no estaba acostumbrado a ellos.

Él sonríe con tristeza, como si estuviera recordando también aquel momento.

-Me alegro de que estés aquí, Olivia -murmura y suena tan sincero que vuelvo a sonreír.

-Yo también me alegro de estar aquí -respondo. -Nunca creí que volvería a verte.

-Ha pasado mucho tiempo.

-Y sin embargo, a veces parece como si no lo hubiera hecho. No lo sé, desde que he vuelto siento como si nada hubiese cambiado... pero por supuesto, lo ha hecho. Ni si quiera sé como soportas vivir aquí. Este sitio está lleno de recuerdos.

-Este sitio es lo único que me quedaba de ti -responde y no parece arrepentirse de su comentario, de su sinceridad, porque él sigue mirándome sin ningún tipo de vergüenza.

-Supongo que no te imaginabas que en nuestra primera conversación fuera a decirte todo eso -digo, algo avergonzada, recordando las palabras hirientes que le solté aquella noche.

Aún así, Tristan sonríe.

-Fuiste un podo dura, es cierto -admite y saca una cajetilla de cigarros de su bolsillo. Coge uno y se lo lleva a la boca. Tras eso, me ofrece otro. - ¿Has dejado ya de fumar?

-Éste será el último -respondo y en la mirada de ambos hay cierta diversión, complacidos por esa pequeña broma que tan solo nosotros dos conocíamos.

Tristan suelta una ligera risa y yo me siento tan bien al escucharla que desearía que no dejara de reír nunca. Y es ahora, cuando estoy en frente de él, escuchándole reír después de tantos años, notando la manera en la que me mira, cuando me doy cuenta de lo mucho que lo he echado de menos, que nos he echado de menos. Y es ahora, una vez que vuelvo a estar con él, cuando me pregunto como he hecho todos estos años para estar sin él, como he podido si quiera lograrlo.

Siento que estoy perdiendo la cabeza. Era imposible sentir todo esto por alguien que hacía cinco años que no veía. Pero estos sentimientos no podían ser verdaderos, provenían de los recuerdos que compartía con él. Nada más. Y sin embargo, no puedo dejar de mirarle, y cada vez siento más la necesidad de estar más cerca de él, de tocarle, pero lo único que se junta es el humo de nuestros cigarros.

Entre las flores te espero. TERMINADA Y DISPONIBLE EN FÍSICOWhere stories live. Discover now